«Con esas seis parcelas te vas a hacer con todo el pueblo»
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La delegación regional de Hacienda celebró ayer una subasta de 23 bienes que correspondían a personas que fallecieron sin dejar herederos«¿Cabemos todos?», preguntaban a las puertas de la sala. Resultó que sí y la veintena de personas que se dieron cita este miércoles en el salón de actos de la delegación de Economía y Hacienda en Santander no tuvieron problema para encontrar una ... silla donde sentarse. Cada uno portaba un folio con un número en grande escrito en él. Y ese papel fue lo que les identificó durante el acto, una subasta, que se celebró para vender bienes del Patrimonio del Estado procedentes, en su mayoría, de personas que fallecieron sin herederos. Lo que en términos jurídicos se denomina abintestatos.
Alguno de los presentes empezó con un número y terminó por ser conocido por el nombre. Eso le ocurrió a Alberto San Emeterio, que salió de allí con seis parcelas en San Vicente de León -un pueblo situado en Arenas de Iguña- en el bolsillo. «Te vas a hacer con todo el pueblo», comentaron entre risas. Él y su mujer, Paula Rozas, son ganaderos y hace cuatro años empezaron un negocio con caballos de deporte y la subasta se les presentó como una oportunidad para ampliar sus terrenos a un precio asequible. Esos seis lotes -nombre que se utiliza para referirse a cada bien- formaban parte de una lista de 23 publicada en el Boletín Oficial del Estado en diciembre del 2019.
Brañavieja. Los tres locales en la urbanización El Refugio a la venta quedaron desiertos.
Liendo. Por 26.690 euros se vendió una vivienda, el segundo bien más caro de la subasta.
San Vicente de León. El pueblo en el que se ofertaban más parcelas, un total de 12.
El pistoletazo de salida lo dio Ana Jiménez, la delegada de Economía y Hacienda: «Vamos a empezar a pujar». Como corresponde en las subastas, a su lado estaban sentados la jefa de Patrimonio y dos vocales: el interventor del Estado y el abogado del Estado en Cantabria.
Para participar en una subasta, el primer paso es «presentar la garantía», explicó Jiménez. Y eso se hace unos días antes. La cantidad que se paga previamente varía en función del bien al que cada uno quiera concurrir. Si al final alguien sale con las manos vacías, «se le devuelve». Y a quien compra un bien «se le resta del importe».
Una vez en la subasta, hay que acreditarse. «¿Quién se presenta al lote?». Todos se fueron levantando para presentar la documentación requerida. Y si alguien no puede ir ese día tiene la opción de presentar una «oferta con sobre cerrado» que se abre allí. Este miércoles no hubo.
Terminados estos trámites, empieza la subasta. La delegada anuncia el precio de salida y el que quiere levanta la mano con el papel. Alto, para que se vea bien. Puede pasar que el precio sea muy alto y nadie puje, con lo que el bien quede desierto. O que más de uno lo haga y empiece la pelea. «En los bienes rústicos se puja de 100 en 100 euros. En los urbanos de 1.000 en 1.000». Cuando se deja de levantar el número, el lote se lo queda quien hizo la última oferta: «¿Nadie da más? Adjudicado».
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