La alianza Reina Sofía -Archivo Lafuente tiene una traducción: «Mejorar, fomentar y favorecer la investigación y la creatividad». A juicio de Manuel Borja-Villel todo se fundamenta en el «encuentro entre dos realidades, dos escalas distintas, que crean una nueva». El director del Museo Nacional ... desde hace una década, sostiene que el Archivo demuestra la «inteligencia y sensibilidad» de su artífice, quien ha reunido «una de las colecciones más importantes que hay en Europa en estos momentos». Tras gestionar las riendas del MACBA de Barcelona, ha convertido el centro museístico nacional, durante este periodo, en uno de los mas importantes del mundo. Hasta 2023 seguirá al frente de la pinacoteca madrileña. Entre sus objetivos está el de unir lazos con el arte latinoamericano.
En este sentido, tras la donación de cerca de cuarenta obras de la Colección Patricia Phelps de Cisneros al Reina, el museo refuerza sus señas de identidad con el convenio firmado esta semana que lo vincula en Santander al Archivo Lafuente. Sobre la identidad del acuerdo no tiene dudas: «Cuando un museo crea una franquicia repite estructuras y modelos que difícilmente dan voz a los que nunca la tuvieron. Eso es todo lo contrario de lo que se pretende hacer con una sede asociada».
-Han transcurrido cerca de seis años desde que empezó este proceso culminado esta semana. ¿Cómo define lo que hoy se conoce como centro asociado Reina Sofía-Archivo Lafuente?
-Como una gran oportunidad. No es necesario incidir en la importancia del Archivo Lafuente, que tiene fondos importantísimos en muchos ámbitos y periodos históricos (vanguardia rusa, conceptualismos latinoamericanos, Escuela de Altamira, poesía concreta, mail art, etc.) y en relación a autores individuales como Ulises Carrión, Sol Lewitt o José Luis Castillejo. Por otro lado, las políticas de archivo son centrales en el programa de exposiciones y actividades del Reina Sofía y elemento esencial en cómo se estructuran sus colecciones. La convergencia del Museo y del Archivo Lafuente es beneficiosa para todos y supone consolidar una relación de hace ya muchos años. Conocí a José María al poco de llegar al Reina y no hemos dejado de colaborar desde entonces.
-¿Qué opina sobre quienes ponen en duda el verdadero papel, protagonismo y aportación de la 'marca' Reina Sofía en este acuerdo? Más allá del convenio que ahora se va a firmar, ¿cuál es la huella que el museo que dirige implantará en Santander?
-Yo prefiero no usar el concepto de 'marca'. Soy más partidario de hablar de centros asociados ya que nuestra presencia en otro lugar implica siempre el diálogo, la asociación, y una relación de dos direcciones: se habla, pero también se escucha; se propone y, al mismo tiempo, se interpela. Nosotros no 'aportamos una marca' sino el deseo de trabajar con un archivo muy específico y de compartir y poner en común saberes e intereses distintos. En el trabajo en red que venimos desarrollando la diferencia de escala es, asimismo, muy importante. La institución grande aporta una mayor capacidad de proyección, más complejidad y un recorrido más amplio; pero la pequeña contribuye con su especificidad y concreción. En esta relación para nosotros es muy importante mantener la noción de servicio público. Da igual que las obras o los recursos tengan un origen privado o sean estatales o municipales, el carácter público de nuestras actividades y acciones está siempre presente.
-Se ha trazado la crónica política cántabra en torno al proyecto, pero desde el lado de la gestión y de las entidades puramente artísticas, ¿hubo que solventar muchas dificultades hasta llegar aquí?
-A lo largo de este proceso ha habido algunas dificultades de carácter político, ampliamente recogidas por este periódico. Sin embargo, lo importante es que todo se ha ido solucionando, con la voluntad y complicidad por parte de las partes implicadas. En el tiempo transcurrido desde el inicio de las negociaciones, desde el Museo hemos seguido trabajando de manera muy fluida con José María Lafuente para ir avanzando en los contenidos que nos competen.
-De una manera modesta, tímida o subordinada, lo cierto es que está es la primera vez que se 'exporta' el Museo Nacional fuera de su sede madrileña. ¿Cómo valora ese paso? ¿Cree que es el primero de un modelo más ambicioso?
