Araceli, la hija de María José Sáenz de Buruaga, es concienzuda, así que llega con las preguntas apuntadas en una cartulina. Tiene 24 años y está preparando unas oposiciones después de terminar Derecho, con buenas notas -«pues sí, no me puedo quejar: soy buena estudiante»-. ... Dice que le da mucho apuro entrevistar a su madre, pero por ella se sobrepone a los nervios: «Para mí lo es todo, la persona más fuerte y más valiente que he conocido en mi vida». Así, medio emocionadas, empiezan la conversación en el jardín japonés del Hotel Santemar.
Araceli dice que las dos comparten ese afán perfeccionista, que a ella, a veces, la atenaza. «La exigencia está muy bien y la capacidad de superación también, pero cuando llega a obsesionarte te puede hacer sufrir -admite María José-; todo en la vida se aprende a gestionar, y con el tiempo te vas a dar cuenta de que tienes que ser un poquito más indulgente contigo misma y que estás a la altura, y tener confianza, ya verás».
-¿Este perfeccionismo no te perjudica en política?
-No, te lo acabo de decir: te hace daño a ti mismo, o puede ser tu enemigo, pero cuando se trata de gestionar la cosa pública, de trabajar para los demás, yo creo que es bueno.
«Yo nunca empiezo nada, cuando tengo que trazar algo, sin planificar el recorrido. Sé que hay que ser flexible porque la vida, y también la política, te lleva por determinados caminos y no se puede tener previsto todo, pero cuando inicias algo tienes que saber dónde quieres llegar, y para mí la mejor improvisación es la que no existe», asegura la candidata del Partido Popular al Gobierno de Cantabria.
En casa, esa necesidad de tenerlo todo bajo control, se traduce, como dice Araceli, en ver a su madre siempre liada, siempre pegada al teléfono: «Tengo la sensación de que no desconectas nunca».
«Bueno, ya sabes que no, que muy poco. ¿La política es una ocupación, una profesión? Yo siempre digo que es como una forma de vida; esto es como ser sacerdote: tú no te levantas por la mañana, te pones el traje de político, abres el despacho... 'Soy político de ocho a tres y luego ya no soy político'. No».
«Creo que la política es algo que te busca a ti, que se cruza en tu camino». A María José la encontró en el año 91, recién mudada a Suances. «En aquel momento el PP pasaba un malísimo momento, porque era cuando Juan Hormaechea había dejado el partido desbaratado, y alguien vino a buscarme: '¿Te vienes con nosotros a la candidatura del Partido Popular en Suances?' En aquel momento dije que sí, pero no era consciente de que estaba entrando en política. Probablemente si no hubiera sido en mi pueblo, en el ámbito municipal, si no hubiera sido de esa manera, igual hoy ni siquiera estaba aquí».
Veinte años después de aquello, Sáenz de Buruaga era vicepresidenta de Cantabria y consejera de Sanidad y Servicios Sociales, un cargo con el que se llevó grandes disgustos, pero que también le recompensó con enormes alegrías. Describe como «uno de los momentos más angustiosos» cuando descubrió el «roto» en la Sanidad regional. «Estamos hablando de una deuda de 261 millones de euros y 83.000 facturas en un cajón sin contabilizar y sin pagar. Si no es por el mecanismo de pago a proveedores del Gobierno de Mariano Rajoy, esas facturas no se hubieran podido pagar: la Sanidad se rescató en Cantabria y se rescató en España».
En cambio, concluir las obras de Valdecilla fue una de sus grandes satisfacciones, y aún siente ese orgullo cuando pasa por delante del hospital. «Cuando llegamos en 2011 aquello llevaba parado no sé cuánto tiempo. Había muchísimos problemas, la obra no avanzaba y hubo que tomar decisiones políticas valientes. Tuvimos que arremangarnos y Valdecilla salió adelante y se terminó esa obra, después de 16 años, en 16 meses. Creo que fue un ejemplo de gestión».
Ahora llega el momento de otro gran salto de responsabilidad, en estas próximas elecciones. «¿No te da vértigo ser presidenta?». «Quiero ser presidenta porque tengo un proyecto para la región y creo que Cantabria se merece un Gobierno mejor», afirma, tajante. «Me siento preparada, si no no estaría haciendo lo que hago. He gobernado, creo que sé lo que hay que hacer, pero, sobre todo, vengo a marcarme retos difíciles y a asumir responsabilidades, que creo que es lo que necesita esta tierra».
Empiezan a charlar de las vueltas que da la vida: María José, que iba para científica, terminó haciendo Derecho y ahora se ve en estas; Araceli, que creía que tenía vocación de médico, acabó estudiando lo mismo que su madre. Cree, de todas formas, que antes los jóvenes lo tenían más fácil, o al menos más claro: ahora no saben qué hacer, qué estudiar, si podrán comprar un piso y si podrán pagarlo. «Creo que los jóvenes van a rebelarse y pueden dar un vuelco a la situación que está viviendo este país, porque el joven es inconformista. Creo que se tiene que rebelar contra la mentira, contra aquellas políticas que juegan con sus ilusiones y sus expectativas. Esas políticas del subsidio, que tratan de cambiar cheques por votos. Creo que lo que hay que darle a un joven es una caña para que aprenda a pescar». Formación, ayuda al emprendimiento, ayudas hipotecarias... «Pero, fundamentalmente, que no tire la toalla, que se forme, y que entre todos vamos a crear una Cantabria de la que no tenga que salir corriendo. Una tierra que expulsa a los jóvenes y al talento joven es una tierra que no tiene presente y está condenada a no tener futuro».
Araceli habla de Torrelavega, donde viven sus amigas, donde ha ido de compras y por donde tanto ha salido. «Ahora, cada vez que voy es que no lo reconozco, se me cae el alma a los pies». «Lo que está pasando es que están dejando morir Torrelavega», contesta María José. «Es una consecuencia de unos gobernantes que no creen en Torrelavega. La buena noticia es que tiene solución: hay que dar un vuelco en Torrelavega y apostar por ella. Yo creo que estamos a tiempo».
-Oye, ¿y cuánto te queda a ti en esto de la política?
-En política es muy importante saber llegar, es importante saber estar, pero para una persona que ha vivido cosas como las que he vivido yo, para mí es muy importante saber irse, y estoy convencida de que sabré ver el momento en que toca irse y abrir el camino a otro. Es importante irse pleno, irse satisfecho, irse siendo generoso, ayudar al que venga detrás de ti, y dejando las cosas un poco mejor de lo que las encontraste.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.