El precio de los carburantes se dispara y alcanza la cifra más alta desde 2012

«Desde que abrimos hace ya siete años no habíamos tenido unos precios tan altos». El testimonio de Juan, responsable de la gasolinera EasyGas ubicada en la Avenida de Parayas, en Santander, bien puede representar el sentir de las empresas de distribución de combustibles en Cantabria, que están viendo desde hace meses el acusado incremento en los precios de todos sus carburantes.

Este martes, el precio del gasoil osciló entre los 1,219 de la estación de servicio ubicada en Somahoz hasta los 1,469 de la estación situada en Hoz de Anero. En su caso, EasyGas tenía este combustible a 1,290, una cantidad muy por encima del precio que han tenido a lo largo de su historia, «donde era raro pasar del euro». «Antes los clientes echaban la culpa al Gobierno de España, ahora no dicen nada, lo asumen con resignación al igual que el incremento del precio de la luz», comenta Juan. La previsión que tienen en esta estación de servicio es que los precios sigan tan altos como en estos momentos. «Nos comentan que nos acostumbremos a estos precios porque va para largo», apunta el responsable de EasyGas, al tiempo que afirma que la subida afecta a todos los combustibles que tienen a la venta, pero sobre todo se nota más en el caso de la gasolina. «Desconozco las causas que han llevado a los precios actuales, pero imagino que haya varios motivos. Al final todo está subiendo», reconoce incrédulo.

En la zona de Liébana tienen las mismas dudas. Ángel Morán es el encargado de la única estación de servicio en la zona, en Ojedo: «He conocido el barril de petróleo a 100 dólares y el combustible estaba bastante más barato. ¿Qué está sucediendo ahora que el barril está a 88 dólares? Pues no tengo ni la menor idea», asegura.

Por eso no entiende que nadie muestre reacción de protesta ante una escalada de precios que parece imparable. «No han salido a la calle ni los transportistas, que se supone que son los más damnificados por esto», asegura sobre una tendencia «que comenzó en verano, a razón de un céntimo o dos por semana, y que parece no tener fin».

Los márgenes de beneficio son «exiguos» y sólo si se reduce la calidad del producto se puede rebajar el precio. «En nuestro caso es una opción inviable. Compramos muy buen carburante y que viene ya con sus aditivos».

Ser la única estación de servicio en muchos kilómetros a la redonda los obliga a mantener un estándar de calidad. «Imaginemos que empezamos a poner un producto malo y los coches empiezan a pararse. Somos los únicos sospechosos y sería nuestra ruina», zanja.

Para los transportistas esta situación es «la puntilla» que faltaba para sentenciarlos a la quiebra. «No tenemos tiempo para afrontar todos los problemas que están surgiendo, estamos desesperados», lamenta Daniel Álvarez, presidente de la Unión Patronal de Autotransporte de Viajeros de la Provincia de Cantabria (Upavisan).

«Venimos de unos meses aciagos por la pandemia, en que los servicios cayeron a mínimos. Y aún hoy es muy difícil que la gente recupere las rutinas de transporte que tenía porque aún hay miedo al virus», comenta el responsable. «En esta tesitura, en la que estamos luchando por sacar la cabeza fuera del agua, llega esta subida indiscriminada de los carburantes y ya nos pone en una situación en la que no sabemos cómo vamos a poder sobrevivir sin ayudas y sin que nadie nos eche una mano».