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Uno de los primeros grandes artistas de la humanidad fue cántabro. Absorto en su visión, hace 17.000 años, probablemente sostuvo la llama parpadeante que lo ayudó a concebir esos animales imaginados entre luces y sombras sobre el techo de roca de Altamira. Jamás ... imaginó que ahora, milenios después, su obra seguiría intacta. Tampoco que la llamada sala de polícromos, la 'capilla sixtina del arte paleolítico', fuera a considerarse una de las grandes piezas del Patrimonio universal.
Altamira alcanzó ese rango en 1985 y este 7 de julio se cumplen 10 años de la ampliación de esa declaración a otras nueve cavidades de la región, que sirven de alguna manera para explicar el escenario en que apareció la primera: Chufín (Riclones), Hornos de la Peña (San Felices de Buelna), el complejo del Monte del Castillo: Castillo, Chimeneas, La Pasiega y Monedas (todas en Puente Viesgo), El Pendo (Camargo), La Garma (Ribamontán al Monte) y Covalanas (Ramales de la Victoria).
Entrega 2
La primera población Hay que remontarse al Paleolítico antiguo, a hace más de 100.000 años. Después, un episodio clave fue la desaparición de los neandertales para dar paso a la hegemonía del Sapiens. Según los últimos estudios, solo convivieron en Cantabria durante 1.000 años.
Entrega 3
Los últimos cazadores La llegada del Mesolítico supuso un tiempo de transición. La piedra tallada fue una de las herramientas más usadas y el aprovechamiento de los recursos marinos trajo un gran avance.
Entrega 4
Todas las cuevas Este capítulo constituirá una guía de todas las cavidades de la región. Se detendrá especialmente en las visitables y en el valor patrimonial que atesoran.
Entrega 5
Primeros campesinos El Neolítico evolucionó la sociedad de modo radical. La agricultura modificó el modo de vida y el cambio del clima trajo aún más alteraciones.
Entrega 6
El arte en las cuevas ¿Por qué lo hacían? ¿Qué querían contar? ¿Por qué ocurrió en Cantabria esa explosión creativa? Todas las respuestas a los porqués de una de las mayores muestras artísticas del despertar de la humanidad.
Entrega 7
Organización social La desigualdad no es una cuestión del hombre moderno. Aquellas primeras poblaciones también hicieron la guerra y buscaron la paz cuando era lo conveniente para todos.
Entrega 8
El ocaso de la Prehistoria La edad de los metales y el comienzo del desarrollo de las sociedades complejas. Este capítulo narrará cómo Cantabria alcanzó los milenios III y I antes de Cristo.
Entrega 9
Así se investiga Muchos libros cuentan la Historia; pero muy pocos explican el modo en que trabajan los investigadores. Este apartado de la serie se sumerge en las últimas técnicas que permiten a los prehistoriadores reconstruir el pasado a través de los vestigios de los yacimientos.
Cantabria es uno de los vértices mundiales del arte Paleolítico, nadie lo pone en duda. Sin embargo existe un sentir general de que nadie lo aprovecha. No hay medios suficientes para investigación y, sobre todo, falta un plan unificado de conservación que garantice la seguridad del patrimonio y pueda compatibilizarse con una explotación turística sostenible y global.
«En la actualidad hay varios peligros que acechan a las cuevas cántabras», asegura el actual director del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (Iiipc), Jesús González Urquijo. «En nuestro instituto hay grupos que trabajan en identificar los riesgos geológicos que acechan a ciertas cavidades. Hay un estudio concreto, encargado por el Gobierno de Cantabria, que evalúa estos riesgos sobre todo en las visitables. Y es que muchos de estos yacimientos forman parte de estructuras cársticas vivas. Tienden a colapsar, a rellenarse, a desplomarse... Altamira, por ejemplo, es particularmente frágil, con conductos muy superficiales, anchos y planos», destaca.
Un peligro diferente acecha al arte sobre la piedra. Las filtraciones y los cambios de temperatura y humedad pueden dar al traste con miles de años de conservación de unos vestigios únicos en el mundo. El intento más reciente por unir fuerzas entre todos los agentes implicados, incluidas instituciones e investigadores, se plasmó en el llamado Plan de Arte Rupestre de Cantabria; pero los últimos cambios en el Gobierno cántabro, precisamente en la Consejería de Educación y Cultura, no han ayudado a cerrar formalmente un planteamiento que parece ambicioso.
«No es que esté parado, solo que aún no está acabado formalmente, pero ya tenemos un documento sobre el que hemos comenzado a trabajar», explica Roberto Ontañón, director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria y responsable de las Cuevas Prehistóricas de la región.
El documento contempla algo importante: «El concepto de parque arqueológico». Algo aproximado a lo que se busca en Puente Viesgo con el Centro de Arte Rupestre, en trámite desde hace una década. Una idea ilusionante, que sería el germen que cambiaría el modo de concebir, conservar y difundir el patrimonio cántabro bajo la tierra. «Hablamos de construir una experiencia integral. De que en Altamira se informe del resto de cuevas de la región y de que en el resto se informe de Altamira», argumenta Manuel González Morales, exdirector del Iiipc y catedrático de la Universidad de Cantabria.
