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La semana que tuvo que estar en cuarentena domiciliaria por ser contacto estrecho de un positivo por covid demostró a sus colaboradores la dependencia, casi vital, que Miguel Ángel Revilla tiene del despacho oficial, de apretar su agenda diaria de actos y reuniones y de ... tener cada pequeña cosa que ocurre en Cantabria en la cabeza. Esa hiperactividad fue uno de los motivos que llevó al jefe del Ejecutivo, pese a ser el más longevo de los líderes autonómicos de España, a repetir como cabeza electoral del PRC en las últimas elecciones autonómicas, celebradas el 26 de mayo de 2019. Hay otros. Por ejemplo que Revilla, que por entonces ya había sido casi todo en la vida pública de Cantabria, incluido máxima autoridad en tres ocasiones, tenía la necesidad de sacarse una espina clavada.
La capacidad del regionalismo de alcanzar pactos a derecha (en las primeras etapas con el PP) e izquierda (después con el PSOE) le había llevado hasta entonces a entrar en sucesivos bipartitos como primer o segundo socio, pero no a ganar unos comicios electorales. Nunca el PRC había sido el más votado. Hasta hace dos años.
El partido, que se define como progresista pero trata de evitar el eje izquierdas-derechas, rompió su techo electoral y destronó al PP en un territorio históricamente conservador. Revilla aprovechó la popularidad cosechada durante años por su paso por distintos puestos de responsabilidad, el momento de mayor debilidad de los populares a nivel nacional –que también se trasladó a Cantabria– en 30 años y el insuficiente crecimiento del PSOE de Pablo Zuloaga, que aprovechó con mucha menor intensidad que en otros territorios la corriente favorable a Pedro Sánchez de aquella cita con las urnas.
Sirvió para romper ese ejemplo que solía poner Revilla para explicar la sociología cántabra a los de fuera y responder a los que le echaban en cara que fuera presidente sin haber ganado nunca en las elecciones, siendo incluso tercera fuerza en el primer bipartito con el PSOE. «En Cantabria, si se presenta una vaca por el PP, gana la vaca». «Hemos crecido en apoyos las cuatro últimas ocasiones, incluso cuando Ignacio Diego sacó mayoría absoluta en 2011», recuerda el regionalista, que en sus primeros años en la Cámara autonómica era 'el pupas' de la política regional, al que muchos de los compañeros de lista que conseguían escaño se le iban a otro partido. «Lo que tuvimos con el transfuguismo fue tremendo», ha reconocido.
Revilla y los suyos entienden que el «hito» del PRC no fue sólo ganar esas elecciones, también hacer bandera del regionalismo en un país bipartidista en el que más allá de PP y PSOE sólo parecía haber hueco para las formaciones nacionalistas. Porque, salvo excepciones como el año que Foro estuvo en el Gobierno de Asturias o experiencias más recientes como Más Madrid o Teruel Existe, movimientos de este tipo apenas han salido de la irrelevancia.
«Luchar contra multinacionales del poder como PP y PSOE es difícil. Vivimos en la Europa de las regiones. La defensa del territorio que hace un partido como el nuestro, que se siente profundamente español, debería estar de moda. Los nacionalismos son la peste del momento, pero el regionalismo debería estar de moda», concluye Revilla.
Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria y secretario general del partido
«Si mañana se celebraran elecciones, tendríamos una candidatura completa en cada uno de los 102 municipios con gente de la localidad, no como los partidos grandes, que tienen que llenar las listas con gente de fuera. En cada pedanía hay algún afiliado. Cuando voy por Cantabria en coche y me bajo en cualquier pueblo, sé que allí va a haber alguien del PRC». Miguel Ángel Revilla se descarga trascendencia, tira de tópico y hace referencia al equipo para explicar la victoria de su partido en las últimas elecciones autonómicas.
El triunfo de una formación que no nació con vocación de permanencia, sino «casi como un partido instrumental para un momento concreto, para lograr la autonomía». Con la intención casi exclusiva de movilizar a la población hacia esa meta y concienciar al resto de partidos –UCD y PSOE, principalmente, los dos grandes bloques que dominaban la política nacional– de la necesidad de que la Constitución abriera la puerta a la autonomía «en un momento en el que incluso el nombre de Cantabria y su identidad estaban en entredicho». El secretario general del PRC asegura que una vez logrado aquello consideraba que ya habían hecho su labor. Que no buscaban crecer y mucho menos de llegar a ganar unas elecciones, como ocurrió en 2019.
