Secciones
Servicios
Destacamos
Cada nuevo encuentro o ponencia que ofrece últimamente el director del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria (IH) tiene cierto aire de arenga. Envuelta en un manto de sensatez y contención; pero arenga al fin y al cabo. «Tenemos en la bahía ... de Santander una serie de entornos costeros que están sufriendo una degradación continuada, año tras año, y así seguirá siendo si no actuamos pronto», arrancó el miércoles su intervención Raúl Medina en la Cátedra Abierta 'José Luis Casado Soto', que organizó Unate en la sede de Pedrueca de la Fundación Botín.
«Las actuales dinámicas mareales conducen a que en unos quince años las playas de Somo y Loredo empequeñecerán, y ya no existirán tal y como las conocemos». «Tenemos que hacer algo y para eso es fundamental que las instituciones alcancen un acuerdo para que podamos comenzar a adoptar soluciones», enfatizó.
Sólo la presión popular puede espolear a los poderes públicos a tomar cartas en un asunto que a día se hoy no se antoja urgente, pues tiene un horizonte planteado a quince años vista. «El peor escenario es que esperásemos a reaccionar tarde», advirtió Medina, que no se anduvo con paños calientes al denunciar la necesidad de exigir a los gestores responsabilidad frente a un problema que tiene una explicación sencilla.
El relleno histórico de la bahía ha cambiado las corrientes mareales. Y no ha sido una actuación menor. De hecho, se calcula que el estuario ocupaba en origen el doble de la superficie actual; y eso ha conducido irremediablemente a una alteración de su equilibrio. «Es el orden lógico de las cosas. El ecosistema sufre unas intervenciones humanas y se regula de nuevo».
En cada 'respiración' del pulmón de la bahía, o lo que es lo mismo, en cada ciclo mareal, se mueven nada más y nada menos que 90 millones de metros cúbicos de agua. Toda esa fuerza de las corrientes, tal y como está ahora configurada la morfología del estuario, está dando como resultado una pérdida anual de metro y medio de tamaño en las playas Somo y Loredo. Toda esa arena 'robada' sirve para alimentar paulatinamente el Puntal y aumentar su tamaño del orden de siete metros cada ejercicio.
Es una consecuencia lógica de la pérdida de tamaño de la bahía producto de los rellenos históricos. Anteriormente las corrientes en la zona del puntal, pasillo natural de entrada y salida del agua, sufrían erosiones más importantes por la mayor cantidad de líquido que se movía en cada ciclo. A día de hoy es la mitad y ese desgaste es mucho menor. Si no se actúa, la lógica llevaría finalmente a la desaparición de las playas de Somo y Loredo y a un crecimiento descontrolado del Puntal, que terminaría por cerrar la entrada al Puerto.
Impacto social
«Todo esto va a ir afectando cada vez más a los usos sociales que hacemos de estos espacios. Las inundaciones llegarán a zonas sensibles de Somo y Loredo, sobre todo en los temporales. Se verá afectado también el marisqueo, el turismo, etc», explicó el codirector del IH –gestiona el instituto mano a mano con el doctor Íñigo Losada–.
Según el experto, «está en nuestras manos devolver el equilibrio al sistema, o al menos intervenir para reparar lo que ya está hecho»; pero para eso es preciso que exista un consenso social y lo que es más importante, a nivel gestor. Y a la vista de los últimos acontecimientos, con los espigones de La Magdalena como ejemplo, es un objetivo de difícil alcance.
El efecto de esos diques se circunscribe únicamente al entorno de La Magdalena, y no suponen una solución al problema más global de la bahía;pero la controversia en torno a esta actuación ha dejado claro que ni la sociedad ni la clase política son capaces de alcanzar acuerdos de esta índole.
«La controversia puede ser rica para enriquecer el debate y encontrar soluciones conjuntas; pero lo que no podemos permitir como sociedad es que estas disputas anulen la necesidad de actuar», lanzó sin reparos.
Lo cierto es que todas las opiniones merecen ser escuchadas, pero la ciencia no es una opinión, es ciencia, contrastada y objetiva. Ahí no cabe la discusión. Y el futuro es claro según los modelos diseñados por los profesionales del Instituto.
Avanzó el investigador que si no se actúa para remediarlo, el mar despellejará las dunas de Somo, que descubrirá por completo los acantilados entre esta población y Loredo; y dividirá en dos la playa que une a ambas. Los episodios de inundaciones en las zonas más bajas se Somo se repetirán con frecuencia y el Puntal quedará también partido en dos o más segmentos porque las olas lo atravesarán de norte a sur. Pero una y otra vez insistió en el mismo mensaje alentador: «Estamos a tiempo de frenarlo; pero hay que actuar ya».
¿Cómo? «Lo primero que se puede hacer es recuperar espacios que en su día se robaron al estuario», aclaró Medina. Marismas pequeñas que en todo caso no podrán reparar todo el espacio ganado históricamente a la costa, por ejemplo, en Astillero, el Puerto de Santander, Campogiro, Nueva Montaña... Por eso es imprescindible intervenir también a mayor escala. «Podríamos mover cantidades ingentes de arena del Puntal a Somo y Loredo para restablecer el paisaje tal y como estaba hace siglos. Podemos hacerlo. Pero hagamos lo que hagamos, si no queremos que el problema avance, debemos hacerlo ya».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.