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Al final de un pasillo interminable y laberíntico del archivo provincial, en la Biblioteca Central, donde se esconden los despachos del Museo de Prehistoria de ... Cantabria (Mupac) a la espera de que esté lista la futura sede de Puertochico, se escucha el sonido de un motor diminuto. Proviene de una de las salas, el laboratorio de Conservación y Restauración, donde Eva Pereda trabaja con la delicadeza de un relojero. Ese espacio, de apenas 30 metros cuadrados, alberga piezas suficientes como para montar un museo. «Estamos con todo desplegado por todas partes para tenerlo bien catalogado», explica la experta mientras muestra un mosaico de vasijas antiquísimas –o lo que queda de ellas–, que ocupa toda la mesa central.
Hasta este lugar llegó también la vaina de puñal del siglo II antes de Cristo (a.C.) hallado en julio de 2023 en la cueva del Linar, en La Busta (Alfoz de Lloredo). Es una pieza verdosa, que está dividida en dos mitades que reposan sobre la mesa principal de trabajo. «Justo esta semana es cuando hemos empezado a trabajar en ella. Hasta ahora había estado en aclimatación», detalla la profesional. Ese paso previo es importante. Estas reliquias, que han estado ocultas durante tanto tiempo, encapsuladas en burbujas de barro, en unas condiciones de temperatura y humedad determinadas –las de la cueva–, no pueden extraerse sin tomar precauciones. «Lo primero que tenemos que hacer es procurar evitar que se reactiven todos los procesos de corrosión del metal, en este caso, y eso se hace aclimatando la pieza a las condiciones en las que ahora estamos trabajando». Eso ha llevado seis meses en que la reliquia ha estado encerrada en una cámara refrigerante. Y es justo hace una semana que ha finalizado ese proceso.
Eva contempla el objeto a través de una lupa con luz similar a la utilizada por los artesanos del detalle. El conjunto está deformado, envuelto en concreciones de roca que dificultan saber dónde termina la pieza y dónde empieza la piedra. «Para diferenciar esto lo que hacemos es radiografiarla. Así sabemos hasta dónde podemos llegar y dónde podemos quitar roca sin miedo o si forma parte de ella», explica Pereda mientras por la puerta aparece el director del Mupac, Roberto Ontañón.
«Esta es la parte que menos se ve de la arqueología, pero que tiene tanta o mayor importancia que las demás», afirma él en un elogio hacia su subordinada. Ontañón, como otros expertos del Mupac, conocían la existencia de esta pieza desde mucho antes de que se hiciera público, pero lo han mantenido en secreto todo este tiempo. Lo mismo sucede con otras piezas sobre las que se está trabajando en la actualidad. «Es parte del trabajo. Muchas veces no se da a conocer algo hasta que realmente está datado, bien estudiado y restaurado», explica.
Botes de alcohol y acetona
La conversación continúa y Eva se mantiene centrada en su trabajo. Deja el micromotor, un artefacto similar al utilizado por los dentistas para las limpiezas bucales, y continúa con algo parecido a un bastoncillo de los oídos. Lo sumerge en un bote de alcohol, o de acetona –depende de la ocasión– y frota con suma delicadeza la superficie de la vaina. Al tiempo retira una gasa que envuelve todo el material. Una protección que se utilizó cuando se extrajo de la cueva.
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«Es una envoltura que utilizamos para forrarlo y evitar que pueda estropearse en la extracción, que suele ser uno de los momentos más delicados del proceso de la restauración», revela. En ocasiones sale más rentable extraer un pedrusco con la reliquia dentro y proceder a la excavación en laboratorio, donde las condiciones y las herramientas son, lógicamente, mejores. En este caso no ha hecho falta y en la superficie de la vaina comienzan a aparecer las superficies grabadas.
«Lo que hacemos siempre es quitar de menos a más, utilizando técnicas y disolventes menos agresivos, para ver si así podemos actuar lo menos posible sobre el material original»; pero a veces resulta imposible tener éxito. «Hay ocasiones en que no siempre hay un restaurador en el yacimiento para extraer bien el objeto, y eso se nota cuando lo manipulamos en el laboratorio». Hay piezas que se han perdido por esto, pero ahora no es el caso.
La vaina está bastante bien conservada y tiene el puñal dentro. Es una pieza muy rara en el norte peninsular. Otras similares se han encontrado en una necrópolis de la Edad de Hierro encontrada en Villanueva de Teba (Burgos);pero más allá de aquel enclave, sólo han hallado una en Asturias y esta en Cantabria.
Para ver el trabajo terminado habrá que esperar aún meses. «Estamos con la limpieza, luego vendrán los tratamientos de inhibición de la corrosión y finalmente llegarán los de protección. Nos quedan aún meses», avanza la restauradora. Finalmente la pieza pasará a engrosar el catálogo del Mupac.
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Ana del Castillo
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