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El pasado viernes, en la Residencia Fuente Ventura se practicaron las pruebas del coronavirus a los dos últimos usuarios que esperaban confirmar si habían superado la enfermedad. «Si salen negativas, en Luey estaremos 'libres de Covid'», confiaba por teléfono Tomás Pandal, coordinador del ... centro. En esta residencia de Val de San Vicente, con más de 30 casos positivos acumulados, han vivido semanas difíciles, agotadoras. Ahora que la situación se estabiliza, Pandal y su equipo respiran más tranquilos.
El coronavirus ha tenido un fuerte impacto en las residencias donde conviven personas mayores o dependientes. La mortalidad ha sido elevada, sobre todo, en Madrid, Cataluña, Castilla y León y Castilla-La Mancha. En Cantabria, con una población aproximada de 6.000 residentes, Sanidad contabiliza 143 muertes con Covid-19, casi el 70% de los fallecimientos totales en la comunidad.
6.000personas aproximadamente viven en centros residenciales en Cantabria.
Para afrontar la crisis sanitaria, en los centros se han tomado medidas organizativas drásticas: confinamiento de los residentes en las habitaciones, alas con acceso restringido, interrupción de las visitas... En varias residencias, desbordadas algunas o queriéndose anticipar otras, las plantillas se han recluido con los usuarios. Los trabajadores han doblado turnos y han tratado de atenuar los efectos del encierro en la salud de los residentes. Ha sido una situación dura con complicaciones de fondo: la relación entre el sector y la Consejería de Sanidad ha sido más que tensa.
Rubén Otero | Presidente de la FED
Algo más aliviadas, controlando la situación gracias a los test, a los barridos periódicos o a la reorganización de los espacios, las residencias empiezan a centrarse en una progresiva vuelta a la rutina. «Con mucha prudencia», coinciden los portavoces consultados, porque el virus sigue activo y porque su comportamiento es una incógnita en muchos sentidos.
Prudencia, por tanto, ahora que comienzan a plantearse posibilidades de contacto: Cantabria pasa hoy a la fase dos del plan de 'desescalada' del Gobierno, una fase donde se permitirá la reanudación de las visitas en los centros residenciales -o en las viviendas tuteladas- en los que no haya casos confirmados de Covid-19 o residentes en cuarentena. El Gobierno central deja en manos de las comunidades autónomas la concreción de las medidas que condicionarán estos reencuentros.
70casos activos hay entre los residentes, según el último informe de Sanidad. El martes esa cifra ascendía a 128.
Las residencias cántabras esperan que esta 'desescalada' se traduzca en protocolos específicos y que cada centro pueda adaptarlos a su realidad. «Esperamos que los protocolos atiendan a las diferencias de cada centro, en función de cómo sean -tamaño, alas, si tiene zonas abiertas...- y de cómo se encuentren», indica Pandal, y se refiere con esto último a la forma en que haya impactado el coronavirus en cada residencia.
Julia Gurruchaga | Dtora. ejecutiva de Pro Maiorem
También Rubén Otero, presidente de la FED (Federación de Empresas de la Dependencia) habla de «soluciones y protocolos específicos» que puedan adaptarse a cada complejo residencial. No es lo mismo tener jardín y espacios al aire libre que no tenerlos; haber registrado positivos que haberse mantenido 'libres de Covid', ejemplifica. En la federación preocupa el plan de 'desescalada'. El sector ha hecho aportaciones al Gobierno para guiar esa normalización de la convivencia en los centros. ¿Cómo? Otero apunta a la posibilidad de retomar alguna terapia en grupos muy reducidos o de aprovechar los patios y los jardines para pasear o sentarse al sol. Todo, insiste, con distancia, protección y seguridad.
143residentes con Covid-19 han fallecido en Cantabria durante la pandemia.
Las residencias también necesitan garantizar la provisión de materiales y equipos de protección, y Otero pide a la Administración que tenga en cuenta la inversión que ya han hecho los centros en este periodo tan complicado. Además, desde la FED se reclama que el sector pueda participar en los foros donde se planifique la transición hacia la normalidad. «Echamos en falta estar en las reuniones en las que se trate el plan de 'desescalada'», indica su presidente. No se oponen a que se creen comités de expertos o grupos de trabajo, pero desean tener voz en ellos.
