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Acude a la cita con cara de preocupación y mirando constantemente el teléfono móvil que destellea con cada mensaje entrante. Posa para la foto en la cocina vacía del hotel -ahora cerrado- que regenta en Suances, poco después de que el Gobierno regional anunciase el ... cierre del interior de los establecimientos. Ángel Cuevas (Queveda, 1961) afirma que la hostelería se encuentra «en lo más hondo de la mina de Reocín». No cree que este nuevo paquete de medidas sean para salvar la campaña de Navidad, en la que no tiene «ninguna esperanza». Afirma que el sector que dirige «es el chivo expiatorio» y lamenta «la falta de previsión» de las autoridades sanitarias. «Si no quieren que trabajemos, pues nada: que nos paguen por cerrarnos», concluye.
-¿Cómo se encuentra el ánimo de la hostelería?
-Completamente tocado. Esta segunda ronda de medidas nos ha metido en lo más hondo de la mina de Reocín.
-¿Tan importante son los bares para la sociedad?
-Las celebraciones más importantes de nuestra vida son en bares y restaurantes: las bodas, bautizos, comuniones, el noventa cumpleaños de la abuela, los encuentros familiares y de amigos... Somos el centro de muchísimas cosas.
-¿Cómo ha encajado las nuevas restricciones?
-Es como si hubieran decretado un cierre total o encubierto, al menos a efectos de la caja registradora. Es absurdo que no pueda haber nadie en el interior, ni siquiera sentados en mesas, y que en las terrazas sólo se permita el 75% del aforo.
-Hay quien considera que son para salvar la Navidad, ¿lo cree?
-No me atrevo ni siquiera a hablar de mañana. No tenemos ninguna esperanza en la Navidad. Ojalá pensara diferente.
-Ustedes aseguran que las cifras de positivos les avalan.
-Está claro. La hostelería produjo el 0,9% de las últimas fechas y desde que comenzó la pandemia no llega al 3,5%. Sólo uno de cada cien locales han aportado casos. Los datos son bajísimos. Si fueran altos, los hospitales de Cantabria estarían llenos de camareros, empresarios y gente del sector. En Barcelona la hostelería lleva cerrada veinte días y los positivos se han multiplicado por cinco. En Madrid está abierta con restricciones y la curva está bajando. Las autoridades sanitarias reconocen que hay una serie de contagios que no saben dónde imputarlos y entienden que, como nosotros movemos mucha masa social, son nuestros.
-¿Se sienten perseguidos?
-Totalmente, somos el chivo expiatorio del Gobierno ante su incapacidad para controlar fiestas privadas y botellones. Nos colocan en el centro de la diana, pero se equivocan en la diana, en el arco y en el arquero.
-¿Cómo es la relación?
-Siempre que llamamos nos reciben, es cierto. Pero no se traduce en nada. Notamos una gran falta de previsión. Hasta para anunciar el cierre del interior de los establecimientos se han liado. Son maestros de las imprecisiones y las contradicciones: unos expertos en crear confusión.
-¿Qué futuro augura?
-¿Por qué no lo cierran todo? Que cierren los bancos, las empresas, el transporte público... Treinta o cuarenta personas pueden ir en un autobús, pero no se pueden sentar diez en la mesa de un restaurante. ¿Es que no hay contagios en las trabajos o en los supermercados? Es que sólo se habla de la hostelería.
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-¿Y qué van a hacer?
-Protestar, no queda otra. Nos manifestaremos de nuevo en el centro de Santander el día 11. Admito que no vale de mucho, porque a las pruebas anteriores me remito, pero tenemos que estar en la calle para que se nos vea y se nos oiga. Con esto de la pandemia, además, ha pasado una cosa curiosa. Hemos aumentado el número de socios, aunque seguimos siendo perezosos para ir a las concentraciones.
-¿No les han dado ninguna solución?
-La Consejería de Sanidad nos dice que el problema va para largo y que debemos jugar con la calle. Nos han pedido ideas para instalar marquesinas, 'peceras' o pérgolas, que les llevemos ideas. Lo haremos, pero sabemos lo que nos van a contestar: que hay que estudiar la vialidad, pedir permiso de medio ambiente....
-¿Cree que entonces no servirá para nada?
-No son capaces de coger y decir que existe un problema gigante con la hostelería, que en Cantabria la componen 6.500 negocios que producen el 12% del PIB regional, y hacer una excepción. Que nos dejen instalar al menos estos sistemas con el mismo papeleo que cuesta dar de alta una simple terraza. Que no nos carguen de burocracia y se escuden en las cuatro frases mágicas.
-¿Cuáles?
-'Ya lo miro', 'Sí, estoy en ello', 'No te preocupes que te llamo' y 'Es que estaba muy liado'.
-¿Entonces qué proponen?
-No queda otra ahora mismo que adelgazar las calles para dar posibilidades de futuro a los empresarios hosteleros. Habrá que utilizar alguna plaza de aparcamiento, calles, aceras etc. Lo que pedimos en este momento es celeridad, pero llegaremos a la primavera sin nada decidido.
-¿Contempla el escenario de un posible nuevo confinamiento domiciliario?
-A nosotros casi que nos da igual, si ya estamos prácticamente cerrados, sin actividad.
-¿Qué pasará a los locales sin terraza?
-Es que ahora da prácticamente igual tener una al 75% o no tenerla, porque con el clima de Cantabria, prácticamente metidos en el invierno, quién va a venir a tomar algo o a comer en el exterior.
-En agosto decía que uno de cada cuatro negocios cerrarían hasta final de año. ¿Se confirman sus pronósticos?
-Por desgracia, ya tenemos las primeras bajas. Es un goteo. Algunos locales que han bajado la persiana tienen mucha trayectoria detrás, son de segunda y tercera generación.
-Por entonces la hostelería rebosaba de clientes pese al covid.
-Sí, y apenas se registraron contagios.
-¿El verano fue un asidero?
-Por supuesto, pero no da para vivir todo el año. Es cierto que del 1 de julio al 15 de septiembre estuvimos, a nivel de ingresos, como el año pasado. Si analizamos todo 2020, el 50% de la facturación se quedará por el camino. Perdimos la Semana Santa, el puente de mayo, el de San Isidro y el de San José, los primeros fines de semana de junio... Pero aun así ha habido tres excepciones que no pudieron trabajar tan bien: el ocio nocturno, el sector de las bodas y los locales sin terraza.Las discotecas y las salas de fiesta ya venían tocadas de atrás, facturando muy poco. Y ahora con todo esto, tranquilamente se dejarán este año el 90% de su facturación.
-El turista nacional les salvó. ¿Cantabria y el norte del país estuvieron de moda?
-Sí, mucha gente ha apostado este año por Cantabria y ha salido entusiasmada. Hemos echado la red y hemos cogido muchos peces. Seguro que el año que viene serán más. Muchos cambiaron Ibiza, Lanzarote o Marbella por nuestra región.
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