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Los restos óseos humanos localizados en Campoo de Suso a finales de marzo corresponden a Alejandro Mencía, el vecino de Soto, de 30 años, ... que desapareció en mayo de 2020, según han confirmado los análisis de ADN realizados por el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (en Madrid). Fue el pasado 23 de marzo cuando un grupo de aficionados al monte que se encontraba «buscando cornamentas que han dejado los venados en esta época de muda» halló unos restos óseos, aparentemente humanos, y partes de varias prensas de vestir (del chandal, el calzoncillo y un calcetín) en una zona próxima a donde se perdió la pista de Mencía, que se encontraba pasando el fin de semana con unos amigos en la cabaña del Teju, en una de las zonas altas del puerto de Palombera, cuando despareció. Estos senderistas se encontraban a la altura de la zona de Las Fuentes, en un lugar escarpado, cuando se toparon con los restos. De inmediato dieron aviso a la Guardia Civil, que los envió al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (en Madrid) para el análisis del ADN y el cotejo con otras muestras del desaparecido.
Fuentes cercanas a la investigación han señalado a El Diario Montañés que los restos fueron cotejados con otros del joven (un diente y un cepillo de dientes) y con el ADN de su madre y los análisis concluyen que son coincidentes, cumpliéndose así el deseo y el presagio de sus familiares. «La familia por fin puede descansar después de casi tres años», apunta Belén Cuesta, prima de Mencía, que anuncia que están «barajando» la posibilidad de celebrar un funeral sin los restos del joven. Pero el caso no está cerrado. Una vez que se ha confirmado que los restos pertenecen al joven desaparecido, queda por conocer la causa de su muerte, todo un misterio y una tarea que puede resultar complicada para los forenses al no disponer de todo el cuerpo del fallecido.
«Ahora solo queda dejar trabajar a la Policía Judicial para que nos pueda dar respuestas, porque sigue habiendo mucha incertidumbre en este caso», apunta la prima del fallecido, que no entiende cómo han aparecido los restos casi tres años después en una zona «en la que se ha buscado previamente».
Es más, según comenta, la zona donde aparecieron los restos de Mencía «suele estar muy frecuentada por cazadores». «¿Es posible que en tres años no haya visto nadie nada, aunque en primavera la maleza esté más alta?».
Son varias las preguntas para las que Belén Cuesta aún no tiene respuesta. Y hay circunstancias que no logra entender. Como que se encontraran las botas de Mencía a «unos cuatro kilómetros» en línea recta desde donde han aparecido sus restos o a «seis» si se siguen las pistas que hay en ese entorno. «La zona no ha cambiado en estos tres años. Donde hallaron los restos hay un pequeño manantial y puede que lo haya arrastrado la corriente. Pero en esa zona no hay cuevas y si desde donde aparecieron las botas, los perros de la Policía no llegaron a lugar del hallazgo, hay algo que a mí no me cuadra».
Tras determinarse que los restos hallados son los de Mencía, el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses tendrá que estudiar esos vestigios para intentar averiguar si hay algún signo o alguna muestra que puede revelar la causa del fallecimiento, aunque el representante legal de la familia crees que va a ser «complicado».
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