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El futuro del Gobierno de Cantabria se resolverá hoy en un clima insoportable entre PSOE y PRC. Los socialistas decidirán si consuman su amenaza de romper el pacto después de que José María Mazón votara 'no' en la investidura de Pedro Sánchez. Nada más salir ... ayer del Congreso, Pablo Zuloaga anunció que se reunirá hoy con su Ejecutiva antes de dar el próximo paso. Ya sea para cumplir con su órdago o para recular y mantenerse en el poder los más de tres años que quedan de legislatura. Aunque Ferraz tiene la última palabra, y eso hace la decisión más impredecible, muchos socialistas y regionalistas ven complicado que Zuloaga renuncie a la visibilidad, los cargos, los proyectos y la estabilidad municipal que propina el pacto con el PRC. Ayer mismo, el vicepresidente aseguró a este periódico que su partido «no funciona a impulsos» y que harán «lo que sea mejor para Cantabria». Un posible aperitivo antes de justificar hoy la marcha atrás.
Pero lejos de rebajar la tensión con su socio, Zuloaga fue ayer especialmente duro con el PRC tras asistir a la sesión de investidura. No solo le acusó de «actuar de manera irresponsable y sin pensar en Cantabria», también de «romper y traicionar su acuerdo». Una palabra esta última –'traición'– que dolió especialmente a algunos dirigentes del PRC, «hartos» de aguantar «chantajes» durante los últimos cuatro días. Por eso, los regionalistas no quisieron pecar de suaves en su respuesta oficial. Mientras que la semana pasada evitaron tachar de desleal al PSOE, ayer sí les acusaron de serlo. Y eso, en el PRC, es traspasar una línea roja. De hecho, fue lo único que le pidió Revilla a Zuloaga cuando firmaron el pacto el pasado junio. «Lealtad».
pablo zuloaga
Los cruces de declaraciones entre ambos dejaron claro que la relación está rota pase lo que pase hoy. Da igual si el PSOE se queda o se va. El Gobierno de Cantabria ya no podrá funcionar como uno solo –si es que alguna vez lo hizo– y la desconfianza entre consejerías puede dificultar los trámites de leyes y proyectos. Un problema que ya se sufrió la legislatura pasada en un ambiente mucho más cordial que el actual.
El propio Pedro Sánchez reconoció en el Congreso, en una de sus réplicas a Mazón, que sería «insostenible» gobernar juntos en Cantabria si votaban 'no' a su investidura. Y ayer Zuloaga echó más leña al fuego al acusar a Revilla de «meter a Cantabria en un problema por su cambio unilateral de decisión». Poco margen le dejaron al PRC para calmar las aguas. Así que ya sin los paños calientes de los días previos, le exigió al líder del PSOE «aclarar si se queda o se marcha para no perjudicar la estabilidad de la región». «La pelota está en su tejado», remarcó la secretaria de Organización regionalista y consejera de Presidencia y Justicia, Paula Fernández.
El problema para ambos partidos es que se necesitan mutuamente. Uno más que el otro, es cierto, pero se necesitan. Los socialistas tienen mucho que perder y poco que ganar con su marcha de Peña Herbosa. Ahora mismo hay 85 personas cuyas nóminas dependen de que Zuloaga no rompa la baraja, si sumamos altos cargos y otros puestos intermedios de sus consejerías y empresas públicas. El PSOE perdería también la Presidencia del Parlamento y su única representación institucional quedaría reducida a la Delegación del Gobierno y a la labor de oposición que hiciesen sus diputados en el hemiciclo, ya sin iniciativa para presentar leyes que están ahora en su agenda, como la LGTBI y la de Memoria Histórica. La visibilidad pública a la que Zuloaga ha confiado su estrategia de comunicación también quedaría muy mermada sin la logística de la vicepresidencia.
paula fernández
Pero no solo eso. En muchos municipios sufrirían los daños colaterales de la ruptura. Ocho alcaldes socialistas se quedarían en minoría, sin poder aprobar nada en los plenos y a merced de una moción de censura: Camargo (Esther Bolado), Cieza (Lorena Pérez), Limpias (María del Mar Iglesias), Piélagos (Verónica Samperio), San Vicente de la Barquera (Dionisio Luguera), Bezana (Alberto García), Santillana (Ángel Rodríguez) y Santoña (Sergio Abascal).
