«A la séptima, la vencida. Ya es hora de que los jueces tomaran una decisión así»

Ayer se respiraba cierto alivio. Eso es evidente. «Ya era hora de que nos tocara. Hacía mucha falta. Estábamos teniendo que echar a la gente casi a empujones en las cenas. Avisándoles de que teníamos que cerrar. Bienvenida sea esta decisión». Es lo que comentaba Manuel Blanco tras dar el servicio de comidas en El Refugio, de Tanos. De allí, a El Muelle, en Suances. «Nos da holgura. Podía haber llegado antes porque considero que se nos ha dado un trato injusto. Parece que vemos algo de claridad y se hace justicia», opinaba Tomás Gutiérrez. Y en esa misma idea insistía Óscar Sobremazas (Remigio Sport Tavern): «Después de habernos maltratado y de que nos sigan maltratando, esto aporta un poco de justicia».

A Sobremazas le parecía «surrealista» mantener el límite con la caída del estado de alarma y el toque de queda. Los hosteleros, en ese sentido, entienden que la sentencia resuelve (en parte) dos contradicciones. «No era lógico -explicaba Óscar Solana desde La Taberna de Solía- que nosotros, que debemos seguir todos los protocolos y lo hacemos, estuviéramos cerrados cuando la gente seguía reunida en cualquier sitio de forma descontrolada». «Coherencia», resumía. O, dicho de otro modo, «nadie puede comprender que te manden cerrar a las diez y media y la gente pueda estar en la puerta de tu restaurante cinco minutos después haciendo botellón», como apuntaba ayer Emérito Astuy desde Isla, que entiende que el Gobierno de Cantabria ha sido «muy torpe» porque la situación se «podía haber arreglado con diálogo».

Y hay un segundo aspecto al que se da, a juicio de Ramón López, también más sentido. «Entiendo que la caída del estado de alarma suponía un antes y un después. Pero no se puede juzgar a la gente de manera diferente en función de a lo que te dediques. Las personas están poco a poco normalizando su vida en muchas áreas, con las precauciones necesarias, y nosotros seguíamos siendo los malos, anclados en el cierre. Todos con limitaciones generales. Seguro que hay hosteleros que hacen las cosas mal. Seguro. Pues que se les sancione. Pero si un policía actúa mal no se elimina todo el cuerpo o si un cirujano actúa mal no se cierra Valdecilla entero».

Muchos -y lo resume Marta Roales, aunque son varios los que lo apuntan- inciden en la posibilidad de recuperar trabajadores. «Con esta ampliación de las horas y recuperando las cenas con normalidad ya no nos va a dar con la gente con la que estábamos trabajando hasta ahora. Sacaremos gente del ERTE y eso es muy importante».

Pero en este punto es en el que Chuchi Guerra pone sobre la mesa una advertencia. «La decisión de los jueces viene a solucionar un problema, pero sólo a medias. Quedan muchos cabos por atar y hacen falta soluciones definitivas que permitan organizarse». Certezas para fijar horarios, trabajadores para cubrirlos... «Pero de forma definitiva». Y se explica. «Yo no sé si en dos semanas va a volver a cambiar la situación. Aunque ampliemos horas aún estamos sometidos a un semáforo. Esta semana ha ido a mejor. ¿Y si cambia a peor?». Dice, por tanto, que es pronto para ver cómo evoluciona y cuál es la respuesta del virus y de los clientes. «Lo que haré ahora -pone como ejemplo- es cerrar a las 23.30 y la cocina, en vez de abrirla a las 20.00 horas, la abriré a las 21.00, porque no tiene sentido esa hora de personal antes».

Sergio Gómez (Little Bobby y Grog) se centra en lo publicado por Sanidad en el BOC, «que es al final por lo que nos tenemos que regir». «Seguramente forzado» por la resolución judicial, el Boletín fija la una y que no se admitan más clientes desde las doce. «Claro que estoy contento por una parte respecto a la situación anterior. Pero deberíamos abrir acorde a lo que dice nuestra licencia. Esto parece la pescadilla que se muerde la cola. Los jueces dicen una cosa y Sanidad saca un BOC que lo contradice. Si volvemos a recurrir, saldrán con otro BOC que hasta la una y diez... Lo lógico es que acaten lo que diga la justicia. Que acaten la decisión y que nos dejen trabajar en paz».

«A la séptima, la vencida. Nunca mejor dicho. Ya es hora de que tomen una decisión positiva. No sé cómo han tardado tanto. Ya está bien, ha sido demasiado», concluye Pin Peñucas, del restaurante Los Peñucas. De entrada, de abrir sólo viernes, sábados y domingos, ellos ya recuperarán desde el día 1 sus horarios habituales. Él lanzaba, como cierre, uno de los mensajes más optimistas. «Esta decisión nos viene muy bien, es lo mejor que nos podía pasar y creo, de verdad, que vamos a tener un verano maravilloso, que falta hace a todos».