Las visitas forman parte de la convivencia en los centros. Familias y residentes comparten el deseo de reencontrarse, y saber cuándo o cómo podrán hacerlo motiva decenas de preguntas y llamadas. En las residencias son «sensibles» a esta necesidad, la tienen muy presente. Apuntan, de nuevo, a la prudencia.
Otero entiende que a medio plazo este tipo de contacto se producirá en espacios concretos, se regulará con cita previa, con distancia y protección. En Cadmasa, el centro que dirige en Las Caldas del Besaya, disponen ya de una aplicación para programar las visitas y evitar cualquier congestión. El desarrollo tecnológico será un pilar de la transición hacia esa nueva normalidad.
Tomás Pandal | Coordinador de Fuente Ventura
La FED agrupa a 47 centros que ofertan unas 2.300 plazas en Cantabria. En algunas residencias persisten los casos positivos, indica Otero, pero la situación tiende a estabilizarse. «Estamos ahora mismo bastante aliviados, pero con la preocupación, como dicen los expertos, por posibles rebrotes. Tenemos que estar preparados y no levantar la mano al cien por cien».
744casos acumulan las residencias desde el inicio de la crisis sanitaria, el último de ellos notificado ayer, domingo.
Comparten estas sensaciones en Lares, federación que reúne a diez centros y dispone de unas 1.700 plazas. Gema de la Concha la preside y dirige además la residencia San Cándido, en Santander. En el centro sólo restan tres positivos. Los barridos, indica, han sido esenciales para detectar los casos y actuar en consecuencia. La actitud de las plantillas también ha sido crucial: «A los residentes, en todo momento, les hemos transmitido mucha tranquilidad. La situación es complicada, pero los profesionales se han desvivido por estar más tiempo con los residentes, por intentar que vivieran en una normalidad», defiende De la Concha.
Gema de la Concha| Presidenta de Lares
Esta trabajadora social apuesta también por que el sector tenga voz en los grupos de trabajo; por una 'desescalada' concreta y con seguimiento, y por ir «poco a poco» con las visitas. Los reencuentros tendrán que programarse y precisarán mascarillas, hidrogeles, desinfección de zapatos, distancia, elementos de separación..., enumera. No puede ser de otro modo. «Tenemos que empezar con esa 'desescalada', pero necesitamos instrucciones claras sobre lo que hay que hacer, y adaptarlas a cada centro. Hay que ir poco a poco», insiste.
«Creo que debería reinar la prudencia ante todo. Hemos hecho mucho sacrificio para llegar a 'Covid cero' en Pro Maiorem», cuenta por teléfono Julia Gurruchaga, directora ejecutiva de este grupo que gestiona cuatro centros residenciales en la comunidad (Virgen del Faro, Virgen de la Salud, Virgen de la Barquera y Limpias) y varios centros de día. Todos se asoman a su futuro más inmediato con una mezcla de sosiego y cautela: «Trabajar sin positivos te da cierta tranquilidad, pero seguimos extremando las precauciones». Ahora esperan protocolos concretos de Sanidad para una 'desescalada' ajustada a sus características: «Estamos a la espera de instrucciones que nos den seguridad sanitaria y jurídica», señala.
Araceli Castillo | Residencia Santa Ana
En la Residencia Santa Ana tampoco registran ahora casos positivos, ni entre la plantilla ni entre los residentes. El día 6 se hicieron pruebas generalizadas y los resultados fueron negativos. Hay alivio, pero no se baja la guardia: «Si hacemos comparación, la situación ha cambiado mucho, pero hay preocupación. Tendremos que aprender a convivir con ello hasta que se encuentre una vacuna o cualquier solución», indica Araceli Castillo, directora de este centro, ubicado en Santoña.
La crisis sanitaria, por otro lado, ha revelado la necesidad de coordinar los ámbitos sanitarios y de los servicios sociales, entiende el sector. Es «una reivindicación histórica», coinciden Otero, Gurruchaga y De la Concha. Esta última apela a la necesidad de acordar «una coordinación formal» sin salir de la red pública de atención y asistencia. Para Tomás Pandal, la colaboración entre ambos departamentos sería «una solución muy importante».
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