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iratxe bernal
Miércoles, 27 de octubre 2021, 09:12
Quien utilice el coche a diario lo sabe muy bien; desde hace un año el combustible no ha dejado de subir. La gasolina, con un precio medio de 1,48 euros el litro, ha alcanzado el máximo desde septiembre de 2013 y el diésel ... , a 1,35 euros, no costaba tanto desde julio de 2014, con lo que llenar el depósito puede llegar a costar 18 euros más que hace un año.
Y no parece que la cosa vaya a mejorar en los próximos meses. La principal razón que hace presuponer que la tendencia alcista va a continuar está en el precio del barril de Brent, que es el que se utiliza en la UE para establecer los precios de los combustibles. Antes de que la pandemia frenara la economía mundial, su cotización rondaba los 68 dólares y hace justo un año se situaba en torno a los 40. Ayer cerró a 86,37. Cuando el precio cayó hasta esos 40 dólares el barril, los 23 miembros de la OPEP+ (la Organización de Países Exportadores de Petróleo más productores aliados como por Rusia) acordaron reducir la oferta en 10 millones de barriles diarios para hacer frente así al histórico desplome de la demanda.
Este verano decidieron empezar a reducir esos recortes de e incrementar la producción en 400.000 barriles diarios entre agosto y diciembre. Después su intención es seguir con el aumento paulatino, pero pese a las presiones políticas que cuestionan si el ritmo de recuperación de la oferta se corresponde con el de la demanda, no se plantea situarla en los niveles previos a la pandemia. De hecho, estiman que recuperarán los 5,8 millones de barriles diarios, casi el 60% del volumen recortado, para septiembre de 2022.
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Pero la menor producción no explica por sí sola el encarecimiento. No aclara, por ejemplo, por qué hoy llenar el depósito cuesta lo mismo que en 2014, cuando la cotización del barril de Brent rondaba los 108 euros. Ahí entran factores como el margen bruto de distribución, que es el precio antes de impuestos menos la cotización internacional de referencia. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ( CNMC), este margen también está ahora en España en máximos históricos. En 2020 alcanzó los 25 céntimos de euro por litro de gasolina 95 frente a los 17 de 2014. Este margen incluye, además del beneficio empresarial, todos los costes inherentes al almacenamiento y transporte del carburante hasta la estación de servicio así como las obligaciones normativas. Entre éstas, una de las más significativas es la aportación que los operadores de productos petrolíferos han de hacer obligatoriamente desde 2014 al Fondo Nacional de Eficiencia Energética, una aportación que según la CNMC éstos repercuten al consumidor.
Tampoco parece muy factible que haya rebaja de los precios por medio de ajustes tributarios, como sí se está planteando para paliar el incremento del precio de la luz. Los carburantes son uno de los productos más intervenidos y gravados en España, donde la carga fiscal supone aproximadamente la mitad de su precio final. Y es así porque, además de permitir la recaudación de aproximadamente 21.500 millones de euros al año, es una forma de incentivar el uso de energías menos contaminantes que las derivadas del petróleo. Es decir, rebajar los impuestos sobre la gasolina va contra la apuesta por la sostenibilidad plasmada en el documento 'España 2025. Fundamentos y propuestas para una estrategia nacional de largo plazo' en el que incluso se habla de elevar los tipos impositivos sobre el consumo tanto de gasolina como de diésel.
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