Revilla afirma que aquella noche el resultado calcó el vaticinio que había dejado plasmado en un papel. Acertó porque «siempre hemos ido con resultados a mejor, porque los sondeos ya salían por ahí y entonces tampoco fue una sorpresa y porque a Cantabria la conozco muy bien y sé cómo respira la gente de aquí».
El único «mal trago» del escrutinio es que se fueron a la cama con 15 diputados y dos días después perdieron uno de los parlamentarios tras el recuento del voto por correo. «Para llegar al 38% de los votos hemos hecho un recorrido muy sólido y hemos logrado la mayor implantación que tiene un partido en Cantabria, a base de reforzar la estructura municipal. Tenemos 44 alcaldes», defiende el presidente, que entiende que los ciudadanos ven al PRC como un partido «muy previsible, con un componente de identidad que hace que todo el mundo sepa qué va a hacer en cada momento y colocado en un espacio progresista».
Apunta que su acción más importante ha sido coger las riendas de un partido con «no más de 80 personas» en el que se reivindicaban asuntos ganaderos o las autovías a la Meseta y a Bilbao y crear un partido con «unos cuadros que no tiene nadie»: «Personas como Javier (López Marcano), Paula (Fernández), Guillermo (Blanco), Mazón o Gochicoa, doctor en Derecho y Caminos. Las que más poder tienen ahora en el partido son las mujeres y hay mucha gente joven titulada. Es ya el partido de una generación en el que soy yo el que desentona».
Javier López Marcano, consejero de Industria y Turismo y vicesecretario de Política Institucional
Cuando se celebraron las últimas elecciones autonómicas, el ahora responsable de Industria y Turismo en el Gobierno de Cantabria seguía esperando que la Justicia resolviera el último caso en el que estaba involucrado y que Revilla cumpliera su promesa de redimirle y agradecer su contribución al partido con su recuperación para la vida pública. Su nombre no aparecía entre los destacados en la lista electoral del PRC a aquella cita con las urnas y sabía que tampoco al mes siguiente se iba a poner al frente de una consejería, pero fue uno de los que más celebró la victoria. La regional, porque acercaba el momento de su resurgir político, y la de sus siglas en su ciudad, Torrelavega, porque servía para poner al frente del Ayuntamiento del segundo municipio de Cantabria a su hijo y porque significaba, junto a otros triunfos en muchas localidades medianas, la cristalización de «la savia nueva del partido, que nos ha empujado y nos ha dado aliento».
Dos años después analiza los motivos. Es más, los coloca en orden de relevancia: «La figura constante e incuestionable del secretario general, que bajo su liderazgo el PRC ha traído beneficios importante a la tierra cántabra; la unidad de discurso y el relato bien construido; y el tono reivindicativo de cara a resolver las necesidades históricas de los ciudadanos». El «hito» de aquel día lo interpreta Marcano como un «espaldarazo a la perseverancia y a la paz interna que no todos han logrado como Revilla en este partido».
Si la cara son Cantabria y Torrelavega, la cruz sigue siendo el escaso despegue en Santander. «Eso tiene un lado bueno, porque así seguimos teniendo objetivos. En la vida y en la política tener objetivos es importante», entiende el vicesecretario de Política Institucional del PRC, que piensa que esas siglas se han librado del «rusticismo» que hacía que el PRC fuera considerado un partido «sólo del interior». Ahora, la meta que se marca es el asalto a Santander y seguir creciendo en el Parlamento autonómico, porque considera que los buenos resultados de 2019 se pueden incrementar.
«Es cierto que tuvimos tiempo para prepararnos, pero lo disfrutamos como si no hubiéramos tenido encuestas que no nos lo anticiparan. Ese triunfo y después el de nuestro primer diputado nacional», apunta Marcano, que aunque observa cambios en el partido respecto a sus primeras etapas, como la mayor cualificación de sus cuadros internos y la incorporación de las mujeres, entiende que lo sustancial no ha variado. «Es verdad que ahora estamos avalados por muchos años de gestión. Con mayor o menor brillantez. Unas veces acertamos y otras nos equivocamos, pero nuestro saldo es más que favorable», concluye.
