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Para el próximo viernes, día 23, Papá Noel no habrá tenido tiempo de llegar aún a Cantabria; pero el Puerto tendrá su regalo de Navidad porque finalizará, si no hay contratiempos, la construcción del quinto y último inmenso cajón de hormigón que dará forma a ... la zona más avanzada del muelle 9 de Raos. «El ritmo de los trabajos ha sido muy bueno y estamos apunto de finalizar», afirma Christian Manrique, jefe del Área de Infraestructuras y Dominio Público de la Autoridad Portuaria de Santander (APS).
Las labores continúan sin descanso en el dique flotante ubicado en el muelle 7, donde se han construido los cinco bloques. Es la conocida 'cajonera', que el pasado septiembre llamó la atención de los santanderinos cuando llegó a Santander por mar, como si fuera un barco más. Ahora está cerca de finalizar sus servicios en la capital cántabra.
«Este que estamos haciendo ahora es el quinto cajón, el que hemos llamado Cabo Mayor», detalla Manrique. Lo primero es colocar la base sobre la 'cajonera', que es de papel, para que el hormigón no se adhiera al suelo y no genere un efecto ventosa después, cuando llegue el momento de botarlo.
Más de 3.220 metros cúbicos de hormigón se han traído al Puerto en un tráfico continuo de camiones en más de 460 viajes, pues el vertido debe ser constante para que no haya juntas frías que puedan poner en peligro la consistencia estructural de los cajones. «Tenemos diferentes velocidades de consolidación del hormigón, dependiendo de la dureza que queramos darle en cada caso. En el fondo las fórmulas son más largas, tardan más en asentar, porque son más resistentes, y en la parte superior va más rápido», aclara el responsable de las obras.
Los trabajadores se afanan en preparar la base de la 'cajonera' para comenzar con la construcción de este último mazacote de hormigón, pues cada una de estas inmensas piezas tiene 20 metros de eslora y 50 de manga. Caminan por la superficie de esta infraestructura repartiendo la ferralla, que es el esqueleto que tendrá el hormigón armado. Al lado, otros tantos obreros ultiman también el cajón cuatro, que está flotando y ahora hay que continuar levantando en altura.
«Lo que nos ocurre aquí es que en este muelle tenemos nueve metros de calado. Eso implica que no podemos terminar el cajón en su primera ubicación porque tendríamos que hundirlo entero y no se puede;necesitamos botarlo y que flote para continuar construyéndolo en altura», detalla Manrique. De modo que justo al lado se hormigona lo más parecido a un barco de hormigón de una forma similar a como se levanta un edificio. «La gente nos pregunta cómo la estructura puede flotar, pero es que es que ha sido diseñada con todos los cálculos de estabilidad naval». Por eso, precisamente, los ingenieros lo diseñaron hueco, para poder flotarlo y hundirlo más adelante en la llamada zona de guardería, que se encuentra en la margen norte, donde los cinco grandes bloques aguardarán hasta que sean trasladados a su ubicación final.
Entre tanto, las dragas están extrayendo material en la zona del muelle 9 sobre la que se asentarán. En total, moverán hasta 570.000 metros cúbicos de arena, fango y roca caliza. Una labor que se dilatará más o menos en el tiempo, dependiendo de la naturaleza del suelo que encuentren.
Una vez terminada toda esa labor, se construirá la denominada 'banqueta', la cimentación que se conformará con grava y sobre la que se posarán los cajones. Sobre ellos, se colocará una losa de hormigón para homogeneizar el suelo y después se terminará con la ubicación de las defensas, los norais y todos los complementos que ha de tener cualquier muelle.
La obra, que cuenta con un presupuesto total de 30 millones de euros y está adjudicada a la UTE Rover Maritime SL y Ciomar Construcciones y Obras Marítimas SL, terminará con años de espera para ver finalizado el muelle 9. Una infraestructura que se licitó en 2015, que se paralizó en 2017 por un conflicto entre la adjudicataria de la obra y la Autoridad Portuaria, y que tras el proceso judicial despegó hace unos meses definitivamente para convertirse en una pieza clave del futuro del Puerto, pues ayudará a incrementar considerablemente la capacidad del tráfico RoRo –el que puede entrar y salir por sus propios medios de los buques– y a alcanzar la ansiada cifra de siete millones de toneladas gestionadas para 2023.
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