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Todo comenzó el pasado jueves. La Ejecutiva del PRC se reunió de urgencia para valorar el sentido del voto de José María Mazón en la investidura de Pedro Sánchez después de conocer que el PSOE había pactado con ERC la creación de una mesa de ... negociaciones bilateral sobre el «conflicto político» cuyos acuerdos se tendrían que someter a una consulta en Cataluña.
Mientras el órgano de dirección del partido estaba reunido, se conoció el contenido íntegro del texto y los regionalistas optaron por dar un giro de 180 grados al 'sí' del mes de junio, algo totalmente inesperado para el socio regional.
Los socialistas movieron ficha y su líder, Pablo Zuloaga, lanzó un órdago que pilló «por sorpresa» a sus aliados. Un ultimátum que acababa ayer y que, por el momento, no tiene consecuencias. O Mazón abandonaba el 'no' a Sánchez o entendía que el acuerdo autonómico estaba roto por la «traición» de los de Miguel Ángel Revilla. Una crisis en el Gobierno autonómico como pocas en los últimos tiempos.
A partir de ahí, van ya cinco días en los que socialistas y regionalistas se han esforzado por convencer a la parroquia de que la culpa de lo que ocurra no es suya y tratar de colocar la pelota en el tejado del todavía aliado.
Cuando se le preguntaba ayer al PSOE qué haría si Mazón cumplía su promesa, sus portavoces defendían que el diputado todavía tenía tiempo de rectificar. Cuando la pregunta era para el PRC, insistían en que su posición estaba fijada y eran los de Zuloaga los que tenían que decidir si apostaban o no por la gobernabilidad de Cantabria. Su desconcierto todavía hoy es máximo porque ni siquiera saben si esa «ruptura del pacto» va a tener como consecuencia directa la dimisión de los cuatro consejeros socialistas.
El presidente Revilla, la secretaria de Organización de su formación, Paula Fernández, y el propio Mazón basan su argumento en que la postura del PRC no ha cambiado. Que ha sido la misma desde el principio. Por eso defienden que su voto de ayer, como también el del domingo, es «coherente» y «claro». De hecho, invitan a buscar en la hemeroteca.
Pues eso. La primeras reseñas a la condiciones regionalistas en relación al pacto de Sánchez con nacionalistas y separatistas datan del mes de junio. Entonces, con un contexto distinto, en el que la capacidad de veto de estas formaciones era inferior, su mayor preocupación estaba en arrancar al futuro Gobierno de España un puñado de compromisos para Cantabria.
El famoso 'papeluco' con las obras y el dinero del Hospital Valdecilla -entre otras cosas-. Pero en aquel mes Mazón ya hizo alguna referencia al ahora asunto de la discordia. La primera, el día 5, tras su encuentro con el Rey: «No queremos pactar con nadie que ponga en duda el Estado de las autonomías (en referencia a Vox), ni ninguna concesión a los independentistas que ponga en juego la unidad de España (mirando al PSOE)».
Antes de cerrar el documento del pacto con el ministro Ábalos, repitió esa idea y dejó claro que su partido no colaboraría con el Gobierno si considera que hacía «concesiones» a los nacionalistas que puedan «poner en riesgo la unidad de España». A su entender, entonces no se sobrepasaron esas líneas rojas y su voto fue 'sí'. Una más, esta vez de Revilla, tres semanas antes de que se convocaran automáticamente elecciones por el bloqueo político, al recibir la visita de Sanchéz en Santander. «Hay que intentar pactar, pero no a la ligera, tienen que ser pactos lógicos», decía en genérico, ante las exigencias de soberanistas, pero también de Unidas Podemos.
La convocatoria de comicios por segunda vez en cinco meses implicaba un nuevo reparto de fuerzas y los pronunciamientos regionalistas a este respecto cesaron. Quizás a partir del 10-N el nuevo dibujo del Congreso no requiriera depender de los soberanistas. Pero sus votos se hicieron más necesarios. En tres días consecutivos, tras conocer los resultados, en una entrevista en El Diario Montañés y después de reunirse con la número dos del PSOE, Adriana Lastra, José María Mazón encadenó las siguientes reflexiones: «El voto es sí, siempre que el acuerdo no implique pacto con los independentistas», «el sí a Sánchez depende de nuestros pactos y también de lo que acuerden con los separatistas» y «el PRC no quiere concesiones que vayan por encima de la Constitución y la ley». Esa barrera, al contrario de lo que defienden los socialistas, es la que los de Revilla creen que se ha traspasado.
En cualquier caso, parecía más un aviso que una amenaza. Incluso Mazón afirmó, tras hablar con Lastra, que existía coincidencia en ese punto. Otras más en la misma línea, ya el pasado diciembre: «Una cosa es hablar y dialogar, pero nada de concesiones al independentismo». Revilla dijo lo mismo en la tradicional comida de navidad del PRC a mediados de mes, pero con un tono muy distinto al de su diputado nacional: «Cantabria prefiere quedarse sin tren a que España se rompa». Algo empezaba a cambiar y esa frase es la que ahora los líderes regionalistas recuerdan con más insistencia.
Aunque no gustó a todos en su partido, Mazón acabó el año valorando el contenido del pacto entre PSOE y PRC. Afirmaba que algunas cosas serían difíciles de realizar, pero también que «la música me suena bien». ¿Era suficiente? No, porque añadía que antes de confirmar nada había que ver el pacto con ERC. Precisamente, el que lo ha cambiado todo.
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