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El sueco Svante Pääbo, flamante Nobel de Fisiología y Medicina 2022 por sus descubrimientos sobre la evolución humana y por haber logrado la tarea «aparentemente imposible» de descifrar el código genético «de uno de nuestros parientes extintos: los neandertales», estuvo hace una década en ... Cantabria. Pääbo, de 67 años, vino a la región en 2011 a investigar los restos de la Dama Roja, uno de los grandes hallazgos arqueológicos de la Comunidad por cuenta del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de la Universidad de Cantabria.
El relevante científico, que ha desarrollado parte de su carrera en Alemania, vino a Cantabria de la mano del catedrático de la UC Manuel González Morales quien le hizo de guía a la hora de abordar el enterramiento paleolítico, que se había exhumado en la campaña de 2010 en la citada cavidad (la investigación estaba codirigida por Lawrence G. Straus, de la Universidad de Nuevo México, UNM). En Ramales, Pääbo se encontró con «un hallazgo muy singular» y un «yacimiento fascinante», tal como declaró a El Diario Montañés en una entrevista. Allí, el equipo de la UC y la UNM había encontrado unos restos que interesaron al entonces director del Departamento de Genética del Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology de Leipzig que ahora está en la nube del Nobel. Ante las dificultades administrativas para trasladar a esa ciudad germana algunos fragmentos de hueso para la toma de muestras en la sala limpia que usaba habitualmente, el investigador sueco optó por viajar a Santander para efectuar esta tarea en persona.
“The last 40 thousand years is quite unique in human history, in that we are the only form of humans around.”
The Nobel Prize (@NobelPrize) October 3, 2022
Take a listen to our interview with 2022 medicine laureate Svante Pääbo who reflects on our relationship to extinct species of early hominins.
Listen here: pic.twitter.com/0OUdwZylQf
Según ha contado González Morales, Pääbo usó aquí un laboratorio del Servicio de Estabulación y Experimentación Animal (SEEA) de la UC, «con garantías suficientes en cuanto a limpieza y reducida posibilidad de contaminación con ADN humano reciente, ya que en ellos se trabaja con animales» y se minimizó, así, el riesgo de contaminación de los restos que le interesaban.
El hoy premio Nobel consideró que la cueva del Mirón aportaba información valiosa para analizar la relación de la mujer allí encontrada (de la época de la última glaciación) con la población europea actual. Según relató en aquel momento, recogió muestras porque tenía la esperanza de que los isótopos dieran pistas sobre el régimen alimenticio del individuo. Ya entonces el investigador fue claro sobre el objetivo que le ha hecho acreedor del máximo reconocimiento mundial: le había traído a Cantabria su inquietud «por completar el mapa genómico de los neardentales». Y una de las grandes respuestas que buscaba era comprobar si las poblaciones de países como Holanda, Bélgica y Alemania están relacionadas con las encontradas en el Mirón: quería saber si compartían características genéticas.
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Las dataciones preliminares de los depósitos relacionados con el enterramiento de la Cueva del Mirón le indicaron una fecha entre 18.000 y 19.000 años atrás (en años reales de calendario), en tiempos del Magdaleniense Inferior, lo que en aquel momento confirmaría el enterramiento en cuestión como el único de la época magdaleniense en la Península Ibérica.
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