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Álvaro Machín
Santander
Lunes, 11 de noviembre 2019, 01:02
A eso de las ocho y un minuto de la tarde, en la sede de los populares se respiraba un moderado optimismo. Más que euforia era una de esas medias sonrisas de los pocos que asomaban en ese momento por los salones habilitados en el ... hotel Santemar. «Estaremos entre 95.000 y 100.000 votos». Valoraciones de corrillo. El dato hay que ponerlo en contexto. La última vez los populares cántabros se pegaron un batacazo histórico y no alcanzaron los 78.000 sufragios. Casi veinte puntos menos. Por eso, los dos diputados que les daba el sondeo y que confirmaban los primeros porcentajes de escrutinio, les supieron a gloria. Dos con un 10%, dos con un 20%, dos con un 30%... Y la noche fue mejorando según pasaban los minutos. Se quedaron muy lejos de esos 95.000 votos, pero la jornada supuso la recuperación de la hegemonía en Cantabria y en municipios que les habían escocido mucho en los últimos comicios como Santander. O sea, que esas caras de moderado optimismo acabaron en cara de victoria. Eso sí, con la mueca torcida por el resultado de los independentistas y por las sumas por bloques en el Congreso. «Un desastre, sigue el bloqueo», se escuchó. De triunfalismo, lo justo.
La 'cosecha' del PP en Cantabria fue fructífera. Escaño para Diego Movellán y Elena Castillo, una subida de cuatro puntos y escaladas considerables en buena parte de las plazas fuertes de la región. Además de la victoria en la capital, también triunfos en Reinosa, Piélagos, Camargo, Bezana o Santoña, entre otros (en estos tres últimos, con vuelco, además, respecto a las últimas elecciones). Y, aunque el recuento en el Senado iba bastante más lento, un buen puñado de certeza respecto a recuperar sus tres representantes –se habían quedado en uno tras el 28 de abril–. Javier Puente, Amaya Landín y Félix de las Cuevas, con la maleta hecha para ir a Madrid.
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Con eso, la sala del hotel Santemar se fue ambientando y aparecieron los primeros rostros conocidos del partido. Concejales de Santander o Torrelavega o el exdelegado del Gobierno, Samuel Ruiz. Muy poco a poco. Faltaban los interventores (pendientes del recuento de la Cámara Alta) y los primeros espadas de la formación, encerrados en la sede analizando cada número y pendientes, también, de la intervención de su líder nacional, Pablo Casado. «Hasta que no hable Casado, no van a salir», comentaban los responsables de comunicación a los periodistas. «Puede ir para largo».
Casado salió cerca de las once y media –había treinta personas en ese momento en el salón–. María José Sáenz de Buruaga, media hora después. Compareció acompañada de los dos diputados y los tres senadores obtenidos. La presidenta de los populares habló de los resultados y también, sin decirlo, reivindicó el papel propio y el de su equipo después de una última etapa turbulenta desde el punto de vista interno. Por eso, en el habitual listado de agradecimientos incluyó la palabra «lealtad». «Hemos ganado y hemos alcanzado el objetivo de ser otra vez la primera fuerza política en Cantabria en muy poco tiempo», analizó ya en términos de día electoral. «Hemos demostrado que no se puede sustituir al Partido Popular. Teníamos dos parlamentarios y ahora tenemos cinco». Hubo también dardo para socialistas y regionalistas. «Había quien daba por hecho que tendría dos diputados y dos senadores. Lo siento,pero va a ser que no». Y sacó pecho interno, en el seno de su propia formación al destacar que volvían «a ser una de las comunidades autónomas en las que el PP gana». Tras esto dirigió su intervención hacia los socialistas. «Cantabria ha pedido cambio, no quiere a Pedro Sánchez y la mayoría de los representantes que enviamos a Madrid son contrarios a Sánchez», dijo antes de reflexionar sobre el «mensaje» enviado desde la comunidad autónoma. «Es muy claro. Los cántabros valoran lo que se ha hecho a Cantabria desde el gobierno en estos meses». Habló de empleo, precariedad, infraestructuras... «Los ciudadanos han visto los rasgos de un mal gobierno y Cantabria ha dicho que no quiere al PSOE ni a Pedro Sánchez».
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Precisamente sobre el líder socialista centró el cierre de su intervención (ya con la sala llena). «Ha perdido el pulso que echó a los españoles» con la convocatoria de elecciones. Quedaba, eso sí, un último mensaje. Y otra vez fue un refuerzo interno tras una etapa de calvario. «El proyecto del PP en Cantabria es cada día más fuerte, imparable. Después de tres convocatorias, las más difíciles, aquí estamos los primeros otra vez», sentenció.
«Parecía difícil, pero lo hemos vuelto a hacer», empezó diciendo Diego Movellán en su turno. El número uno al Congreso achacó el buen resultado en Cantabria al «mejor líder» para la región, en referencia a Pablo Casado. «Los cántabros han dicho alto y claro que quieren como presidente a Pablo Casado y no a Pedro Sánchez». De hecho, para el otra vez diputado en el Congreso, la victoria en clave local de ayer supone «un punto de inflexión». «Más pronto que tarde seremos el partido que gobierne en Cantabria y en España».
Movellán destacó el «fuerte retroceso de la izquierda» en la región y lo comparó con su número total de votos y su porcentaje final. «Después de tocar suelo volvemos a nuestro estado natural, el de ser la fuerza hegemónica». Y también trasladó ese discurso a la composición del Congreso. «Hoy nadie duda de que el centro en España es del Partido Popular», lo que, a su juicio, les permitirá gobernar en el futuro.
Con todo, el dirigente no escondió que, pese «a un buen resultado en Cantabria y del PP a nivel nacional», el balance final de las elecciones era el de «un mal resultado para España». Por último, en clave local, prometió ir a Madrid con sus compañeros «a trabajar». «Sin papelucos y sin papelones», dejó caer. Y no perdió la ocasión de poner como ejemplo a la alcaldesa de Santander, Gema Igual, en la idea de «mirar a los ojos» a los votantes. Otro guiño en clave interna de los populares.
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