«Hay que mostrar a la gente una experiencia completa. No consiste solo en mostrarles el arte paleolítico sino en contarles todo lo que hay detrás de ello. Cómo vivían nuestros ancestros, el modo en que trabajamos los investigadores e incluso crear más centros y experiencias en torno a las cuevas. En Francia, que lo saben hacer muy bien, hay hasta campamentos en que a los niños se les enseña el modo en que cazaban en aquel tiempo, con lanzas», explica el exdirector del Iiipc. Un planteamiento similar al que ha cosechado éxito en Burgos en torno a Atapuerca y el Museo de Evolución Humana. Sería un modo de encontrar el debido equilibrio entre turismo y conservación del mayor patrimonio que tiene Cantabria bajo sus pies.
«Lo tenemos todo tan cerca, tan al alcance de la mano, que no somos conscientes del valor de estos recursos. De verdad que estamos a la cabeza del mundo en riqueza patrimonial». Es el mensaje tajante del historiador y catedrático Pablo Arias, que como sus compañeros del Iiipc, conoce bien el escenario internacional en que se trabaja en esta ciencia. «Tenemos mucho por hacer. Primero hay que conocer, y luego ya viene valorar. Así es como podemos empezar a pensar, como sociedad, en construir un plan que pueda armonizar la conservación, la investigación y la puesta en valor de todo este patrimonio», aclara.
Por eso El Diario inicia con este reportaje un recorrido por todos esos relatos fundamentales para comprender los orígenes de la sociedad de hoy. Las voces de expertos del Iiipc pilotarán las entregas. Esta es la primera de otras ocho que abordarán diversos asuntos que servirán para construir el relato de lo que fue la vida de aquellos ancestros: cómo vivieron, qué comieron, cómo se relacionaron entre sí... El modo en que evolucionaron, en que estructuraron sus sociedades o hicieron la guerra.
Habrá un capítulo especial que hablará de neandertales y sapiens o sobre lo referido al arte Paleolítico; y otro que se detendrá a explicar los actuales métodos de investigación de ese pasado que ha quedado grabado de forma indeleble en las cuevas.
Otro de estos episodios desgranará con todo detalle las cavidades visitables en Cantabria y todo aquello que las convierte en referentes mundiales. Y el relato de la historia continuará con la llegada del Neolítico o los cambios climáticos y su influencia en la vida de las poblaciones humanas. Finalizará la serie con ocaso de la Prehistoria, en una recta final marcada por la llegada de la Edad de los Metales hasta alcanzar el I milenio a.C. Un resumen para comprender el verdadero alcance de la riqueza.
España es el segundo país del mundo con más recursos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en la categoría de bienes culturales. En la actualidad suman 40, de los que diez están en Cantabria -todos cuevas-. «La declaración primera, la de Altamira en 1985, dio mucha visibilidad a lo que tenemos en esta región», puntualiza González Morales.
Para un no docto, la visita a una cueva puede impactar por su belleza, por la emoción que se experimenta al contemplar un arte tan antiguo como la propia humanidad. Pero en la mente del prehistoriador todos esos yacimientos constituyen documentos únicos para descifrar lo que pasó hace miles de años. «Y a medida que avanza la tecnología más podemos conocer», remarca Jesús González Urquijo, director del Iiipc. «Ahora observamos una punta de lanza a través del microscopio y adivinamos qué usos tuvo entonces. O podemos estudiar los isótopos de un hueso humano y obtener información de cuál era su dieta». Estas formas de investigación ocuparán uno de los reportajes de esta serie.
Diez años después, el 7 de julio de 2008, la Unesco otorgó el distintivo Patrimonio de la Humanidad a otras siete cuevas cántabras. Es ese el aniversario que se cumple el próximo julio: «Una década en que logramos engrosar esa adjudicación de excelencia que 23 años antes conseguimos con Altamira», señala Roberto Ontañón. «Comenzamos en 1995 a trabajar en una nueva candidatura unificando la cornisa cantábrica. Estábamos unidos con Asturias y con el País Vasco», cuenta Ontañón, que entonces ya se encontraba en puestos de gestión. «Pero nos dijeron que no podíamos hacer esa petición sin una justificación clara. Que sería más lógico pedir una ampliación de Altamira».
Hubo un tiempo de reflexión, se plantearon alternativas y finalmente venció una propuesta con 17 cavidades. «Cuevas que daban contexto a la primera. Esclarecían los antecedentes de ese arte rupestre y lo que vino después», remarca Ontañón. El 7 de julio de 2008, el comité de Patrimonio Mundial, reunido en Quebec, resolvió lo ya conocido. Entraron a formar parte del selecto club Chufín, Hornos de la Peña, El complejo del Monte del Castillo, El Pendo, La Garma y Covalanas. A día de hoy, el desafío continúa siendo su conservación.
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