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Todo comenzó con una denuncia anónima. A partir de ahí, la Policía Nacional y la Agencia Tributaria se pusieron manos a la obra para tratar de desmontar el presunto entramado diseñado por el funcionario para ocultar las «comisiones ilegales» procedentes de empresas contratistas de ... la Administración. Según el sumario, él se encargaba de 'manipular' los concursos públicos y su mujer, Beatriz del Río, recibía las mordidas, bien de forma directa haciéndolas pasar por trabajos realizados para estas compañías o bien a través de dos empresas sin actividad real (Zakescur y Parivara Lagami).
Por eso, una parte importante de las pesquisas llevadas a cabo por los investigadores tuvo como epicentro a la mujer del jefe de servicio de Carreteras Autonómicas. A la Unidad Operativa de Vigilancia Aduanera le llamó poderosamente la atención, entre otras muchas cosas, que Beatriz del Río estuviera contratada por La Encina, una de las cuatro empresas ahora mismo encausadas por beneficiarse de los chanchullos de Diez. Sonaba todo tan raro que los investigadores pusieron en marcha un dispositivo de rastreo de la actividad diaria de Del Río, con el que confirmaron sus sospechas.
Como si de una película policiaca se tratase, comenzaron un seguimiento con el que concluyeron que la mujer no parecía realizar «de manera efectiva ninguna actividad laboral para esta empresa». Ni para La Encina, que la contrató en su área de gestión inmobiliaria entre 2019 y 2022 a cambio de una remuneración de 70.482 euros, «ni para ninguna otra empresa». No tenía tiempo para trabajar dada su ajetreada rutina diaria. Desde unos prudenciales metros de distancia para no levantar sospechas, los agentes vieron como Beatriz del Río dedicada el grueso de la jornada a «actividad lúdico-deportivas, disfrutar de la compañía de sus hijas, acudir a centros comerciales y de belleza, etcétera». Su rutina diaria habitual era la de «acudir regularmente al Centro Deportivo Las Marismas, compras en centros comerciales, acudir a la playa... Todo ello en horarios que se pueden entender como laborales». Así, normal que para los investigadores fuera imposible localizar «su vehículo ni a ella misma en ningún momento en el lugar donde se ubica la oficina» de La Encina Gestión Inmobiliaria.
Refuerza la teoría de la Agencia Tributaria sobre que estaba a sueldo de esta empresa sin trabajar que, cuando la familia Diez-Del Río vendió su chalé de Mortera, se citaron en la vivienda -dio la casualidad que ocurrió durante los seguimientos- con dos empleados (estos reales) de la compañía. Fueron para realizar el reportaje fotográfico del anuncio a pesar de que Beatriz «hubiera podido realizar esa tarea de trabajar de manera efectiva en la empresa».
Hay otra cosa curiosa sobre esta vivienda. Como pudo comprobar al analizar las imágenes que acompañaban al anuncio, la familia realizó en el chalé importantes mejoras, pero no hay constancia de que las pagaran. Se deduce que pudo ser un pago en especie, como ocurría también con el vehículo de alta gama que usaban Diez, Del Río y sus hijas y que era un renting contratado por la empresa API Movilidad.
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