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Las esperanzas puestas en el robot de la Guardia Civil para tratar de localizar el cuerpo de Walter John Ferreyros y arrojar algo de luz sobre lo sucedido con el hundimiento del Vilaboa Uno se esfumaron entre las olas durante la primera jornada en la ... que se pudo contar con el aparato. «Debido a la fuerte corriente marítima no se ha podido alcanzar el fondo para llegar al pecio. Los agentes han tenido que recuperar el semisumergible y se encuentran a la espera de una mejora de las previsiones para realizar de nuevo la inmersión del robot y toma de imágenes», comunicaron los especialistas de la Unidad de Actividades Subacuáticas de la Benemérita desde la zona del hundimiento a media tarde. Así, el maquinista del pesquero santanderino sigue desaparecido desde el pasado lunes. Y tampoco hay nuevos datos que permitan avanzar en la investigación del suceso. El operativo de búsqueda marítimo y aéreo siguió con la tarea, pero con el mismo resultado que en los dos primeros días.
«Necesito el cuerpo de mi marido, no paren de buscarlo», gritaba el martes en el Barrio Pesquero la mujer del tripulante. Asistió al minuto de silencio convocado en memoria de las víctimas junto a dos de sus hijos (la familia es de origen peruano pero con un arraigo ya de muchos años en Cantabria), que insistieron en esa petición. «Soy un hijo que busca a su padre y no voy a parar hasta que aparezca», reclamaba Max. Lo hicieron ante las autoridades en ese acto (con un mensaje directo para Revilla) y, después, en una reunión en Salvamento Marítimo con el ministro Planas. Les prometieron poner «todos los medios posibles» y les confirmaron la presencia de un robot de la Guardia Civil para llegar hasta el buque siniestrado y saber si Walter Jhon permenece en su interior.
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El aparato llegó a Santander a mediodía desde su base de Valdemoro (Madrid) y, tras una reunión en el puerto para planificar la actuación, partió en el buque de Salvamento María de Maeztu hacia la zona del hundimiento. En esa travesía ya indicaban que el Vilaboa Uno está «a unos 120-150 metros de profundidad» (lo que ampliaría la cifra que se barajaba en un principio). Comentaban eso y lanzaban también una advertencia: «Los agentes van a sumergir el robot, que tiene un cable de 200 metros. La operativa es llegar al punto donde se encuentra el barco, que depende de las condiciones del mar y que actualmente son poco favorables. Una vez en el lugar, los agentes verificarán que el barco desde que se opera puede permanecer estático para poder trabajar y acceder con el robot». O sea, que para utilizar el vehículo submarino a control remoto hace falta estabilidad en el barco desde el que se lanza y poca corriente para llegar hasta abajo. Mala cosa en el Cantábrico.
Los temores se confirmaron poco después. Lo lanzaron, lo intentaron, pero no pudieron llegar hasta abajo. Y como los pronósticos no apuntaban mejoría en las horas siguientes, a media tarde ya certificaron el resultado. Nada en la primera jornada de trabajo. Regreso a puerto y a esperar.
En la nómina de participantes durante la tercera jornada de búsqueda del tripulante desaparecido figuraron vehículos de Salvamento Marítimo y de la Guardia Civil. Entre los primeros, junto a la embarcación Salvamar Deneb, el María de Maetzu y el helicóptero Helimer, operó el avión Sasemar 102. Está aquí desde el martes por la tarde. El aparato es uno de los tres aviones CN-235-300 SM01 con los que cuenta el organismo y en su día fue bautizado como Rosalía de Castro (opera desde Galicia en todo el Cantábrico). Está especializado en búsqueda, vigilancia y lucha contra la contaminación. Por parte de la Benemérita tomaron parte la patrullera Río Aller, el helicóptero y el avión de ala fina del cuerpo.
La familia de Francisco Sampedro Faleato, 'El Fali', clamaba el martes en el Barrio Pesquero porque, muchas horas después del naufragio, nadie les había llamado y aún no habían podido ver el cuerpo del marinero. Lo hicieron antes del minuto de silencio y lo repitieron en una reunión –tensa– con Revilla y el ministro Planas. No escondieron su malestar por cómo se han hecho las cosas. Allí se les prometió que tendrían acceso al cuerpo en pocas horas, pero los trámites aún se prolongaron hasta el miércoles a media mañana. Sólo a partir de ese momento pudieron empezar a organizar un funeral que se celebrará este jueves a las 11.00 en la parroquia del Pesquero (posteriormente será incinerado en Maliaño). Mientras, fuentes judiciales indicaron a primera hora de la tarde del miércoles que aún no contaban con una «identificación indubitada» –la confirmación sin ningún género de dudas– del segundo fallecido, que fuentes policiales identificaron el lunes como Gogfrey Kofi Buabeng, de Ghana. Por eso, hasta ese momento no habían contactado con ningún familiar.
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