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Desde 2003 la red centinela de vigilancia de la gripe avisaba de su incidencia, de la mutación del virus y la adecuación de la vacuna en esa campaña; en definitiva, de cómo se comportaba la infección respiratoria con el fin de advertir a la población ... o incluso de prever acciones específicas en el ámbito hospitalario. Ahora, pandemia mediante, esta vigilancia va más allá y ha abierto el foco hacia más virus que afectan a las vías respiratorias, entre los que se cuenta, cómo no, también el covid.
Un nuevo protocolo suscrito entre Salud Pública y Atención Primaria ha puesto en marcha un mecanismo de prevención que permite saber cada siete días qué está pasando en la región, es decir, qué infecciones son las que más se están produciendo y su prevalencia. ¿Cómo? Tomando cada semana hasta un centenar de muestras en seis centros de salud de la región en aquellos pacientes que presenten síntomas compatibles. «Este muestreo es el mínimo necesario para saber lo que sucede porque el que no sabe no puede actuar ni controlar», dice Reinhard Wallmann, director general de Salud Pública, ya que, tras analizar esas muestras en el laboratorio de Microbiología del Hospital Valdecilla, los resultados obtenidos perfilan la situación epidemiológica de la región y, por tanto, ayudan a trazar posibles actuaciones.
En enero, cuando las restricciones dieron paso a otro escenario de convivencia con el covid, fundamentada en las eficacia de las vacunas y la baja incidencia, el Ministerio de Sanidad apostó por la vigilancia epidemiológica del programa Sivira (Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda), al que Cantabria se sumó vigilando a diario los casos de infecciones respiratorias. Pero desde junio, en concreto desde la semana 24 (del 13 al 19 de junio) empezó a desplegar la segunda parte de este sistema centinela, con la vigilancia de los virus tal y como fija el protocolo de vigilancia de infecciones respiratorias gracias a la colaboración de Atención Primaria. «Son ellos quienes realizan las pruebas» cada semana en seis centros de salud ubicados en Santander (dos), Torrelavega, Camargo, Campoo y Santoña.
Cada uno de esos centros tiene una cifra de muestras asignadas que recogen de un modo aleatorio entre aquellos pacientes que se acercan con síntomas compatibles a una infección respiratoria. «Se les realiza una prueba nasofaríngea y se manda al laboratorio a analizar. En este momento se están tomando casi un centenar de muestras a la semana y la idea es llegar a 189 muestras el año que viene».
¿Qué ganamos al saber qué tipo de infección tiene prevalencia en cada momento? «Por un lado te das cuenta de qué virus estás tratando», dice el epidemiólogo, «si solo te quedas con el diagnóstico sintomático no es muy fino, queremos saber qué virus están circulando y de cuál se trata, de qué variante, qué es lo que hay». Además, añade, con estas muestras se puede saber qué infecciones están empezando porque no vienen todos los virus a la vez: «En otoño-invierno empieza a haber casos de virus respiratorio sincitial, pero en Reyes (enero) empieza a imponerse el de la influenza, y aunque es un patrón típico, con este sistema vamos a ser capaces de saber qué es lo que va sucediendo en cada momento, por ejemplo, si se trata de un virus no incluido en la vacuna tetravalente, qué grado de protección vamos a tener, si nos va a dar más fuerte que otros años. El conocimiento da más o menos tranquilidad, puedes saber si surge una mutación genética o bien ser capaz de detectar otra variante y actuar a tiempo», explica en alusión a este protocolo que tiene, dice, «un enfoque de vigilancia epidemiológica con el fin de generar conocimiento suficiente para proponer medidas si fuera necesario».
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