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La pequeña O. C., de 27 meses de edad, consume omeprazol prácticamente desde que nació. Se lo recetaron para tratar el reflujo gastroesofágico que padece y «siempre le había sentado bien». La niña, natural de Colindres, nunca mostró efectos secundarios, hasta mediados del pasado ... abril. A Amaya, su madre, le costaba creer que el vello que le crecía sin parar por la cara, el cuerpo y la espalda pudiera tener relación con el medicamento, ya que llevaba consumiéndolo dos años y nunca había apreciado contraindicaciones. Después de varios meses visitando a diferentes especialistas y tras analizar la fórmula que tomaba su hija, supo que el jarabe que les habían facilitado en la farmacia contenía minoxidil –un principio activo que se utiliza para tratar la alopecia– en lugar de omeprazol. Como ella, otros nueve niños han sido diagnosticados en Cantabria de hipertricosis, enfermedad que se caracteriza por el crecimiento de vello en exceso por todo el cuerpo, y todos responden a la misma causa: un error en el tratamiento administrado para tratar sus problemas de reflujo gastroesofágico. Y no son los únicos.
El Ministerio de Sanidad confirmó ayer que ya son 17 los afectados en toda España. A los casos confirmados por la Consejería de Sanidad en Los Corrales de Buelna, Colindres y Mogro, se suman otros cuatro en Andalucía y tres en la Comunidad Valenciana.
La autoridades sanitarias han confirmado este jueves tres nuevos casos en Andalucía de bebés con hipertricosis -enfermedad que se caracteriza por el crecimiento de vello por todo el cuerpo-, con lo que ya son 20 los niños afectados hasta el momento en Cantabria, Andalucía y Comunidad Valenciana.
Fuentes del Ministerio de Sanidad han explicado a Efe que no se trata de bebés a los que se les haya administrado recientemente el falso omeprazol, dado que fue retirado del mercado, sino de casos anteriores que han sido diagnosticados y notificados ahora.
Los nuevos casos son bebés cuyos pediatras desconocían a qué podía ser debido el exceso de vello y, por lo tanto, no habían podido diagnosticarlo; ahora, con toda la información disponible, han podido identificarlo y notificarlo a las autoridades sanitarias.
Las primeras sospechas datan del pasado mayo, cuando varias familias cántabras acudían a su pediatra preocupados por el pelo que empezaba a cubrir el cuerpo de sus pequeños, una reacción muy llamativa al afectar directamente a zonas visibles, como cara y cuello. El origen de esos efectos adversos no tardó en identificarse tras comprobar que los casos denunciados tenían un problema digestivo en común. Para paliar sus síntomas se les había recetado omeprazol, el protector estomacal por excelencia que en el caso de los bebés necesita de una preparación a medida en forma de jarabe, porque el producto sólo se comercializa en cajas de comprimidos. Ese proceso de elaboración, siguiendo las indicaciones concretas de la receta, en función de su destinatario, y que se realiza en la propia farmacia, se conoce como fórmula magistral. Al tratarse de bebés, precisaban una presentación líquida, igual que se les proporciona el ibupofreno o el paracetamol, solo que en estos dos supuestos existen productos en el mercado de administración oral (por medio de jeringuilla), mientras que en el caso del omeprazol hay que formularla. El 16 de julio María Antonia Mora, entonces aún directora general de Ordenación y Atención Sanitaria de la Consejería, envió una carta a los pediatras del Servicio Cántabro de Salud (SCS) para notificar la alerta.
En ella confirmaba los primeros casos de hipertricosis detectados en la región –constan diez–, una vez que el Centro de Farmacovigilancia había tomado las muestras y realizado las oportunas inspecciones. Ya entonces se apuntaba a un lote de omeprazol cuya distribución en la región es «muy limitada». Previamente, y mientras se hacían esas indagaciones, se había acordado la inmovilización cautelar del principio activo procedente de la empresa Farma-Química Sur S.L, de Málaga. Las muestras tomadas a los pacientes se remitieron para su análisis al Laboratorio Oficial de Control de Medicamentos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), y es a raíz de ahí cuando se emite (el 11 de julio) la alerta sanitaria a nivel nacional y la retirada del mercado de todas las unidades distribuidas del lote identificado como contaminado –ni Sanidad ni el Colegio de Farmacéuticos de Cantabria han precisado cuántas boticas lo habían recibido–.
El laboratorio había confirmado que las muestras tomadas por los servicios cántabros de inspección determinaban que había habido un error y que la composición administrada a los niños como omeprazol contenía minoxidil, principio activo que se emplea para tratar la alopecia.
Para entonces, la familia de la pequeña de Colindres –hasta ahora, la única de los afectados en Cantabria que ha compartido públicamente su testimonio– ya llevaba semanas inmersa en un periplo de consultas médicas, marcadas por las preguntas sin respuesta y la incertidumbre. En abril Amaya había comentado a la pediatra su preocupación por la aparición de tanto pelo en la niña, dado que ningún miembro de su familia se caracterizaba por ser velludo. «Todo lo contrario. Su padre, de hecho, apenas tiene por el cuerpo». La médico también quiso saber si la niña podía haber accedido en casa a algún medicamento en un descuido, «pero están bien guardados en un altillo al que no tiene acceso», cuenta su madre. Y el problema iba en aumento.