Matilde Ruiz, exdiputada autonómica y secretaria de la Mujer del PRC durante 16 años
Cuando por primera vez encabezó en 1999 la lista municipal del PRC en Santillana del Mar, Matilde Ruiz reconoce que veía muy lejos una victoria electoral de su partido en Cantabria. «Revilla sí tenía esa visión. Sabía que entonces aún no estaba cerca, pero sí pensaba que podía llegar a ser primera fuerza. Ha tardado, pero la sociedad cántabra ha visto que somos la mejor opción para defender sus intereses», apunta la exdiputada regional y secretaria de la Mujer del PRC durante 16 años.
Y defiende que esa «utilidad» de sus siglas se ve ahora más que nunca con la presencia de José María Mazón en el Congreso y de José Miguel Fernández Viadero en el Senado. «La voz de Cantabria en Madrid», que, en su opinión, cuando los únicos representantes eran los del PP y el PSOE, no se escuchaba.
La actual directora de la Sociedad Regional de Educación en la consejería de Marina Lombó cree que el PRC logró su victoria en 2019 con un mensaje simple, pero efectivo: «Somos españoles, no queremos ninguna independencia como otros, pero sí queremos reivindicar todo lo que nos corresponde». Ruiz entiende que «a España en su conjunto le iría mejor si hubiera una fuerza política como el PRC en cada autonomía». Hasta ahora, recuerda que el de Cantabria es uno de los pocos casos de éxito de un partido de índole regionalista. Otro podría ser Teruel Existe, que en las últimas generales llegó a las Cortes al poco de su nacimiento, pero duda de su capacidad de permanencia en el tiempo porque no tiene «nuestro trabajo de base, hecho poco a poco».
En su opinión, lo ocurrido hace dos años es el resultado de «un trabajo de hormiguita, desde el militante de base, hasta el concejal del pueblo más remoto o al líder, que han conseguido que nos ganemos la confianza de la ciudadanía». También de las mujeres, que reconoce que en un primer momento estaban desplazadas en el partido y que han ido ganando visibilidad hasta alcanzar los puestos más altos.
Recuerda que el PRC que ganó hace dos años incorporó –en sus filas y entre sus votantes– a la mujer, a la juventud y a las zonas más urbanas, pese a las dificultades de penetración en la capital:«Santander es un feudo del PP, pero también llegará porque el PRC ya no se ve como un partido rural. No sólo defendemos los intereses del medio rural, que hay que defenderlos porque es el 80% del territorio y está en línea con la idea que reivindicamos de luchar contra la despoblación y la igualdad de derechos vivas donde vivas, somos mucho más».
Francisco Asón, alcalde de Ribamontán al Mar 42 años
Hace 42 años, cuando el que es alcalde de Ribamontán al Mar desde la llegada de la democracia debutó en la política municipal, Cantabria seguía la tónica del resto del país y vivía inmersa en un sistema bipartidista casi puro: el PSOE y la UCD, formación por la que se presentó en su primera legislatura. El PRC todavía era «uno de los pequeños» cuando Francisco Asón se hizo militante y, desde entonces, «he estado siempre muy a gusto».
Ahora los regionalistas gobiernan en casi la mitad de los ayuntamientos, pero entonces era la excepción. A su entender, esa es una de las claves que explican la primera victoria electoral de su partido en unas elecciones autonómicas, el trabajo de sus alcaldes, «que cada vez gestionan mejor». «Los alcaldes han ayudado mucho a crear esa imagen del PRC de buenos gestores», apunta Asón. La otra idea que cree que ha calado entre la ciudadanía y que hizo a los cántabros «volcarse con nosotros en aquellas elecciones» hace dos años es el «hartazgo general que había de que nos manejen desde Madrid, y la prueba es el buen resultado que sacamos también en el Congreso, donde ahora sí se escucha a Cantabria».
El regidor con más años en el poder junto a su compañero popular Evaristo Domínguez (Meruelo) está convencido de que el triunfo no se debió tanto a los posibles errores de los contrarios como a los aciertos regionalistas.
