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La vida sin covid se truncó el día que se decretó la alerta mundial de pandemia. Y la vuelta a la normalidad hasta ahora ha sido más un deseo que una realidad. Después de seis olas de contagios, que han dejado 829 fallecimientos en Cantabria, ... una vacunación masiva sin precedentes, una convivencia rodeada de restricciones durante dos años –con su correspondiente impacto económico– y un cansancio social generalizado, el virus vuelve a recordar que todo eso no basta para pasar página del todo. Cada día, se detectan más de un centenar de casos entre la población mayor de 60 años, pero la cifra real de contagios en la calle se estima que es diez veces superior. «La inmunidad a través de las mucosas, que es la que en realidad complicaría la transmisibilidad, sólo se conseguirá cuando toda la población pase varias veces por la infección», apunta el director de Salud Pública, Reinhard Wallmann, «y eso tardará años en ocurrir».
Partiendo de esa premisa, la estrategia sanitaria en la actualidad pasa por «asumir los riesgos» de convivir con el SARS-CoV-2, igual que se hace con la gripe –con el llamamiento a «mantener la precaución frente a los colectivos más vulnerables»– y afrontar los repuntes de casos tratando de que el impacto hospitalario, que es el que manda en la toma de decisiones, no acabe repercutiendo en la asistencia al resto de patologías, como ha ocurrido otras veces, ni vuelva a interrumpir la actividad quirúrgica para evitar engrosar las ya disparadas listas de espera.
Hace justo un mes, con el descenso a la situación de riesgo controlado, el seguimiento de la pandemia se centró en la población más frágil (mayores de 60 años), a la vez que se suprimieron las últimas medidas sanitarias, se eliminaron los periodos de aislamiento de los positivos (salvo para usuarios de residencias y pacientes hospitalizados) y se limitó también la realización de test diagnósticos. Fue el comienzo de la llamada fase de 'gripalización', en la que se dejaron de contar los positivos en la población general –si se hiciera, saldrían unos 1.500 diarios, según el dato que dio el pasado viernes el presidente Revilla–. La incidencia empezó a subir a comienzos de abril, antes incluso del periodo vacacional de Semana Santa, «cuyas consecuencias veremos a partir de la próxima semana», admite Wallmann, que no tiene duda de que ya estamos dentro de una segunda ola de Ómicron, «la primera totalmente libre de restricciones», con el uso de la mascarilla a criterio personal, salvo en los ámbitos en los que se mantiene su obligatoriedad: interiores de centros sanitarios y residencias, transporte público y en las empresas que se hayan inclinado por la prudencia. La dimensión de la curva está por ver.
Aunque «ahora el escenario es otro y hay que ir normalizando esto», como ha recordado varias veces el consejero de Sanidad, Raúl Pesquera, con la mayor parte de la población revacunada –sin olvidar que el pinchazo no frena la infección, pero sí reduce en gran medida las probabilidades de complicaciones– y una variante que ha perdido virulencia respecto a sus 'hermanas' aunque sigue ganando en contagiosidad en sus mutaciones –el linaje BA.2, también bautizado como 'Ómicron sigilosa', es la predominante (96%) en Cantabria–.
«Los casos en mayores de 60 años se han incrementado un 25% respecto a la semana previa, y esa tendencia sigue al alza», subraya Wallmann, a un ritmo «similar al de principio de enero. Entonces, coincidieron de forma simultánea en los hospitales 160 pacientes. Ahora es altamente probable que alcancemos los 80 ingresados». Una proyección que casa con «la doble onda de Ómicron en otros países, como Reino Unido, que va por delante.Allí el impacto hospitalario de la segunda onda ha sido menor, aunque sufrieron, y apenas ha llegado a la UCI», explica el epidemiólogo.
Pero aún es pronto para cantar victoria, a juicio del jefe de Medicina Intensiva de Valdecilla, Juan Carlos Rodríguez Borregán, aunque se atienda sólo a cuatro pacientes en la UCI covid, dos que cumplen más de un mes de estancia y otros dos que ingresaron de forma incidental, es decir, que la causa fue distinta al virus, aunque el positivo saltó en el test preventivo. «Hay que dar tiempo y ver cómo evoluciona la situación, aún es pronto. Si se sigue la dinámica de las olas anteriores, a medida que aumente la hospitalización, los pacientes nos van a acabar llegando a la UCI, suele ser diez días después de subir los ingresos. Ese es el comportamiento del virus», destaca el médico. El ciclo es de sobra conocido. «En estos dos años de pandemia han pasado por Cuidados Intensivos 878 personas, una barbaridad», asegura Rodríguez Borregán, que lejos de alarmar, «porque todos estamos deseando recuperar la normalidad de 2019; y es cierto que se está haciendo muy largo», insiste en que «no podemos ignorar que el virus está ahí, porque de vez en cuando se va a hacer notar». Como ocurre ahora.
