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Hace un siglo, el libro 'La cuestión regional de Castilla la Vieja' (1918), del ingeniero industrial segoviano Luis Carretero Nieva, sentó las bases del regionalismo castellano. Influido por el catalanismo que vio en torno suyo, tanto durante sus estudios en Barcelona como luego en su ... vida adulta, Carretero vino a pensar que de algún modo 'Castilla la Vieja' había sido secuestrada, primero por la unión con el reino leonés, luego con el aragonés, y finalmente por la aventura histórica española. Su hijo Anselmo, ya en el exilio mexicano, desarrollaría esta tesis de una forma más amplia y general para reinterpretar la historia de España y proponer un federalismo que está en el substrato del actual programa del PSOE.
En el afán de rescatar a Castilla de una España que había usado y abusado de ella (frente a la teoría catalanista sobre la construcción opresiva de una España uniformemente castellana), Luis Carretero encontraría la simpatía de dos destacados historiadores: Rafael Altamira, autor de una canónica historia de la civilización española, y Claudio Sánchez-Albornoz, quien, con 'España, un enigma histórico', lucharía a brazo partido contra Américo Castro y la tesis de una nacionalidad condicionada por moros y judíos.
Sánchez-Albornoz, medievalista mundialmente reconocido, fue presidente de la República en el exilio entre 1959 y 1970. Cuando Cantabria estaba ya fraguando su conversión en comunidad autónoma, en noviembre de 1981, Albornoz, de abolengo abulense, dirigió un llamamiento a través del Ateneo santanderino para la unión de los territorios castellano-leoneses: «Ha llegado la hora de luchar por nuestra pervivencia. Juntos podremos defendernos. Una provincia aislada, cualquiera que ella sea, no podrá resistir y será al cabo explotada. Por eso, amigos santanderinos, os invito a integrar Castilla como siempre la habéis integrado. Vuestra tierra fue, incluso, la cuna y raíz de Castilla». No sirvió de mucho esta arenga de tan distinguido experto. La opinión se inclinaba ya por la autonomía uniprovincial, materializada en 1982.
Luis Carretero proponía cien años ha crear una región con las provincias de Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila. Sus Diputaciones provinciales se habrían de agrupar en una Mancomunidad de Castilla la Vieja. En su análisis histórico, Palencia y Valladolid pertenecían al reino de León, con Zamora y Salamanca. Como en otros regionalistas de aquellos años, en Carretero el planteamiento se enmarca en un proyecto de reorganización y descentralización de España. Pedía por ello ponerse «en inteligencia» con otras regiones para transformar el «Estado simple centralista» en «Estado compuesto».
Como buen ingeniero, Carretero atendía a los problemas prácticos, fueran la propiedad agraria, la compensación por las desamortizaciones o las comunicaciones. Precisamente, entre los ferrocarriles que reclamaba figuraban estos: «El de Santander por Burgos a Soria y Segovia, y el ramal que una Miranda de Ebro con el paso de los puertos, con lo que La Rioja quedaría enlazada con Santander; resultando así que, dada la figura del polígono regional de Castilla la Vieja, faltarían tan sólo ferrocarriles complementarios como el de Logroño-Soria, el de Ezcaray-Aranda o el de Ávila-Segovia, para tener nuevamente agrupada toda la región de Castilla la Vieja». Y justamente por la importancia trascendental del ferrocarril, Carretero creía que debía quedar en manos del Estado, no de las empresas privadas. La misión de la Región sería vigilar para que el Estado actuase.
Obsérvese que Carretero hablaba del ramal entre Miranda y «el paso de los puertos», es decir, veía la necesidad de conectar valle del Ebro y Santander, algo que hoy sigue siendo un 'desiderátum'. Que lo defendiera hace cien años un regionalista 'castellano viejo' y no lo defienda hoy nadie en la regionalísima Cantabria… Hay que hacérselo mirar.
Para un cántabro interesado en la historia del problema territorial en España, especial interés revestirá en esta efeméride 'carreteriana' el epílogo que el autor solicitó al abogado Juan José Ruano de la Sota, diputado conservador a Cortes por la provincia de Santander. Ruano veía bien que el regionalismo castellano había sido estimulado por el catalán. (Incluso en Cantabria personas tradicionalistas como Pereda o Menéndez Pelayo habían apostado, también a partir de la incitación catalana, por un regionalismo de raíz literaria, como explica Benito Madariaga en su 'Antología' de 1989). Ruano avanza un diagnóstico: «El patriotismo de la patria chica es consecuencia del descrédito en que cayó el Estado como representación de la patria grande»; la terapia tenía que ser el fortalecimiento de los municipios, con una estructura que iba ascendiendo a comarcas-provincias, regiones y la nación.
Dentro de esta perspectiva, Ruano se declaraba «regionalista fervoroso», y decía sobre la lectura del libro de Carretero: «Antes tenía el sentimiento de la región, hoy tengo el convencimiento». Pues para Ruano «Santander es Castilla y Castilla la Vieja», idea generalizada entonces. Sin embargo, discutía el mapa. La exclusión de Palencia, por ejemplo, le parecía injustificada en un momento en que hasta el alcalde de Palencia y un senador palentino eran montañeses.
A cien años vista, constatamos la permanencia de ciertos problemas generales, como la autonomía municipal y la regional. Pero también el paulatino cambio de las mentalidades: cómo algunos castellanos se volvieron cántabros (hay varios sentidos de 'volverse'). La percepción de Carretero y Sánchez-Albornoz hoy sería suscrita por pocos, aquende o allende.
Otros no tienen tantos complejos. El presidente de la Autoridad Portuaria de Bilbao, ex teniente de alcalde por el PNV, Ricardo Barkala, acaba de reunirse en Burgos con lo más granado de la potente industria provincial para ofrecerle sus muelles, su inversión en el área logística de Pancorbo y decir, más o menos, en claro castellano, «somos vuestro puerto». Así los astutos bizkaitarras de Sabino van siendo 'el puerto de Castilla', mientras se fosiliza el pregón lírico de Ruano en 1918: «Santander es (la frase hecha la puso Dios creador en boca de los hombres) el puerto natural de Castilla».
El señor Barkala es un fervorosísimo regionalista, aprovechando para su región lo que otros abandonamos para la nuestra. 'Pancorbo' no consta en el diccionario político de Cantabria; sí en el de Vasconia. ¿Habrán leído a Sánchez-Albornoz en la intimidad?
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