También otros siete ayuntamientos gobernados ahora por el PRC quedarían a merced de que la ruptura autonómica se contagiara a sus municipios: Cabezón de la Sal (Víctor Reinoso), Comillas (Teresa Noceda), Escalante (Francisco Sarabia), Guriezo (Ángel Llano), Medio Cudeyo (Juan José Perojo), Miengo (José Manuel Cabrero) y Torrelavega (Javier López Estrada).
¿Y qué ganaría el PSOE disolviendo el pacto más allá de cumplir su palabra? Eso, seguramente, será un tema de debate intenso en la reunión de la Ejecutiva que celebren hoy los socialistas.
El PRC, con 14 diputados en el Parlamento, gobernando en minoría y con el control total del Ejecutivo padecería menos que el PSOE la ruptura del bipartito, pero ni mucho menos quedaría en una posición ideal para gobernar durante más de tres años. Revilla siempre ha intentado aliarse con el partido instalado en La Moncloa. Lo hizo con el PP cuando José María Aznar inyectaba millones para las carreteras cántabras y con el PSOE cuando Rodríguez Zapatero tuvo que poner freno al AVE ante la crisis que se avecinaba. Y el presidente sabe desde las elecciones de mayo que si quiere poner en marcha los principales proyectos para Cantabria necesita la financiación de Madrid. Es decir, la que apruebe Pedro Sánchez en su Presupuesto. En Cantabria, 2 de cada 3 euros se van a pagar las nóminas de los funcionarios, sobre todo profesores, médicos y enfermeras. Es imposible construir La Pasiega y tener trenes rápidos a Bilbao y Madrid sin el dinero del Gobierno central. Y es más fácil que el Estado pague su deuda con Valdecilla si aquí gobiernan los suyos.
paula fernández
Todos esos proyectos son el legado de infraestructuras que Revilla quiere dejar antes de retirarse. Y se complica con el enfrentamiento con Pedro Sánchez, aunque el PRC espera que «no se les pase por la cabeza tomar represalias contra los cántabros», y confía en que los compromisos «reiteradamente prometidos, y también incumplidos por el PSOE y por el PP sigan adelante, porque no son el capricho de ningún partido político, sino una deuda que el Estado tiene con toda Cantabria».
Para tener más seguridad, los regionalistas no cierran la puerta a colaborar con el Gobierno central pese a su 'no' en la investidura. «Estaremos a su lado cuando lo creamos oportuno y conveniente y beneficie los intereses de Cantabria», señaló Fernández, quien aseguró que los regionalistas están de acuerdo «en muchas de las medidas anunciadas por Sánchez porque somos un partido progresista».
pablo zuloaga
Tampoco sería fácil para el PRC la estabilidad en el Parlamento. Es cierto que el Presupuesto de 2020 está recién aprobado y los regionalistas tendrían todo un año por delante sin agobios, pero necesitarían al PP en 2021. Ni Vox ni Ciudadanos suman por sí solos los cuatro diputados que les faltan. Y el PP no lo cobraría barato, pese a que el propio Pablo Casado ha ofrecido a su partido como apoyo al PRC durante el debate de investidura. También estaría obligado a negociar para aprobar la nueva Ley del Suelo y el PROT, uno de los grandes objetivos marcados para esta legislatura.
Existe un tercer escenario, el más improbable de todos, en el que el PSOE decida quedarse en Peña Herbosa y Revilla opte por cesar a todos los consejeros socialistas. Tiene la potestad de hacerlo alegando «pérdida de confianza», pero nadie apuesta a día de hoy por esta posibilidad. El PRC ni quiere dar el primer paso ni cree que deba hacerlo. Esperara, como todos, a ver qué ocurre hoy, a las siete de la tarde, en la sede socialista de Bonifaz.
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Daniel Martínez
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