No deja de ser paradójico que aquello que les unió, más por interés que por afecto - el partido que gobierna en España-, sea ahora causa de una abrupta ruptura. El 'no' de Miguel Ángel Revilla a la investidura de Pedro Sánchez como presidente del ... Gobierno de España, tras conocer el contenido del pacto con ERC, y la réplica del secretario general de los socialistas cántabros, Pablo Zuloaga, de romper la baraja si los regionalistas no vuelven al redil, amenaza con dinamitar el Gobierno regional y con poner fin a esta extraña pareja.
Revilla y Zuloaga nunca se han caído bien. Al regionalista nunca le ha gustado el estilo del joven socialista, ni los desaires que le ha prodigado desde que en julio de 2017 se hizo con las riendas del partido y provocó una crisis en el Ejecutivo regional. Pero la presencia en La Moncloa de Pedro Sánchez y la compensaciones que Revilla esperaba obtener del inquilino socialista han mitigado los roces y les ha condenado a entenderse, muy a su pesar.
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16 de julio de 2017
Pablo Zuloaga vence en las primaria y se convierte en el nuevo secretario general del PSOE de Cantabria.
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4 de septiembre de 2017
Zuloaga crea la primera crisis de Gobierno y obliga a Revilla a cesar al consejero de Educación, Ramón Ruiz, y a destituir a los directores generales Rosa Inés García y Salvador Blanco.
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22 de marzo de 2019
El PSOE denuncia a Revilla y a José María Mazón ante la Junta Electoral provincial.
Pero esta entente cordial, a punto de saltar por los aires, oculta una historia de gestos de desconfianza que empezó el mismo día que Zuloaga fue aupado por la militancia a la sede de Bonifaz y su predecesora salió por la puerta de atrás. Acostumbrado a lo largo de diez años, primero a la plácida convivencia con Dolores Gorostiaga al mando del socialismo cántabro, y a superar sin mayores problemas las discrepancias con Eva Díaz Tezanos después, Revilla no se ha sentido cómodo ni confiado con Zuloaga y su nuevo estilo. Ambos han protagonizado episodios más propios de 'La guerra de los Rose', aquella película de Danny DeVito en la que Michael Douglas y Kathleen Turner decidieron seguir conviviendo bajo el mismo techo durante la tramitación del divorcio y la cosa acabó como el rosario de la aurora.
El pasado mes de junio Revilla reconoció los altibajos con Zuloaga, al que pidió lealtad
El primer enfrentamiento de alto voltaje se produjo mes y medio después de que Zuloaga fuera elegido nuevo líder de los socialistas cántabros, cuando impuso a Revilla la salida del consejero de Educación Ramón Ruiz para castigar a Díaz Tezanos, y los relevos de los directores generales Salvador Blanco y Rosa Inés García. Las guerras internas de los socialistas acabaron con la paciencia del presidente cántabro, que abroncó a Zuloaga por trasladar la crisis del partido al Gobierno. «No voy a consentir más cambios ni líos en el Gobierno hasta el final de la legislatura. El presidente soy yo, yo soy el que nombra y cesa, y tengo que garantizar la estabilidad», zanjó ante la posibilidad de que Zuloaga exigiera también la salida de la vicepresidenta Díaz Tezanos. Pero tuvo que tragarse el sapo de acatar la salida del responsable de Educación, con el que además mantenía una estrecha relación.
Zuloaga denunció a Revilla y a Mazón ante la Junta Electoral Provincial, que los multó con mil euros
El desamor continuó y no tardó en llegar una nueva provocación por parte del nuevo líder socialista. En diciembre de ese año, Zuloaga intentó promover hasta el último momento un pacto alternativo con Podemos para aprobar los Presupuestos de Cantabria, a sabiendas de que el PRC había fraguado ya una alianza con el diputado tránsfuga Juan Ramón Carrancio, ex de Ciudadanos.
El socialista, movido más por el ímpetu que por la prudencia, quiso adornarse con un discurso antitransfuguismo y se recreó en la faena, sin medir las consecuencias de la cornada que le iba a propinar Revilla en forma de dolorosa y visible claudicación. El día que se aprobaron las cuentas públicas Zuloaga no acudió al Parlamento para no ver cómo los 17 diputados que sustentaban al Ejecutivo, incluidos los cinco socialistas, votaban con Carrancio los Presupuestos de 2018, y a la oposición haciendo chanza de su rendición ante Revilla. De paso, el regionalista le lanzó una severa advertencia: «No voy a consentir que me alborote el gallinero». El de Polaciones, político de largo recorrido, sabe cómo humillar echando mano de una fina ironía y, con mucha sorna, pidió al impulsivo Zuloaga «calma y menos ansiedad» en sus acciones porque «no quiero más sobresaltos que no voy a consentir». Y es que ambos dirigentes tienen una visión de la política que en su versión más castiza se resume en una frase: no caben dos gallos en el mismo corral.
«No voy a consentir más cambios ni líos en el Gobierno. El presidente soy yo y soy el que quita y pone»
Ese fue, quizá, el momento más complicado en su montaña rusa particular. Pero al año siguiente se vio un episodio muy similar. Zuloaga, que había saltado ya a la Delegación de Gobierno para reforzar su candidatura a la Presidencia regional en las elecciones de 2019, anunció que Podemos se convertiría en su socio prioritario para negociar las cuentas pública. De nuevo Revilla echó el freno de mano y enmendó al líder socialista: «El Presupuesto se negociará con todos los grupos».
