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El Servicio Cántabro de Salud ha desatado una oleada de indignación entre los médicos de familia, que crece a medida que el nuevo sistema de citas (donde triunfa el más rápido en reservar hueco y merma el margen de gestión de la demanda de ... los propios profesionales) se va implantando en los centros de salud. ¿Cuál es el problema si en el fondo unos y otros estaban de acuerdo en limitar la agenda a 35 pacientes al día para reducir la sobrecarga que desembocó la huelga de noviembre? Pues en cómo se lleva eso a la práctica.
«Desde el 24 de abril, debido a la gestión de la demanda, el profesional de medicina no puede citar en la agenda», como se puede leer en los carteles pegados en algunos mostradores. Si hasta ahora, por ejemplo, cabía la posibilidad de emplazar al paciente para una próxima revisión o entrega de resultados en los días siguientes desde la propia consulta del facultativo, ese canal ha quedado «bloqueado». Esa tarea pasa a manos del personal de admisión, que gestionará las llamadas y dará respuesta a los pacientes que acudan directamente porque no han conseguido cita de otra manera. Pero con un componente añadido: «Sólo podrán citar en el día, siempre y cuando haya huecos disponibles en las agendas» hasta ese máximo de 35. De lo contrario, el paciente tendrá que reintentar la operación en las jornadas sucesivas. «Y como no hay posibilidad de citarse en los días siguientes, porque las agendas están bloqueadas y se abren sobre la marcha, tampoco computa la demora sin atender», subrayan desde el Sindicato Médico. Pero el gerente del SCS, Rafael Sotoca, niega que esa sea la lectura correcta y defiende que este modelo se ha pilotado con éxito en Colindres, «donde se ha conseguido rebajar la demora a un solo día».
Los profesionales insisten en que es «una chapuza» que limita su capacidad de autogestión de las agendas. En otras palabras, les «prohíbe» citar a sus propios pacientes, con una «agenda rígida» que les «impide dar respuesta a las necesidades del día a día».
Tal es el malestar en el colectivo médico que ayer por la mañana el Foro de Atención Primaria, que aúna a las principales sociedades científicas de este ámbito y al Colegio de Médicos de Cantabria, salió al paso para «exigir la retirada inmediata de este pilotaje en los centros de salud de la región porque no se basa en evidencia científica alguna ni en las necesidades actuales de la población en el ámbito de la Atención Primaria». Es más, sostienen que las directrices dadas desde el SCS lo que hacen es «favorecer la banalidad, la hiperfrecuentación y la inmediatez en la asistencia de los pacientes, soslayando el seguimiento de enfermos crónicos y las actividades de prevención». En síntesis, creen que se atenderá antes al más hábil para coger cita.
El cambio, a juicio de estas sociedades profesionales, «choca con la esencia de la Atención Primaria, no ha sido informado ni notificado a los pacientes ni a los profesionales, especialmente afectados en su trabajo diario por esta medida». Los médicos temen que el resultado sea que «los jóvenes se puedan citar a través de la web o de la aplicación del móvil sin problema –se abre la agenda la tarde anterior–, mientras que los ancianos, que son los más vulnerables y también los que pueden manejarse peor con el ordenador, tienen que acudir al centro para citarse en el día». Eso sí, apuntan desde el Sindicato Médico, «la lista de espera se la quitan de un plumazo». Y describen la situación que se genera con una comparativa: «Es como si tienes un restaurante con el comedor vacío y abres la puerta cuando quieres y sólo hasta que se te llenan las mesas. Eso no quita que dejes gente fuera sin comer. Claro, los camareros van a notar ese alivio, pero aquí hablamos de asistencia sanitaria, no de menús del día».
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El propio Sotoca saca pecho cuando habla de la demora para acceder a una consulta en Atención Primaria en Cantabria: «Estamos en 2,7 días de media, lo que supone la mejor accesibilidad de todo el sistema nacional de salud. Sólo hay un 16% de los centros por encima de las 48 horas». Y niega, expresamente, que se hayan restringido las agendas. «No hay ningún bloqueo para citar.Las agendas están completamente abiertas en los términos que se negociaron y firmaron en el acuerdo de fin de huelga con el Sindicato Médico; no entiendo dónde está el problema ahora», señala en referencia a este movimiento generalizado de rechazo.
«El médico tiene capacidad para citar a once pacientes diarios», añade. Pero la respuesta llega del lado de los aludidos: «Claro que tenemos esos huecos, que son para consultas administrativas, telefónicas y atención domiciliaria, pero este sistema no te permite cambiarlas, y eso suponiendo que no estén llenas de antemano». El gerente insiste en que «esos huecos los pueden gestionar los médicos como quieran, incluso a través de los programas de absorción de la demanda por la tarde». La agenda se complementa, apostilla, con los 24 huecos a disposición de la población para coger cita a través del servicio de admisión, la web del SCS o la App, incluidos ahí los cuatro reservados para urgencias.
Las sociedades científicas denuncian que «este pilotaje impide valorar de forma conjunta a los pacientes crónicos entre su médico y su enfermera, que no solo conocen su historial clínico, sino que abordan sus problemas de salud de forma integral, teniendo en cuenta factores emocionales, familiares y culturales que tanto afectan en la mejora de su estado».
El nuevo sistema, que para Sotoca supone «un salto cualitativo para garantizar la presencialidad y la obtención de una cita de manera muy próxima», funciona ya en los centros de La Barrera, Zapatón, Bajo Pas, La Montaña, Camargo Costa, Reinosa, Vargas, Dávila, Laredo, Polanco, Dobra, Saja, La Marina, El Astillero, Santoña, Bajó Asón, Cazoña, Ontaneda, Cazoña, Puertochico... Cierto es que ahora los médicos comienzan la jornada con huecos libres en su agenda, algo que antes no ocurría porque se iban reservando de forma programada (a iniciativa de los profesionales o de los usuarios), «pero muchos se acaban desperdiciando porque la demanda es asimétrica», recuerdan desde el Foro. «Y que no se citen no significa que los pacientes no sigan estando ahí. Esto acabará estallando», advierte un facultativo que ya está sufriendo las consecuencias y que percibe a diario «el descontento».
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