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El caso de Teo Arnal es particular. La mayoría de afectados por sentencias de derribo han encontrado algún tipo de solución al problema. La Administración ha legalizado sus construcciones o bien les ha edificado viviendas de sustitución o les ha indemnizado si rechazaban esta ... segunda opción. Hay un tercer grupo, en el que se halla este vizcaíno afincado en Argoños, que se encuentra en un limbo al continuar sin convenio. Es decir, que la Administración ni paga ni indemniza.
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«Lo único que pido es que alguien se apiade de nosotros, de los que estamos así», ruega. «Somos residentes en Cantabria pero no tenemos ningún tipo de convenio. Tampoco respaldo de las administraciones», añade. Teo quiere dejar claro que su vivienda ubicada en la urbanización Las Llamas I, en Argoños, es su única propiedad. «Esta es mi primera vivienda, la única que tengo. Vendí todo lo que tenía en Bilbao y me vine para aquí», relata. No recuerda exactamente, pero pagó por ella más de 20 millones de las antiguas pesetas. «Dejé hasta de cazar y dejé de vivir mi vida de alegrías para meterme en una hipoteca. 25 años después, te das cuenta de que ya eres mayor y de que no vives en el edén que parecía», afirma.
A pesar de todo, no pierde el buen humor. «Yo me sigo gastando la 'tela' en mi casa. La pinto, la pongo bonita... Para los que estamos así, es como vivir continuamente con la espada de Damocles encima», concluye.
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