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La sabiduría popular dice que «lo difícil no es llegar, sino mantenerse». Pero eso no vale para Miguel Ángel Revilla. Siendo líder del PRC, ha visto caer el Muro de Berlín, siete presidentes norteamericanos, nueve mundiales de fútbol y diez Juegos Olímpicos. Cuando se ... puso por primera vez al frente de su partido, en 1988, sucediendo a Eduardo Obregón, no teníamos internet ni teléfonos móviles ni ordenadores en casa. Durante esos 36 años como máximo representante del regionalismo, Revilla ha visto desfilar a 22 mandatarios distintos de otros partidos cántabros. Y los ha sobrevivido políticamente a todos. Es ahora por primera vez, después de esta dilatada y atípica carrera, cuando el PRC afronta oficialmente su marcha. Un proceso que comenzará hoy, sábado, en el Paraninfo de la UIMP, donde los regionalistas celebrarán un minicongreso al que están convocados medio millar de cargos públicos, dirigentes y representantes locales del partido para discernir el futuro de sus siglas tras la derrota electoral del año pasado y el anuncio de la inminente marcha de su sempiterno líder.
A la espera de lo que pueda suceder a partir de ahora durante la etapa de su relevo, lo cierto es que el PRC ha sido inmune a las guerras internas que han salpicado al resto de los partidos políticos de la región. Mientras PP y PSOE, y sobre todo las siglas más jóvenes como Podemos, Vox o Ciudadanos, sufrían el desgaste de las luchas por el poder en diferentes momentos, Revilla ha sabido aislar al regionalismo de todo eso a costa de erigirse como imprescindible. Nadie en el PRC ha discutido el liderazgo de un Revilla que nunca ha visto motivos reales para dar un paso al lado -aunque dijera lo contrario muchas veces-, siendo reelegido casi por unanimidad congreso tras congreso. Una estabilidad envidiada por sus adversarios, pero que ahora hace muy difícil responder a la pregunta que todos se hacen: ¿Y después de Revilla, qué?
Minicongreso. El PRC celebra hoy una Asamblea de Dirigentes por primera vez desde la de Puente Viesgo en 2017
Comparación. Tras los 36 años de Revilla, el mandatario cántabro más longevo ha sido Jaime Blanco, con 23 en el PSOE
Cambios. Los nuevos partidos acumulan 13 líderes en la última década frente a la envidiada rutina del PRC
En 1988, cuando se puso al frente del PRC, ya llevaba cinco años como diputado en el Parlamento cántabro con un PRC minoritario en aquellos momentos, liderado entonces por Eduardo Obregón, uno de sus fundadores. Pero era el socialista Jaime Blanco el símbolo de la longevidad política en Cantabria. Fallecido hace cuatro años, el exsenador, exdiputado y expresidente de Cantabria se mantuvo al frente del PSOE durante los primeros instantes de la democracia, los años dorados de Felipe González y durante el resurgir del PP con José María Aznar. «Fue un hombre entregado absolutamente a sus ideas y fiel a su partido», dijo de él Revilla durante su capilla ardiente en el Parlamento. De hecho, el secretario general del PRC siempre se ha entendido bien con los máximos dirigentes del PSOE en Cantabria. Además de Blanco, ha visto pasar a Dolores Gorostiaga, Eva Díaz Tezanos -las dos retiradas ya de la política- y Pablo Zuloaga, con quienes ha gobernado en diferentes momentos de sus 16 años como presidente de Cantabria. No en vano, fue José Luis Rodríguez Zapatero el que le entregó las llaves de Peña Herbosa en 2003 pese a haber sido la tercera fuerza en las elecciones, lo que llevó al PRC a romper su relación con el PP, compañero de viaje en el Ejecutivo durante dos legislaturas.
Precisamente, Revilla siempre alardea de que ha sabido entenderse con todos los políticos menos con Aznar e Ibarretxe. Y tampoco, después, con Ignacio Diego en la única legislatura (2011-2015) en la que soltó las riendas del Gobierno en Cantabria. Con Gonzalo Piñeiro y José Joaquín Martínez Sieso -también apartado ya de la primera línea política- pisó moqueta por primera vez a mediados de los 90 como consejero de Obras Públicas, y no se le recuerdan excesivos enfrentamientos con su socio de Gobierno en aquellos años.
Pero su 'traición' con el PSOE le reportó muchos enemigos entre la nueva hornada de dirigentes populares que sucedía a la vieja guardia, entre ellos Ignacio Diego -otro al que ha visto jubilarse mientras él seguía en el mismo sitio-. Una enemistad que ha sabido reconducir con María José Sáenz de Buruaga, con quien mantiene buena relación.
La trascendencia de su supervivencia en la cima se acentúa aún más en comparación con los líderes efímeros que se amontonan en las nuevas formaciones nacidos en la última década. Podemos acumula seis coordinadores generales en nueve años de vida; Ciudadanos, cuatro desde 2014; y Vox, tres desde 2013. A sus 81 años, solo Revilla decidirá cuándo y cómo se va. «Se lo ha ganado», dicen en su partido.
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