Revilla rectifica y admite que el puro era suyo, aunque niega que se lo fumara en el almuerzo

«Si yo pensase que he hecho algo mal, no haría falta que me lo pidieran», dijo el presidente, que ha solicitado comparecer en el Parlamento de Cantabria para poder explicarse acerca de un incidente que tardó apenas minutos en dar la vuelta a España y sobre el que él quiso dar su propia versión.

Según dijo, ese día, el jueves, fue citado para almorzar con «unos empresarios muy importantes» que querían hablarle de «un nuevo proyecto inversor para la región». La reserva, matizó, «la hicieron ellos».

De camino al restaurante, trayecto que el presidente efectuó a pie dado que el establecimiento se encuentra en la calle Castelar, esto es, muy cerca de la sede del Gobierno, en Puertochico, se encendió un puro que al llegar dejó posado en un cenicero para aprovecharlo tras el almuerzo. «Un puro no es un cigarrillo. Vale tres euros», apostilló.

Acorralado por las imágenes grabadas por los hosteleros, a los que primero dice que no fuma y después que el puro no es suyo, Revilla tuvo que reconocer este viernes que eso que dijo no fue verdad. Primero confesó que sí fuma y después que el puro era suyo. Sin embargo, y a pesar de que en esas mismas imágenes grabadas le captan con el puro en la mano, el presidente negó tajantemente que se lo hubiera fumado dentro del restaurante. «Me habrán podido fotografiar con el puro en la mano, pero nunca en la boca», precisó Revilla, que, igualmente, se refirió al lugar en que se celebró la comida.

En este sentido el presidente desmintió que el almuerzo se desarrollara dentro del restaurante. «Fue en una especie de terraza, un espacio abierto en el local que tenía ventilación por arriba, en un lado y en el otro».

Dada su versión de los hechos, Revilla, que dijo en que no ve motivo para presentar su dimisión «porque no tengo ninguna sensación de haber hecho algo mal», cambió el terció para denunciar que, desde hace ya veinte días, «estoy siendo sometido a una presión tremenda por parte de este pequeño grupo de hosteleros» que, afirmó, «me están haciendo la vida imposibleyendo a actos en los que participo para boicotearles y lanzarme improperios y amenazas».

Sobre este asunto, el presidente reveló que «esta situación de hostilidad hacia mi persona» está empezando a afectar ya incluso a algunos miembros de su propia familia.

«Han violentado la vida de mi hija pequeña, a la que el otro día grabaron cuando tiraba la basura y le llamaron todo tipo de cosas impresentables», relató el jefe del Ejecutivo, que advirtió de que no va a «tolerar» situaciones así.

Por ello, Revilla, que cree que este grupo podría estar «alentado por algunos partidos políticos vinculados con la extrema derecha», reconoció que está pensando seriamente en solicitar protección a la Delegación del Gobierno, «algo que no hice ni cuando aparecí en los papeles de ETA», muy en especial en los actos en los que tenga que participar en calidad de presidente y en los que como consecuencia de la acción de este grupo «yo me siento cortado y coaccionado».