«¿Y se puede mandar un jamón?»
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Los paquetes multiplican la actividad postal en las oficinas durante estas semanas. Y sí, se siguen enviando tarjetas navideñasTras las bocas de los leones de Correos -esos buzones de Alfonso XIII icónicos para cualquier santanderino- hay unas cajas en las que caen las cartas. Estos días no abundan las que van en sobre con ventana de plástico. Las que traen notificaciones, anuncios o ... asuntos burocráticos. Las frías, las que se abren casi siempre con desgana y se ojean por encima. Es una excepción, pero ahora tocan sobres de colores, de tamaños diferentes, nombres de remitentes escritos a mano, cartas decoradas a un amigo del Reino Unido y hasta algún dibujo junto a la dirección. «El volumen ya no tiene nada que ver con el que había hace quince años, pero sí se siguen enviando», explica Alejandro González, director de la oficina más importante de la capital. Habla de tarjetas navideñas, de felicitaciones. Les gusta que se mantenga la tradición (y recibir alguna dirigida a ellos), aunque ahora, lo que les da más trabajo son, de largo, los paquetes. Sin ninguna duda es la época de más tarea. Además, las oficinas se convierten estas semanas en un escaparate de juguetes, de regalos y de productos navideños. Casi todo, en forma de colaboraciones con entidades solidarias. Son los otros pajes de los Reyes (o los otros elfos de Papá Noel, que ahora está todo mucho más repartido). Porque, ojo, por la boca de esos leones de Correos también entran cartas para Laponia y Oriente.
«Hay gente que mantiene la tradición del envío físico de felicitaciones. Además, muchos colegios tienen como actividad hacerlas. Los niños las escriben para sus familias, vienen, como en una excursión, a enviarlas a la oficina y nosotros les enseñamos todo. Y a eso se suma que tenemos las tarjetas de Unicef, que se venden bien y gustan mucho», detalla Patricia Rubio, jefa de sector de Oficinas en Cantabria.
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Están esas cartas y están las del 'yo me pido', con listas de peticiones de regalos. Correos ha instalado unos buzones 'mágicos' en varias de sus oficinas (tres en las de Santander y otros repartidos por Laredo, Maliaño, Reinosa, Bezana, Santoña y Torrelavega). Hay todo un 'Departamento de envíos extraordinarios' con sobres y una emisión de sellos específicos en los que aparecen los Reyes o Papá Noel.
Mientras lo cuentan, los usuarios entran a la oficina para enviar o recoger paquetes. Hay un hombre que se lleva uno enorme con una cara de felicidad absoluta. El almacén se llena y se vacía constantemente. «Desde finales de noviembre, con el 'black friday', se empieza a notar el aumento. Y ya no para hasta que acaban las fiestas», explican los responsables. Es «la época más fuerte del año», solo comparable a lo que ocurrió con el voto por correo en las últimas elecciones generales. «Además de las compras que se hacen por internet, que han crecido mucho, muchas familias envían regalos por correo o productos típicos si tienen un hijo fuera, por ejemplo. Hay mucha tradición también con el envío de lotería y tenemos, de hecho, un envío específico para eso, un servicio premium y seguro».
Se refuerza el personal en las oficinas «para evitar largas colas de los clientes». Y les toca resolver dudas típicas: «¿Y puedo mandar un jamón?». La respuesta es un «depende». Cada país tiene sus propias restricciones, sobre todo en cuanto a alimentación. A Estados Unidos no se puede enviar chocolate (una onza te puede echar abajo un paquete entero) y a Australia nada de plantas o semillas, por ejemplo. Hay situaciones curiosas. Esta misma semana entró un hombre a buscar un paquete al mostrador con una lechuza (una de verdad, le hicieron una foto) al hombro. O aquella de una carta con un nombre y un mapa dibujado (sin dirección) que acabó llegando a su destino. «En estas fechas hay muchos regalos que tienen que llegar antes de Navidad y siempre se intenta hacer lo imposible para que llegue todo a tiempo».
Más allá de las cartas manuscritas («es la época del año en la que más vuelven los clientes particulares») y de ese trajín de los paquetes, la oficina de Correos es cada vez más un poco una oficina para todo. Recorriendo la principal de Santander uno tiene la sensación de estar, estos días, dando un paseo por la calle viendo escaparates.
Además de ese 'Departamento de envíos extraordinarios' (que se llama así, que no es una forma de hablar) en Correos tienen colaboraciones con Cruz Roja o con Unicef, que se traducen en distintos productos. También el popular boli solidario de 'Un juguete, una ilusión' o los muñecos pelones para recaudar fondos contra el cáncer infantil.
En las estanterías hay un buen puñado de libros (no solo para niños), de peluches, de juguetes... «También tenemos una tarjeta Correos de prepago para compras por internet», añade Rubio, mientras que González recuerda que hasta cuentan con un servicio de venta y envío de cestas de Navidad por encargo. Se pide allí mismo, sin necesidad de ir a seleccionar productos o a montar la cesta, Correos se lo notifica al proveedor y se ocupa de enviarla: «Ayer mismo hemos mandado una a Sevilla».
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