«También se barajó que fuera un problema hormonal», añade. A mediados de mayo tenían cita con un especialista de Digestivo en Valdecilla, quien les dijo que ese mismo día una endocrina del hospital le había comentado que había atendido a varios bebés de Los Corrales con síntomas idénticos. Todos consumían omeprazol. «No pensaron que los jarabes pudieran estar contaminados, sino que fuera el propio principio activo el que provocase este aumento de vello», apunta Amaya.
Ante la existencia de varios casos, los especialistas advierten a las familias que deben suspender las tomas hasta que se verifique qué es lo que ocurre. «Nos pidieron que lo guardásemos en óptimas condiciones, como si fuera a consumirse, para poder analizarlo». A finales de mayo, llevaron el envase a la Consejería de Sanidad para que fuera examinado y, aunque las familias pidieron que se les informase de los resultados, «no volvieron a ponerse en contacto con nosotros». A pesar de haber suspendido el tratamiento, el pelo de O. C. continuó aumentando, y no tuvieron novedades hasta principios de julio, cuando la Agencia Española del Medicamento publica en su página web los resultados. «Fue nuestra pediatra quien nos contó lo que pasaba, nadie más ha dado la cara», critica.
Por esa razón, recurrieron a la Asociación del Defensor del Paciente, que fue la que denunció los «graves efectos» que estaba ocasionando el falso omeprazol. Su presidenta, Carmen Flores, comenta que recibieron «llamadas de varias familias cántabras preocupadas por sus hijos. Inmediatamente lo pusimos en manos de la Fiscalía de Cantabria, pero al ver que aparecían casos en otras comunidades también adjuntamos la petición a la Fiscalía General del Estado». Flores demanda que se «depuren responsabilidades ante esta situación esperpéntica.Se tiene que investigar y llegar al fondo del asunto. Está claro que la culpa no es de las farmacias, sino de quien le ha proporcionado el medicamento de forma equivocada».
«No sabemos en qué punto de la cadena se produjo el error», lamenta Amaya, a quien lo que más le preocupa ahora es que «nadie ha sabido decirme cuánto tiempo ha estado mi hija tomando un medicamento equivocado. No sé si únicamente fue el último envase o los anteriores también». Además, añade, «el minoxidil, por lo general, se administra de forma tópica, pero su hija lo estaba tomando de manera oral. Y en una dosis más alta de la que se recomienda en personas adultas».
La madre de la pequeña, a la que describe como «una niña presumida» que sufre al sentirse observada o cuando le fotografían en las consultas, explica que, aunque se dieron cuenta en abril, desconoce si la pequeña empezó a tomar el crecepelo con anterioridad y no fueron conscientes hasta que el aumento de vello fue más evidente. «Tampoco creo que tengan la culpa en la farmacia a la que vamos, a ellos les ha llegado el principio activo mal etiquetado y han hecho la fórmula magistral sin saberlo. Es como si vas a una tienda a comprar ingredientes para hacer un pastel y, en lugar de azúcar, te dan otro ingrediente con la misma consistencia y color sin que lo sepas», razona Amaya. «Hasta que no lo pruebas no lo sabes, pero eso no puedes hacerlo con un medicamento».
Entretanto, la niña daba otra pista cada vez que se señalaba la lengua mirando a su madre: «Como es pequeña y no habla, no sabía por qué lo hacía», pero aquel gesto indicaba que el reflujo persistía. Fue en julio, una vez descubierto el origen del aumento de vello, cuando la pequeña pudo restaurar el consumo de omeprazol y reducir sus molestias estomacales. No obstante, aunque O. C. dejó de tomar en mayo el jarabe sospechoso preparado mediante fórmula magistral, los síntomas no han mermado desde entonces. «Me dijeron que si le había salido en un mes, se le caería al siguiente». Pero lejos de remitir, se extendió en los meses posteriores. «Después nos dijeron que el ciclo del pelo dura seis meses, así que aún está dentro de los plazos».
Ahora, Amaya teme las posibles consecuencias futuras de este principio activo que es un vasodilatador que se usa para tratar la hipertensión arterial: «Al final, el vello es sólo estético, esperamos que esto no tenga efectos secundarios en algún órgano. Hay otros bebés que se lo han recetado hace pocos meses y sus padres saben que no se ha prolongado mucho en el tiempo, pero mi hija lleva tomando omeprazol desde su primer mes de vida».
Hasta la fecha, ha notado que la pequeña «también suda más de lo normal, su ritmo cardíaco va más rapido de lo normal, está mucho más agitada, se cansa enseguida y tiene muchas infecciones en los ojos. Todo esto no está disminuyendo con el tiempo. La pediatra ya lo sabe y, para tranquilizarnos, nos ha dado cita con el cardiólogo». La «parte positiva» del aumento de vello de la niña es que fue tan llamativo que sus padres se alarmaron y acudieron rápidamente al centro de salud, interrumpiendo el tratamiento enseguida. «Si hubiera sido un síntoma oculto le habría estado haciendo daño más tiempo sin que nos diéramos cuenta».
Aunque todavía es muy pequeña, O. C. se «da cuenta de que pasa algo», apunta su madre. «Tenemos suerte de vivir en una casa independiente con jardín, en la que está como en una burbuja. Hemos ido al parque alguna vez, pero siempre hay una mala lengua que te amarga el día». Amaya cuenta que fueron a la playa hace unas semanas y tuvieron que irse a la media hora. «La bañé con un neopreno y, cuando fui a cambiarla, una señora dijo: 'Eso qué es, ¿una niña o un hombre?' Cogimos las cosas y nos fuimos. Por desgracia, esos comentarios hirientes están a la orden del día y, para evitar eso, salimos menos».
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