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Las consecuencias de la pandemia se perciben a diario en la cifra de víctimas, contagios, su impacto económico, también anímico. Todo es medible para calibrar el bofetón sanitario, cuya violencia ha desplazado lo que hasta entonces era corriente: los encuentros sociales, la atención inmediata ... en Primaria, los besos en la calle, las salas de espera a pleno rendimiento en Valdecilla. La pandemia ha trastocado hasta lo subjetivo: la noción del propio dolor, hasta el punto de que el miedo a un contagio lo volvió asumible, soportable, sobre todo durante el confinamiento más duro. Juan Carlos Rodríguez, jefe de Cirugía General del hospital cántabro, aporta el dato para medir hasta qué punto el covid arrinconó la realidad: «Durante 2020 se redujo la actividad de urgencias un 13% porque han venido menos enfermos». Las molestias o dolores que en circunstancias normales habrían llevado al paciente a pedir ayuda, quedaron sepultadas bajo un temor y unas restricciones que evidencian la otra cara letal de la pandemia: el retraso en el diagnóstico de las patologías no covid.
¿Se dejó de atender otras enfermedades? «No, eso nunca», advierten los especialistas consultados por este periódico, y «menos aquí, en Valdecilla» donde la saturación hospitalaria nos ha permitido seguir con la actividad asistencial, «aunque los diagnósticos estén un poco por debajo de lo habitual», dice Fernando Rivera, jefe de Oncología. Ahora, casi un año después del inicio de la pandemia, trabajan conscientes del efecto péndulo que puede provocar ese frenazo en los diagnósticos: «Hay estudios que sugieren que vamos a pagar un precio de exceso de mortalidad por cáncer de hasta un 10%, este retraso se va a traducir en más mortalidad durante los meses o años venideros porque vamos a tratar tumores más avanzados», dice Rivera, que cifra en un 20% los cánceres que han sufrido un retraso en su diagnóstico a nivel nacional, «aunque en Cantabria estamos en cifras algo más bajas, sobre un 15%».
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Marta San Miguel
En las razones coinciden los especialistas. En primer lugar, el retraimiento del paciente al principio de la pandemia por miedo al contagio en el propio centro sanitario. En segundo lugar, el colapso que sufrió Atención Primaria y la tardanza en derivar a especialistas, y en tercer lugar, la paralización de algunas pruebas, por ejemplo broncoscopias o endoscopias digestivas, «pruebas muy importantes para el diagnóstico de tumores y que no se hicieron durante varios meses». Ahora, dice Rivera, la realidad es muy distinta y los servicios están cogiendo ritmo a pesar de la tercera ola. «La cirugía oncológica no se ha parado», advierte Rivera, «el problema ha sido el diagnóstico inicial, pero una vez hecho, los tratamientos se han mantenido exactamente igual que los habríamos hecho cuando no había coronavirus. A los primeros síntomas, los pacientes acuden, y la Primaria, aunque sea con telemedicina, está empezando a funcionar», mientras equilibran la calidad asistencial con la seguridad en el hospital para el paciente.
Desde el servicio de Cirugía General también asisten a ese retraso. «En nuestra especialidad estamos viendo patologías inflamatorias como vesícula biliar o apendicitis, que llegan más tarde de lo habitual y en peor estado, y por tanto más riesgo. Lo vemos también en cirugía del cáncer, que nos está llegando menos y en fases más avanzadas. No sé si es porque consultan menos en Primaria, porque se deriva más tarde o por pruebas complementarias», dice su responsable, pero si antes tenían cinco o seis de colon a la semana, «ahora llega la mitad». Lo que también se ha resentido es el ritmo de operaciones: «La cirugía de urgencia nunca se ha dejado de atender, pero cuando parece que cogemos ritmo, vuelve otra ola y las restricciones de camas porque se dedican a pacientes covid o porque la presión de las UCI obliga a reclutar personal de quirófano, y nos vemos obligados a reducir».
A la pregunta de si se está dejando de lado la atención de otras patologías no covid, el jefe de Cardiología, Javier Zueco, resuelve rápido la respuesta: «No. Sólo una serie de servicios, médicos y plantas están volcados en la covid, la inmensa mayoría estamos a lo que estamos: a nuestras enfermedades. La vida continúa y nuestros pacientes y sus enfermedades siguen estando ahí. ¿Qué se ha hecho? Dividir el hospital en dos. Tú tienes una parte que se dedica al bicho y otra parte que estamos haciendo el trabajo para lo que estamos entrenados, aunque para eso tengamos que hacer el pino puente». Además de ese «sobresfuerzo», mantener la asistencia en tiempos de pandemia ha requerido otros cambios con el fin de evitar contagios: «La comunicación con los pacientes por teléfono, o la disponibilidad 'online' de resultados de pruebas y electros, nos ha salvado para dar una asistencia adecuada, así como la historia clínica», dice Zueco, y cifra en un 85% las consultas que ya están viendo presenciales.
¿El hospital es seguro? «Claro que lo es», afirma Zueco. Y recurre a una imagen para transmitir su certeza: «Si viene un temporal de olas a Santander, ¿qué se hace? Se cierra la zona del Chiqui, pero puedes pasear con tranquilidad por el resto del Sardinero. Pues esto es igual». Cardiología inició hace tres meses un programa de intervención ambulatoria en procesos que lo permitan: «Cuando una cama es un bien escaso, tenemos que ser originales, hay que hacer otra medicina y no es peor ni mejor», añade, y aunque reconoce que les gustaría «hacer más», tiende la mano a la sociedad con la elocuencia de su metáfora: «En cuanto pase la ola abrirán el Chiqui, volveremos a pasear, y las camas volverán a recuperarse».
15% descendió la cirugía programada de operaciones no urgentes: la cirugía esencial y de urgencia se mantuvo igual
13% se ha reducido la actividad de urgencias en 2020 porque han acudido menos pacientes
80% de consultas de telemedicina se ha llegado a realizar en Oncología durante la pandemia
Uno de los servicios más presionados con la pandemia ha sido Neumología. Llevan, junto con Infecciosas y Medicina Interna, la hospitalización covid, por tanto, «un número importante» de sus efectivos se dedica al coronavirus. «Pese a ese refuerzo», dice el responsable del servicio, José Manuel Cifrián, «Neumología ha seguido atendiendo la patología respiratoria grave, se han seguido haciendo trasplantes de pulmón, se ha seguido atendiendo pacientes con hipertensión o fibrosis pulmonar, fibrosis quística...». ¿Cómo? «La telemedicina nos ha ayudado a tener contacto con pacientes que tenía patologías menos graves, pero no se puede hacer telemedicina continuamente, y también hemos visto pacientes por la tarde para evitar llenar la sala de espera». En su caso «no ha habido retrasos» en patologías graves en las pruebas diagnósticas, ni para realizar TAC torácico o pruebas de función respiratoria. Lo que sí advierte es un «leve retraso en la patología derivada de Atención Primaria donde se está haciendo un esfuerzo tremendo por acelerar». ¿Sus pacientes han dejado de acudir? «La situación ha ido cambiando a lo largo del último año. Pudo haber un temor a acercarse al hospital al principio, pero ya no es la situación actual. Es verdad que las camas de hospitalización no son las mismas, pero la población responsable sabe que el hospital está atendiendo la patología no covid, y que es seguro».
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