Heridas de campaña
La proximidad de la contienda electoral de mayo de 2019 intensificó los gestos de desprecio. A cuatro meses de los comicios autonómicos, Zuloaga se despachó a gusto contra Revilla en el Comité Regional. Le reprochó que lleve décadas encabezando una lista electoral y hable de regeneración política; que reclame proyectos a Madrid «sin avanzar en los que anuncia en Cantabria»; que «nunca haya nombrado a una mujer de su partido en el Consejo de Gobierno de Cantabria», e, incluso, le afeó su pertinaz presencia en las televisiones nacional, lo mismo que critica el PP, al reclamar que «Cantabria necesita un presidente a tiempo completo, que viaje a Madrid a reivindicar en los ministerios». En aquella intervención resultó hasta ofensivo con el presidente regionalista aludiendo a sus muchos años. «Si Revilla fuera un perro de presa, dudo que a su edad le quede algún diente», se despachó a gusto, una alusión que molestó especialmente al regionalista.
«Si Revilla fuera un perro de presa, dudo que a su edad le quede algún diente»
La crispación, lejos de mitigarse, creció de forma progresiva a medida que se acercaba la cita electoral. El envío de material ferroviario desde Cantabria a Cataluña se convirtió en una nueva fuente de enfrentamiento entre los socios del Gobierno. Los regionalistas arremetieron contra Zuloaga, en su calidad de delegado del Gobierno, por permitir el traslado de los trenes y le llamaron mentiroso.
Pero lo peor estaba por llegar. Socios en el Gobierno, pero adversarios ante la Justicia; lo nunca visto. El PSOE no tuvo empacho en denunciar a Revilla y al entonces consejero de Obras Públicas José María Mazón ante la Junta Electoral Provincial por presentar un proyecto del Gobierno una vez convocadas las elecciones autonómicas. Revilla y Mazón fueron sancionados con mil euros de multa cada uno. Este episodio enfadó especialmente al líder regionalista, que no ha perdonado a Zuloaga la afrenta.
Cuando el pasado mes de mayo Revilla ganó por fin sus primeras elecciones dijo que sería temerario despreciar el pacto con el partido que gobierna en España, el PSOE de Pedro Sánchez, aunque lo que en realidad vino a decir es que si no fuera por las contrapartidas que esperaba obtener del voto de Mazón en Madrid, el PRC no tendría ningún interés en llegar a un acuerdo de gobierno con Zuloaga, al que mira de reojo. Durante las negociaciones del pacto de Gobierno, Revilla ni siquiera se molestó en ocultar su desconfianza en Pablo Zuloaga. La tensión entre los equipos negociadores de PRC y PSOE alcanzó tal calibre que el regionalista amagó con gobernar en minoría y tuvo que intervenir Sánchez para desbloquear la situación. En la firma del pacto de gobierno el pasado 19 de junio el semblante de Revilla era más de funeral que de celebración. «No hemos tenido una relación demasiado afectiva», reconoció ese día, si bien «no hace falta que seamos amigos, aunque sí tenemos que ser leales», reclamó.
La fragilidad de las relaciones entre regionalistas y socialistas y entre sus líderes constituye el principal riesgo para el Gobierno de coalición, al que ahora se suma la ruptura de Revilla con el propio Sánchez.
Más altos cargos, un Presupuesto y una escasa iniciativa legislativa en ocho meses
La cohabitación de socialistas y regionalistas en el Gobierno de esta décima legislatura ha conllevado, para empezar, más grasa en su estructura, que se ha visto incrementada con una consejería más –la de Empleo y Políticas Sociales, que se suma a las ocho que había en el mandato anterior–, seis nuevas direcciones generales y diez subdirecciones más. En estos ocho meses de gestión, el Ejecutivo bipartito, que cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento gracias a los 14 votos del PRC y los 7 del PSC-PSOE, ha conseguido aprobar los Presupuestos de 2020 en tiempo y forma.
La puesta en marcha del engranaje del Gobierno es más lenta el primer año de legislatura. Aun así ha llevado al parlamento varias iniciativas legislativas. El Consejo de Gobierno remitió en noviembre al Parlamento el proyecto de Ley LGTBI, que quedó suspendida al concluir la legislatura, para reiniciar su tramitación. En diciembre aprobó el anteproyecto de Ley de Pesca Marítima, una norma que pretende otorgar al sector seguridad jurídica, y también el proyecto de Ley de Memoria Histórica para dotar a Cantabria de las herramientas administrativas que desarrollen la ley estatal y «dignificar a las víctimas». Finalmente ha llevado a la Cámara regional la Ley del Colegio de Periodistas y la ley de Blindaje del Fondo de Cooperación.
Pero al margen de estas iniciativas, el Gobierno bipartito ha visto cómo se enfriaban las expectativas sobre uno de sus grandes proyectos, la puesta en marcha de la mina de Reocín, y cómo la factura energética se está cobrando muchos puestos de trabajo en la industria regional, un problema al que se suma la crisis en el negocio de la automoción.
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