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A vista de dron –ver la fotografía superior–, se puede observar perfectamente cuál ha sido el motivo del retraso de las obras del nudo de Torrelavega que comenzaron en 2018 con un plazo de ejecución inicial de tres años y cuatro meses y que, si ... no surge ningún imprevisto más, estarán finalizadas el próximo verano, siete años después. Transportes se excusó en julio –a través de su ministro, Óscar Puente, cuando visitó la zona– por «la gran complejidad técnica» del proyecto; aunque lo que en realidad no explicitó es que las laderas del nuevo tramo de vía que unirá Sierrapando, en Torrelavega, con Rinconeda, en Polanco, se desmoronaban cada vez que llovía, lo que obligó a construir dos falsos túneles para cubrirlos posteriormente de tierra y evitar así el problema. En resumen: más dinero público del inicialmente previsto y más meses de incomodidades y atascos para los casi 60.000 usuarios que de media conducen a diario por este importante núcleo en el que comparten carretera las autovías A-67 y A-8.
El principal obstáculo que se han encontrado Vías y Construcciones –una filial de ACS– y la cántabra SIEC, la UTE a la que se adjudicó el proyecto, han sido los dos kilómetros y medio de nuevo trazado de la A-67 entre Sierrapando y Rinconeda, que permitirán conducir hacia la Meseta sin necesidad de desviarse otro par de kilómetros por la A-8 –a través del actual túnel de Torrelavega–, como sucede ahora. Puente reconoció, precisamente, que la ejecución de los falsos túneles ha sido «el punto crítico» de la obra, que se complementa con un complejo sistema de enlaces y ramales.
A todo esto hay que sumar la escasa inversión presupuestaria registrada en algunos ejercicios. De los 118,3 millones en los que se presupuestó en 2018, el primer año sólo se ejecutaron 1,1; casi 13 en 2019;18,6 en 2020; 28,6 en 2021 (el que más) y sólo 8,3 en 2022. En definitiva, en los primeros cuatro años de la obra, el Ministerio sólo había gastado el 59% de lo presupuestado. Los números ahora han cambiado. Los modificados han elevado el montante final a 125,5 millones, lo que convierte al nudo de Torrelavega en una de las actuaciones más complejas de todas las que se están construyendo actualmente y la más cara por metro construido. El grado de ejecución se ha elevado ahora hasta el 79%.
Con los falsos túneles a punto de terminarse –deberían estar finalizados el mes que viene–, a Transportes se le despeja el camino para cumplir la palabra dada por el ministro y entregar la obra completa el próximo verano. Una de las dos instalaciones artificiales ya está completamente acabada y en la otra sólo falta rematar los dos accesos, donde aún son visibles los andamios que ayudan a su construcción. Cada túnel tiene una longitud de 422 metros y se cubrirán con 700.000 metros cuadrados de material (tierra). Encima se plantará vegetación autóctona. «Espero que no sean eucaliptos», llegó a bromear el ministro en julio al señalar los árboles más cercanos a la obra.
Otros de los motivos de justificación esgrimidos por Puente es que el nudo de Torrelavega se ha estado construyendo sobre el enlace anterior ya existente y que se ha trabajado sin cortar el tráfico, aunque eso ha obligado a los usuarios a sufrir constantes y molestos desvíos y estrechamientos de carretera. Ahora, todo el complejo sistema de enlaces y conexiones ya se intuye a simple vista. La mayoría se encuentra en la fase del primer asfaltado.
125,5
millones costará finalmente el nudo de Torrelavega. Se licitó en 2018 en 118,3 millones.
El nudo de Torrelavega dio otro fuerte impulso a finales de julio cuando se abrió por completo un tramo del ramal Oviedo-Palencia, a la altura de la zona comercial de Los Ochos, en Sierrapando. Se construyeron 3.450 metros cuadrados de muros de suelo reforzado y muros de escolleras, dos nuevas plataformas viarias, además de la ampliación de dos pasos inferiores que ya existían –permiten conectar Torrelavega con Vargas a través de La Montaña (N-634a)–, el encauzamiento del arroyo Tronquerías y la remodelación del sistema de drenaje de todo el enlace.
Cuando el enlace de la autovía de la Meseta (A-67) y la del Cantábrico (A-8) se haga realidad, los usuarios de la primera aún tendrán unos cuantos años por delante de continuas molestias. Justo en el punto de unión del nuevo trazado de la A-67 en Rinconeda –el que discurre por los falsos túneles–, se toparán con el inicio de las obras de construcción del tercer carril entre Torrelavega y Santander. En abril se puso la primera piedra y ahora son visibles los trabajos de desbroce y tala de árboles a ambos lados de cada sentido de circulación. La magnitud de la obra en cuestión se demuestra tanto en el importe del proyecto como en su tiempo de ejecución. Esta actuación fue la más elevada de cuantas licitó el año pasado el Gobierno central en materia de carreteras –172,9 millones– y la UTE formada por Grupo San José y Aceinsa Movilidad dispondrá de 61 meses para llevarla a cabo.
Sí, han leído bien: algo más de cinco años para intervenir sobre los 13 kilómetros de trazado que van desde Polanco hasta Igollo, donde nacen los dos desvíos de entrada a Santander. Luego le tocará el turno al tercer carril, también en la A-67, hasta el aeropuerto Seve Ballesteros. El proyecto no se ha aprobado aún, no tiene plazos concretos, pero sí ha trascendido que costará alrededor de 86 millones.
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