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Las denuncias por intrusismo profesional planteadas por el Colegio de Fisioterapeutas de Cantabria ante la Consejería de Sanidad, han provocado, hasta el momento, el cierre de ocho de los centros cuestionados, mientras que otros cuatro ven limitada su actividad a la oferta de «masaje relajante», ... y cuatro más siguen pendientes de que concluya la inspección.
Según indicó Jorge Fernández, decano del Colegio, su lucha contra el intrusismo profesional, un gran problema para su sector, les llevó a denunciar a 16 establecimientos de la región que ofrecían tratamientos de osteopatía, manipulación cervical, quiromasaje, masaje terapéutico, acupuntura, rehabilitación y electroterapia. En esos centros, además, se hacía referencia al tratamiento de un amplio catálogo de patologías, como depresión, ansiedad, insomnio, hernias, esguinces, artrosis, tendinitis, rotura de fibras y enfermedades cutáneas, entre otras.
«Nuestro enfoque para luchar contra el intrusismo ha sido doble, por un lado, jurídico: hemos ido a juicios en los que no tuvimos mucho éxito porque solo eran positivos cuando acompañábamos a algún ciudadano con alguna lesión producida en centros que funcionaban de forma irregular. Es decir, sin la prueba de paciente damnificado no conseguíamos nada y, viendo que si no existía esa lesión no teníamos éxito en nuestras denuncias, hemos recurrido a la vía administrativa: un establecimiento que oferte esos servicios tiene que contar con un registro sanitario y cumplir una normativa, y al no tratarse de profesionales sanitarios no pueden cumplir estas exigencias, y ese es el punto en el que estamos. Hemos denunciado unos cuantos casos y la Dirección General de Ordenación, Farmacia e Inspección ha hecho muy bien su trabajo: creo que solo uno de ellos ha podido justificar que es sanitario y ha realizado los trámites para regularizar su centro. Al resto, Ordenación sanitaria se ha limitado a ejecutar la norma. Si no cumplen la normativa, no pueden trabajar».
El decano de los fisioterapeutas cántabros subrayó que el intrusismo no es solo una cuestión de invasión de competencias profesionales, sino también un problema de salud pública. «Cuando se practica un tratamiento para alguna patología, todo tiene un posible efecto positivo, pero también puede provocar otros negativos, con consecuencias más o menos serias sobre la salud del paciente, agravando incluso su lesión. Cuando sucede algo así tras acudir a algún centro que funcione de forma irregular existe poco margen de recurso, algo que no sucede en un establecimiento profesional, en el que, aparte de la garantía de ser tratado por profesionales formados, existe una cobertura legal que le ampara».
La fisioterapia es una profesión sanitaria con un campo de conocimiento y actividad profesional bien definida que tiene una incidencia muy importante sobre el nivel de salud de la población, ayudando a mejorar y curar enfermedades.
Los profesionales de la fisioterapia están preparados para aplicar diferentes técnicas y recursos terapéuticos con el fin de curar a los pacientes. Proporcionan una atención de fisioterapia eficaz, de acuerdo con los principios éticos y legales de la profesión, desarrollando la práctica profesional basada en métodos y técnicas cuya seguridad y eficacia está demostrada de acuerdo con el estado de desarrollo de la ciencia.
Los cuatro años de carrera permiten a estos profesionales identificar el tratamiento fisioterapéutico más apropiado en función de la patología del paciente, incluyendo el masaje manual terapéutico y otras muchas técnicas, como por ejemplo terapias manipulativas articulares y osteopatía.
Son estos últimos tratamientos, el masaje terapéutico y la osteopatía, los que plantean un grave problema de intrusismo cuando son aplicados por personas que no son profesionales sanitarios cualificados.
Contribuye a ello el hecho de que, así como la fisioterapia es tanto una práctica como una formación reglada, en lo que respecta a la osteopatía y la quiropraxia existe cierta indefinición en España, ya que en otros países son técnicas reconocidas y reguladas. «Para ser fisioterapeuta tienes que estudiar esos cuatro años, pero cualquiera puede llamarse osteópata, aunque haya hecho un curso de un fin de semana», añadió Jorge Fernández.
El Tribunal Supremo ya estableció, tras una sentencia dictada en 2021, que «los centros en los que se aplican tratamientos de terapia natural (osteopatía, quiropraxia, quiromasaje y acupuntura), tienen la consideración de centros sanitarios siempre y cuando las personas que realizan estas técnicas sean profesionales sanitarios y el establecimiento cuente con el número de Registro Sanitario», ya que «tienen una finalidad terapéutica, pues aplican remedios para el tratamiento de enfermedades o de dolencias. Entiende, por tanto, que «las terapias naturales son actividad sanitaria y deben regularse como tales siempre que se ejerzan bajo la vigilancia y el control de personal sanitario y en instalaciones que tengan la consideración de centros sanitarios con registro sanitario pertinente».
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