Quien está sufriendo el golpe inicial de esta nueva oleada de contagios es la población más longeva. «Es un momento distinto a los demás», considera el gerente de Valdecilla, Rafael Tejido. «La sexta ola fue dura por la mezcla de Ómicron y Delta, dos ondas que se solaparon y generaron mucho ingreso y gravedad. En estos momentos, estamos viendo que el 90% de los hospitalizados son personas mayores con descompensaciones de sus patologías de base, parecido a las ondas gripales de invierno», explica Tejido, lo que implica «enfermedad más leve».
De hecho, «ahora el porcentaje de neumonías está por debajo del 25%, cuando antes se situaba entre el 70% y el 80%». Según los datos de Salud Pública, la mediana de edad de los 43 pacientes ingresados por covid es de 87 años. Pero, a la par, constan otros tantos pacientes (47 el viernes) ingresados con covid (los incidentales), atendidos dentro de los servicios encargados de tratar el problema de salud por el que llegaron al hospital (Cardiología, Urología, Traumatología, Hematología...), es decir, fuera de las plantas destinadas a covid: la séptima de la Torre D, con 24 camas, más otras 12 en la 7C. «Por ese perfil de paciente mayor descompensado, gran parte del peso lo lleva Medicina Interna en sus propias plantas», añade el gerente, que confía en «aguantar» la presión del repunte de ingresos «sin interrumpir el resto de la actividad del hospital, preservando las cirugías y el resto de procedimientos no covid». En caso de que la cifra acumulada se acercara a los 75 hospitalizados con covid, «nos plantearíamos abrir un área de hospitalización en Liencres», declara Tejido.
Reinhard Wallmann
Director de Salud Pública
Rafael tejido
Gerente de Valdecilla
Pese a la tendencia creciente de contagios, Salud Pública descarta dar marcha atrás en el levantamiento de las medidas sanitarias, como acaba de plantear Asturias, la comunidad con mayor incidencia de España, seguida de Galicia, Navarra y Castilla y León. La quinta en la lista es Cantabria, «estamos por encima de la media», informa Wallmann. «Es la primera ola que afrontamos sin medidas no farmacológicas, asumimos cada vez más riesgos. El covid se ha integrado entre las causas de muerte de la población, como una más. Toda nuestra vida es una gestión de riesgos. Y en estos momentos, la probabilidad de morir por covid en menores de 60 años es improbable», afirma.
Juan Carlos Rodríguez Borregán
Jefe de UCI
Carmen fariñas
Jefa de Enfermedades Infecciosas
Ahora bien, por encima de esa edad o en personas con factores de salud añadidos, el virus puede convertirse en una ruleta rusa, sin que la vacuna sea freno suficiente. «Estamos en una época de incertidumbre. Cuando se relajan las medidas, el covid se transmite más», recuerda Carmen Fariñas, jefa de servicio de Enfermedades Infecciosas de Valdecilla. Y el riesgo –insiste– es que «acabe llegando a las personas vulnerables, no sólo mayores, sino también pacientes con tratamiento inmunosupresor, considerados de alto riesgo, o aquellos que no han desarrollado suficientes anticuerpos.Si bien es cierto que la infección tiene por lo general un curso asintomático en personas sanas, no hay que perder de vista que pueden transmitirlo a convivientes que pueden sufrir complicaciones de forma grave, teniendo que ser hospitalizados o incluso ingresar en Cuidados Intensivos. Por eso, hay que tener especial cuidado con ellos».
Aunque la presión no haya llegado a los hospitales –la tasa actual de ocupación por covid es de apenas el 3%–, las autoridades sanitarias son conscientes de que el virus está extendido de forma importante en la población, aunque no preocupa tanto si lo hace de forma asintomática o causando molestias leves, que incluso pueden pasar con otros cuatros respiratorios ajenos al covid. La proporción de casos incidentales (positivos descubiertos una vez ingresan por otro motivo) es uno de los indicadores que dan fe de ello –son tantos como los hospitalizados por infección de coronavirus–. La otra señal de alarma, como apunta el director de Salud Pública, Reinhard Wallmann, es el volumen de profesionales sanitarios contagiados, que «ha aumentado de manera notable. Ahora mismo tenemos 168 positivos activos entre el personal (68 enfermeros, 36 médicos, 39 auxiliares y 25 de otras categorías), una cifra similar a la que había en el peor momento de la sexta ola», con lo que ello implica en «dificultades de organización» por las bajas acumuladas.
A diferencia de entonces, ahora la variante circulante es el linaje de Ómicron BA.2, «no hemos localizado otra de momento en las muestras analizadas», precisa Wallmann, aunque ya se ha detectado en España la llamada XE, mezcla de BA.1 y BA.2, que «puede ser incluso más contagiosa, aunque no más virulenta. La efectividad de la vacuna se mantiene, es lo que nos salva», subraya el epidemiólogo. En el ámbito de las residencias de mayores, considerado uno de los más vulnerables, también se ha notado el incremento de casos en las últimas semanas: en la actualidad, constan 157 usuarios contagiados y 57 profesionales.
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