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Susana Samaniego | Psicóloga CSM Infanto-juvenil de Torrelavega
De la etapa de demanda limitada durante el confinamiento, se pasó, de pronto, a «un incremento importantísimo de las consultas normales y, sobre todo, de las preferentes». Susana Samaniego, en infantil desde que se creó el programa, no recuerda un periodo en el que tuvieran ... que derivar más ingresos. Como referencia en Torrelavega en trastornos alimentarios, «llegó un momento en que no podía ver otra cosa». No había tiempo. Tuvieron la sensación de «no dar abasto» ante un «exceso de trabajo» para atender a pacientes y a unas familias que necesitan «mucha ayuda» para gestionar la situación –se trata de un factor básico–.
Cuenta que hubo un refuerzo de personal en los equipos y que eso «ha aliviado un poco la situación». ¿Y qué se han encontrado en estos meses? «Aunque la enfermedad derivada del virus, propiamente, no ha afectado tanto a los niños como a los adultos, las medidas de Salud Pública sí que les han afectado especialmente». Supusieron un cambio drástico de rutinas «sociales, escolares y familiares» que afectaron directamente a ámbitos como juegos, deportes o relaciones sociales, factores claves del desarrollo de los menores, que han derivado, por ejemplo, en el abuso de dispositivos electrónicos. Aislamiento, repite la experta. «El malestar emocional que nos ha afectado a todos, a ellos en mayor medida. Y también por el vínculo con los adultos a los que han visto sufrir» (cuestiones económicas o duelos por pérdidas). Habla de las dificultades para «manejar la incertidumbre», lo que se ha traducido en pérdida de ilusión respecto a un futuro más imprevisible que nunca.
«Ha habido un incremento brutal del número de casos», reconoce Samaniego. Cita, sobre todo, al perfil de niñas adolescentes –más que niños– que acudían «con problemas de autolesiones o trastornos alimentarios». «Chicas muy autoexigentes que necesitan tener todo muy controlado y se manejan muy mal con esa incertidumbre». También, ante las dificultades para controlar la ansiedad, «gestos suicidas y autolesiones».
En el caso de los más pequeños, el recrudecimiento de «temores infantiles». Aspectos que se complicaron tras el confinamiento como «salir a la calle, separarse de sus padres o dormir solos». Una mayor «inseguridad».
Beatriz Payá | Área de Psiquiatría Infantil de Valdecilla
La experta destaca que los trastornos en niños y adolescentes ya crecían en los últimos años. «La pandemia, como factor de estrés agudo, ha actuado como un gatillo para que la patología mental se haya disparado o haya agravado los casos». Así, ha habido un «altísimo número de niños que ha solicitado ayuda ambulatoria», lo que ha supuesto la «saturación de las unidades de salud mental, mayores listas de espera y un llamativo número de ingresos por trastornos depresivos, autolesiones y trastornos alimentarios graves de niñas de entre 12 y 15 años, muchas con pérdidas de peso muy graves que requieren ingresos de larga duración».
Ese escenario ha chocado de lleno «con una red de salud mental infantojuvenil que ya andaba infradotada». «No hemos tenido capacidad para asumir toda la demanda». Habla, en ese sentido, de ratios de profesionales por habitante bajos en comparación con otras comunidades. «Así que lo primero sería invertir en profesionales». En ese sentido, cuenta que en Valdecilla han hecho lo que han «podido», con equipos «muy implicados», pero con «momentos en los que ha sido imposible». «A veces sólo hemos podido ser apagafuegos y hemos echado en falta poder dar toda la atención necesaria a los pacientes y también a las familias, que es muy necesario en estos casos».
Payá cuenta que el efecto pandemia conjuga muchos factores de riesgo. «El confinamiento o la crisis han provocado otras situaciones como el aumento de la violencia intrafamiliar o problemas económicos que aumentan el estrés. El propio contexto familiar tiene efectos en el niño. Y vemos casos de patologías graves que tienen que ahondar en muchos factores con unos recursos que ahora no tenemos». ¿La receta? «Más psicoterapia, capacidad para ver a los niños con más frecuencia, herramientas para intervenir en ese contexto familiar, en el contexto escolar...». Para algunos niños, el confinamiento, relata, fue «como una burbuja protectora» y volver recrudeció situaciones de bullyng, maltrato... Más necesidades: «Mejorar la prevención, la identificación de los casos y el tratamiento en el área ambulatoria, en la que se pueda atender con la frecuencia necesaria. Y, en el hospital, recursos y profesionales para asumir la patología grave o para potenciar el hospital de día». Invertir en salud mental, dice, «y más en adolescentes, es ahorrar a largo plazo».
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