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Más allá del término con el que se ha bautizado a la fase actual de la pandemia, en poco se parece aún el impacto covid al de la gripe. Tienen en común, eso sí, la población de riesgo, con los mayores de 60 años, inmunodeprimidos ... y embarazadas en la diana de las posibles complicaciones. La amplia cobertura vacunal y la inmunización generada por la infección masiva de Ómicron, más contagiosa pero también más leve que sus variantes hermanas, permitió eliminar las restricciones y avanzar hacia esa ansiada normalidad que saltó por los aires hace más de dos años. Pero la 'gripalización' del covid aún se lleva por delante una vida diaria en Cantabria. La séptima ola, cuyo inicio la Dirección General de Salud Pública sitúa el 7 de abril, ya suma en un solo mes el doble de fallecidos (40) que una temporada completa de gripe, comprendida de octubre a mediados de mayo.
En la última epidemia gripal (2019/2020), justo antes del estallido mundial de coronavirus, el recuento de víctimas mortales en Cantabria ascendió a 14, la misma cifra que se ha llevado por delante el covid en los últimos siete días. Entonces, el pico de incidencia semanal se alcanzó a principios de febrero, con 306 casos por cada 100.000 habitantes, con un balance total de cuadros gripales de 7.916 en esos meses de vigilancia epidemiológica. Fue aquella una onda gripal más suave que la del invierno previo -ambas con la gripe A (H1N1) como dominante-, que llegó a una incidencia de 532 casos por 100.000 habitantes y dejó un número de fallecimientos superior: 25.
14fallecidos dejó la última temporada de gripe previa al covid, la anterior fueron 25.
96pacientes sufrieron complicaciones graves por gripe en los siete meses de vigilancia
306casos por 100.000 habitantes fue la tasa máxima alcanzada la quinta semana del año 2020.
40víctimas se han atribuido al covid desde el 7 de abril, 13 de ellas en la última semana.
212ingresos 'por covid' ha generado esta última ola, sin contar los hospitalizados 'con covid'.
732casos por 100.000 habitantes es la incidencia de la última semana en mayores de 60 años.
Ahora en cambio, contando sólo los diagnósticos covid confirmados en mayores de 60 años -4.116 en el último mes-, la región se mueve por encima de los 700 casos por 100.000 habitantes en ese segmento poblacional, que es la incidencia acumulada a 7 días (el doble, si se atiende a la de 14 días). Desde que se cambió la estrategia de control al nuevo contexto, se dejaron de notificar los diagnósticos en población general, como se había hecho en las ondas previas, así que no caben las comparativas.
En ambos recuentos, covid y gripe, se da por hecho que las cifras reales de contagios multiplican las oficiales. Igual que ahora hay un alto índice de asintomáticos, siempre ha habido gripes que se han pasado en casa sin necesidad de pasar por la consulta médica. De ahí que se haya adoptado el término 'gripalización' para describir la etapa que atraviesa actualmente la pandemia. Aunque el volumen de sus consecuencias, por ahora, aún dista bastante. Sólo en las últimas cuatro semanas han sido hospitalizadas por covid 212 personas (sin contar los casos con covid, cuya causa de ingreso fue ajena al virus), frente a las 96 que sufrieron complicaciones en la última epidemia de gripe. Cabe recordar que en la temporada 2020-2021, el virus gripal estuvo desaparecido -apenas se detectó una treintena de contagios-, y que desde el pasado octubre hasta la fecha constan en los registros de Salud Pública 1.608 cuadros gripales (una tasa de 35 casos por 100.000 apenas), entre los que ha habido 49 hospitalizados y nueve fallecimientos.
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Si se observa la evolución de defunciones en esta segunda onda protagonizada por el sublinaje de Ómicron BA.2 -la 'variante sigilosa'-, el balance se eleva a 40. Sí coincide el perfil con los fallecidos por gripe, pues en ambos casos predomina la población envejecida con patologías de base que se descompensan por la infección respiratoria hasta el punto de que a veces resulta imposible remontar.
Prácticamente, el grueso de los fallecidos en esta séptima onda contaba con más de 80 años. Y esta es una de las razones por las que la ocupación de la UCI, que es uno de los indicadores que sirven para medir el impacto hospitalario, apenas se ha visto alterada, pues son pacientes frágiles a los que se considera que no se puede someter a un tratamiento tan intensivo. De ahí que los puestos de UCI ocupados por enfermos de coronavirus se mantengan en torno al 3%, un volumen que está muy lejos de las etapas de mayor presión de olas anteriores, lo cual permite al hospital no tener que interrumpir el ritmo de su actividad quirúrgica.
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