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En la Residencia de Liérganes no habían tenido ni un solo positivo por covid desde que en marzo de 2020 España se confinó para afrontar una pandemia por entonces muy difusa. La sexta ola, sin embargo, les ha traído los primeros contagios: 15 ... casos entre residentes y trabajadores. «Todos asintomáticos», revela Carmen Hernández, la directora, todos confinados, vacunados con la tercera dosis y recuperándose sin problema. Tras sacudirse la sorpresa inicial, el centro sigue adelante con confianza.
Tras casi dos años de crisis y olas pandémicas, en las residencias están ya curtidos en protocolos, cribados y prevención. En Liérganes han aplicado su plan de contingencia con esmero, pero los centros de dependencia son reflejo de la situación global. Ante el empuje de esta sexta ola y la aparición de casos, en Liérganes han extremado las medidas y reducido, previo acuerdo, las salidas navideñas. «Hay que mantener la prevención», incide Hernández.
Ahora mismo hay 16 brotes de covid en las residencias cántabras de personas mayores. «De momento no son demasiado grandes» y su impacto hospitalario es «prácticamente nulo», señaló este lunes el director de Salud Pública. En general, en esta sexta ola «las residencias se están comportando bien», añadió Reinhard Wallmann.
El Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass) volvió a actualizar ayer la incidencia covid en estos centros. Hay 84 casos activos: 42 entre los residentes -sólo dos requieren hospitalización- y otros tantos, entre los trabajadores. El centro residencial De la Hoz (Isla), con 24, es el que más positivos aglutina.
El protocolo que rige ahora la convivencia en las residencias, el último de ellos, se aprobó a finales de octubre. Ese documento permitía, entre otras cosas, más interacción y salidas. La situación ha cambiado en dos meses y muchos centros han apostado por extremar la prevención sin olvidar, dicen sus responsables, la salud mental de los residentes.
Casi todos han enviado circulares para recordar a las familias que Cantabria está en un nivel de riesgo alto y que hay que ser, de nuevo, más precavido que nunca. En Padre Menni lo han hecho. Y desde hace varias semanas han optado por fijar grupos de trabajo estancos, limitar visitas o el servicio de cafetería. El uso masivo de test de antígenos es crucial en el día a día del hospital, revela Carlos Pajares, su responsable. También lo es el «refuerzo anticipado».
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Se abastecen igualmente de test en San Cándido. También entregan a todo el mundo mascarillas nuevas a diario y los trabajadores usan desde hace semanas las FFP2. Se han mantenido la toma de temperatura en los accesos y los grupos burbuja en parte de las actividades. Además, quienes han salido del centro estas fiestas pasan unos días bajo «vigilancia estrecha» (no confinamiento sino seguimiento). Gema de la Concha, al frente de este centro y presidenta de la asociación Lares, señala que la prevención es clave, pero también lo es preservar la salud mental de la comunidad, y lograr ese equilibrio está «en el centro» de las decisiones.
Rubén Otero también destaca la importancia de procurar ese ambiente sano. El presidente de la Federación Empresarial de la Dependencia confía en pasar las fiestas navideñas con la situación controlada. Otero y De la Concha no pierden de vista, en cualquier caso, el factor suerte. Después de dos años, eso también pesa.
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