«Hago mías las palabras de nuestro líder. Creo que siempre hemos sido consecuentes con nuestros principios. Se ha seguido la línea que se dijo inicialmente. Se han ido cumpliendo todos las premisas que se tenían marcadas y se ha pedido siempre lo mismo. Ese ha sido el gran acierto», apunta Asón, que aunque no fuera uno de los fundadores del PRC recuerda que ha tenido ofertas para encabezar listas municipales con otros partidos y siempre se ha negado.
«Se ha ido viendo para lo que ha servido y sigue sirviendo. Esta región necesitaba un partido regionalista», insiste el primer edil de Ribamontán al Mar, orgulloso de que, «aunque ha costado bastante, poco a poco», se ha unido gente joven para ir dando la alternativa. El otro gran cambio que aprecia respecto al momento de su llegada es la incorporación de las mujeres: «Tenemos unas alcaldesas muy potentes y también unas concejalas muy buenas. Yo lo veo aquí, en mi ayuntamiento. Ya se ve también las diputadas que tenemos en el Parlamento regional». Considera que si el PRC ha dejado de ser un partido que sólo ganaba en un puñado de puntos concretos a estar en disposición de ser primero en casi cualquier localidad es gracias a la entrada de los jóvenes y las mujeres. En este momento, el PRC tiene 350 concejales, frente a los 340 del PP y los 225 del PSOE.
Conchita Mantilla, primera concejala del PRC en el Ayuntamiento de Santander
Para Conchita Mantilla, lo que ocurrió el 26 de mayo de 2019 fue «una alegría tremenda a pesar de que ya se sabía que lo teníamos muy bien para ganar, porque lo decían todas las encuestas». Tremenda, pero incompleta. La primera concejala regionalista en el Ayuntamiento de Santander estaba convencida de que esta vez conseguirían la mayoría absoluta para poder gobernar sin depender de ningún socio. Aunque tiene una opinión muy positiva –más que muchos de sus compañeros– de la gestión de los socialistas en los departamentos que dirigen dentro del Gobierno regional y cree que en este PRC «ahora mismo hay más gente de izquierdas que de derechas», se quedó con las ganas.
«Tarde o temprano tenía que llegar». Está convencida de que la mayor parte de la responsabilidad es del presidente, Miguel Ángel Revilla, el hombre que fue a la joyería que regentaba en la calle Calvo Sotelo y la fichó en 1984 –el partido que ahora dirige Cantabria no consiguió representación en la capital hasta 1995–, cuando era presidenta de las mujeres empresarias. «Si no hubiera venido él habría ido yo, porque me tenía convencidísima».
A él apunta como el principal artífice del éxito electoral creciente del PRC. De que haya sido «fiel a sus ideas desde el principio» pese a las muchas dificultades que se encontró en los inicios. Fiel a sus ideas y «con gente muy fiel, no como los tránsfugas que teníamos al principio».
Mantilla entiende que la primera victoria electoral regionalista en la comunidad autónoma no fue producto de la suerte ni del demérito de los contrincantes. «La verdad es que se han hecho las cosas muy bien y Revilla tiene más carisma que nadie. Le sigue hasta la gente de fuera de Cantabria», insiste. Esa devoción demostrada al líder es lo que le permite atreverse a decir que ya está cerca el momento del relevo para revalidar los resultados en la próxima cita con las urnas.
A la exconcejala, que renovó su acta en el Consistorio en sucesivas ocasiones hasta 2004, le habría gustado que el testigo al frente del PRC y del Gobierno lo hubiera cogido Rafael de la Sierra. Ahora mira al diputado Mazón o a las «muchas mujeres que por suerte ya hay»: «Me encanta Paula Fernández y Rosa Valdés, que es muy trabajadora».
¿Y qué pasa en Santander? Pues que «Santander se ha resistido siempre. En esta ciudad se vota a la derecha siempre, da igual quién esté de candidato. Parece que cuanto peor lo hagan más les votan, como en Madrid con Ayuso». En esa plaza reconoce que no es especialmente optimista y ve difícil que el Partido Regionalista de Cantabria sea capaz de conseguir las cuotas de apoyo popular que ha logrado en el conjunto de la comunidad autónoma.
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