-En realidad, de algún modo, el Museo se 'exporta' continuamente fuera de Madrid a través de las exposiciones itinerantes y coproducciones o de préstamos de todo tipo. Nuestra presencia en otras ciudades es tan importante como la que pueda tener en la capital. En este caso yo diría que, más allá de que en la sede asociada de Santander se vean fondos de la colección del Museo, es este quien va al encuentro de un archivo muy importante que está ubicado en Santander. Creemos que los archivos han de permanecer en su lugar de origen, que no se fragmenten ni dispersen. Por supuesto, no nos hemos de imaginar el archivo como un mero repositorio documental. Primero, porque el archivo del que hablamos tiene documentos pero también libros de artista y, por supuesto, obras. No podemos olvidar que, en el arte moderno y contemporáneo, los soportes 'efímeros' son a menudo más importantes que los tradicionales. Desde el futurismo y dadaísmo al arte conceptual, pasando por fluxus y tantos otros movimientos, eso ha sido así. Y, en segundo lugar, porque el archivo solo tiene sentido cuando se activa a través de exposiciones, seminarios, talleres o publicaciones. Para ello la unión de ambas instituciones, incluyendo los fondos del propio Reina, es fundamental.
Por otro lado, tampoco es la primera vez que el Reina establece este tipo de alianzas. Por poner un ejemplo, hace años que venimos trabajando, con el apoyo de la Unión Europea, en l´Internationale, una red de museos, centros y universidades, entre los que se encuentran el Van Abbemuseum de Eindhoven, la Galería Nacional de Liubiana o el Macba de Barcelona, que algunos califican de una auténtica confederación de museos y centros.
-En Francia ya hay casos similares y, hacia fuera está la presencia del Pompidou en Málaga, a modo de 'sucursal'. ¿Entiende que es una decisión lógica dentro de la evolución del concepto museístico?
-Lo que proponemos en Santander y que denominamos 'sede asociada' no tiene nada que ver con el fenómeno de las franquicias. Estas surgieron lógicamente con el fenómeno de la globalización y responden a principios similares. Y más allá de la gestión que uno u otro director haga de las mismas, lo cierto es que las franquicias tienen mucho de neocoloniales. No favorecen ni la cultura crítica ni la agencia del espectador, es decir, su implicación activa. Es evidente que la visión estática, decimonónica, del museo que se limita a acumular patrimonio ha dejado de tener sentido. Es fundamental sustituir una concepción patrimonial de la cultura por otra en la que lo central sea el uso de los bienes culturales, no su posesión. He defendido, en muchas ocasiones, que tanto las instituciones públicas como los coleccionistas privados no son sino custodios de unos bienes que, en realidad, pertenecen a todos. Tenemos una responsabilidad respecto a aquellos que nos los legaron y en relación a quienes nos sucederán. Las franquicias se quedan a medio camino: comparten (o alquilan, y eso es más problemático) unas obras pero no promueven su uso, tienden más al consumo que a la implicación. La historia ha sido escrita, en general, por los vencedores y por los centros de poder. Cuando un museo crea una franquicia repite estructuras y modelos que difícilmente dan voz a los que nunca la tuvieron. Eso es todo lo contrario de lo que se pretende hacer con la sede asociada.
-¿Ha existido apoyo del Patronato del Museo a este acuerdo?
-Siempre. El respaldo ha sido unánime desde un principio por parte de todos los patronos. Como sabe, este proyecto empezó hace algunos años por empeño del entonces Secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle y siendo Guillermo de la Dehesa presidente del Patronato del Museo. Ambos se volcaron desde un inicio. Como también lo hicieron Fernando Benzo y Ricardo Martí Fluxá. Este último estuvo presente el pasado miércoles en la firma del acuerdo con el actual Ministro, José Guirao, que me consta apoyaba la iniciativa antes de su llegada al Ministerio.
-¿Cómo define el Archivo Lafuente y dónde reside su grado de excelencia?
-Es, sin duda, uno de los archivos privados más completos que hay en Europa y un fenómeno inaudito en España. Como he mencionado antes, sus fondos latinoamericanos son extraordinarios, también de poesía concreta. Su colección es igualmente completísima en lo que a algunos autores individuales se refiere. Durante mucho tiempo el coleccionismo ha sido bastante clónico en nuestro país. Se diría que todo el mundo quería tener el mismo tipo de arte y artistas. En los últimos años esto está cambiando de forma radical y cada vez hay colecciones, con una identidad muy marcada, que reflejan otra manera de entender el arte y la historia. José María tuvo la inteligencia y sensibilidad de entender la importancia de los archivos en el arte moderno y contemporáneo. No solo porque los documentos del archivo son imprescindibles para contextualizar las obras de arte, sino también porque una parte sustancial del arte del siglo XX ocurre en libros, folletos y material impreso de todo tipo. José María empezó su colección cuando todavía era posible hacerla y el resultado está a la vista de todos. Y no quiero dejar de mencionar que los materiales que alberga el Archivo Lafuente se encuentran todos en perfectas condiciones de conservación. Lo que no siempre es obvio.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.