![La Segunda playa de El Sardinero, colmada de gente este jueves, día del Pilar.](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/10/12/turismo05-kJr-U210412307531nDG-1200x840@Diario%20Montanes.jpeg)
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«¡Qué maravilla! ¡Qué vistas más espectaculares!», exclamaba desde la terraza del Centro Botín la más veterana de la familia Gómez Castaño, procedente de Pamplona para pasar el puente del Pilar en Santander. Tres generaciones, de abuelos a nietos, que se retrataban con la bahía ... de fondo intentando no cerrar los ojos antes un sol que deslumbraba. Y eso que todavía ni siquiera era mediodía. Era su primera parada de una intensa jornada en la que también tenían contemplado pasear por La Magdalena, El Sardinero, pisar la arena de las playas, tal y como demandaban los más pequeños... «Teníamos muchas ganas de venir», contaban entre foto y foto. Un soplido de la brisa marina contribuía a hacer más llevadero ese rato –«¡qué lindo aire!»– en el que se ha convertido en uno de los puntos más atractivos de la capital.
Desde esa terraza panorámica en lo más alto del edificio diseñado por Renzo Piano se podía contemplar el mosaico de colores que teñía la bahía, luminosa por el reflejo del sol y llena de 'invitados' que aportaban sus variopintos matices. Los que disfrutaban del día en sus barcos; los que aceleraban con motos de agua; los que cultivaban el cuerpo y el espíritu remando; y los numerosos turistas que optaron por subirse en las lanchas de Los Reginas en alguna de las sugerentes excursiones que se ofertaban: desde el embarcadero hasta Cabo Mayor y vuelta, la clásica con paradas en Pedreña y Somo, la que se adentra en el río Cubas... Las largas colas para sacar los tiques y subirse a la embarcación correspondiente daban fe de que era una de las actividades preferidas por los visitantes. «Pero, ¿dónde está el barco?», preguntaba impaciente un niño a sus padres mientras esperaban su llegada para iniciar la ruta elegida.
El puente del Pilar en Cantabria, en imágenesVer 17 fotos
Cerca de allí, en el Muelle Calderón, el imponente galeón Andalucía despertaba a otros muchos las ganas de subir a hacer una visita. Todo ello en un paseo marítimo convertido en un enjambre de paseantes, acentos e idiomas, como el inglés que aportaban los viajeros que acababan de desembarcar del ferry Pont Aven.
Que Cantabria esté hasta arriba de turistas obliga a cultivar la paciencia. Sobre todo si tienes hambre y no has reservado mesa para comer. «Sin reserva, hoy imposible», se repetía como respuesta en varios locales hosteleros del centro de Santander. «Si queréis picar algo de pie en la barra...», ofrecían como alternativa rápida. Situaciones de verano en pleno otoño. Como las estampas de las playas, nutridas de vecinos y turistas que no tenían ningún reparo en bañarse viendo las cálidas temperaturas que depara todavía el Cantábrico –a más de 20 grados está el agua–.
Al final de la jornada era la hora del balance. Del primer día del puente. El Parque de la Naturaleza de Cabárceno recibió a 7.714 visitantes: desde 1.600 vascos hasta 21 murcianos, hubo asistentes de todas las comunidades autónomas españolas, al margen de un puñado de extranjeros. Una cifra «muy buena», según apuntan desde Cantur, que incluso se superará hoy porque hace días que se agotaron las entradas de la venta anticipada. Al teleférico de Fuente Dé se subieron 1.528 personas y a la cueva de El Soplao descendieron 1.207. Otro reflejo de que la región está casi a rebosar, como confirman los datos aportados por la Asociación de Hostelería, que cifra en un 95% la ocupación media en el litoral y entre un 90 y un 95% en otros puntos significativos como Liébana, Liérganes y Bárcena Mayor.
Un puente de cuatro días apetecible y más si el tiempo acompaña, como es el caso (el sábado ya no se podrá decir lo mismo). Pero este jueves, cielos despejados y temperaturas calurosas, aunque no asfixiantes, como sucede en otros puntos de España. Los 24,3 grados que se registraron de máxima en Santander, los 25,4 de Castro o los 28 de Santillana –en Liébana y los Valles Pasiegos sí que hubo más de 30º– son exagerados para esta época del año en Cantabria, pero «permiten respirar», tal y como destacaba la familia Herrera mientras tomaba unas cervezas en una terraza de Castelar. Desde el móvil enseñaban los 35 grados que achicharraban los termómetros en Mérida, desde donde habían 'huido' en busca del 'refugio climático' cántabro.
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