Secciones
Servicios
Destacamos
Tiene algo de abracadabra el término 'fatiga pandémica', como un recurso que nos ha dado la Organización Mundial de la Salud para nombrar, y por tanto explicar, qué nos está pasando, qué consecuencia está dejando la pandemia en cada uno de nosotros, en mayor o ... menor medida. Pero ¿qué es esa fatiga, de dónde proviene? «Se debe a ese continuo estado de vigilancia y alerta que todos mostramos en el día a día», explica el doctor en Psicología, Baltasar Rodero. Ese fijarnos constantemente en lo que he tocado o si la persona que está al lado está muy cerca, unido a la situación económica y la inestabilidad laboral, y a la privación de libertad con los confinamientos y el toque de queda, el resultado es «un estado de tensión que nos está desgastando y nos vuelve más vulnerables a temas de ansiedad o depresión», dice Rodero. Después de nueve meses tensando esa cuerda, y con la pandemia sin dar un respiro ni con la esperanza de las vacunas por delante, la sociedad, advierte el experto, muestra los signos evidentes de fatiga. «Hay cierto agotamiento vital, anergia (falta de energía), estamos más irascibles, tenemos sentimientos de desmoralización o problemas de sueño», explica.
Quien más o quien menos se identifica en ese diagnóstico de consecuencias que está dejando la ola de salud mental de la que los expertos llevan previniendo desde el inicio: «La ola de salud mental llegó cuando empezó la ola sanitaria», explica el decano del Colegio de Psicología de Cantabria, Javier Lastra: «Cuando estás en una situación de estrés, incertidumbre, desconocimiento y abatimiento, si encima te están limitando movimientos, abrazos, caricias o encuentros, el ánimo se resiente». Por eso, ya desde marzo, los especialistas están advirtiendo de «no descuidar la salud mental, psicológica o emocional, porque va a la par de la salud física, aunque sea prioritaria en la pandemia».
Javier Lastra Freige | Decano Colegio de Psicología
¿Está la sociedad pidiendo ayuda? En ese momento de tercera ola, de restricciones repetidas y tras un cambio de año en el que no ha cambiado nada, a pesar de la promesa anímica con la decimosegunda uva, lo cierto es que nos asomamos a un horizonte igual de incierto y con la amenaza del virus sobrevolando con tasas crecientes de incidencia. Por eso, las consecuencias de esa fatiga pandémica «se ven en la calle y en la consulta». Rodero admite un aumento de casi un 20%: «Lo normal es tener una semana con citas cerradas, pero ahora tenemos entre tres y cuatro semanas cerradas, es una demanda que nunca habíamos tenido». A nivel nacional, según la perspectiva del Consejo General de la Psicología que aporta Javier Lastra Freige, ha habido un aumento del 35% de asistencia psicológica: «Son cifras importantes, pero no estamos hablando de estrés postraumático sino de cuadros de ansiedad o depresión, que van a ir a más, porque en el momento que veamos la luz, todo el sufrimiento que llevamos dentro se va a manifestar de algún modo», advierte el psicólogo. ¿Nos ha pasado factura cambiar de año y que nada cambie, o que incluso la pandemia haya ido a peor? Lastra entonces corrige el enunciado: «Yo no pensaría que ha venido peor, sino que ha venido en consecuencia de», matiza. «Tenemos unos gestores políticos que deberían tomar una decisión sin ambigüedades, aunque no les guste o no quieran; debería haber un plan de emergencia nacional en el cual la prioridad absoluta sea la salud, la defensa de la sanidad, el apoyo de la gente que está en primera línea. Pero los gestores políticos están pasándose la pelota unos a otros y hay una incertidumbre que sólo genera más desazón, o genera en la gente un desarraigo total hacia ellos», dice Lastra. «Habría que haber sido mucho más serio. Haber dicho la Navidad en casa y la del año que viene será maravillosa. Mejor eso y no lo de seis o diez personas, luego sólo allegados... En estas situaciones de estrés necesitamos líderes que digan si o no, no valen las ambigüedades porque la covid no es una ambigüedad, no es una ambigüedad que esté muriendo la gente: no vale relativizar, ni vale que yo haga lo que me dé la gana».
Baltasar Rodero | Doctor en Psicología
Desde un punto de vista institucional, ¿habría que ponerse manos a la obra o se ha dejado fuera de la ecuación la salud mental en las políticas? «Hay que reforzar la salud mental, eso es así, pero aunque tuviéramos un arsenal de sanitarios, no se resuelve el problema original», dice Rodero, y apunta a la situación laboral y económica como telón de fondo para el cuidado. «Por cada punto porcentual que aumenta el paro de larga duración, sube un 0,3 puntos porcentuales las patologías de salud mental», advierte, así que por muchos psicólogos o psiquiatras que se pongan al servicio de la sociedad, «si no tenemos trabajo, no se soluciona el problema original». Lo denomina estrés económico: «La propia persona tiende a condenarse con sensación de culpa, un sentimiento de inutilidad, incluso entra en esa espiral de salud mental que dificulta que se pueda incorporar al mercado laboral».
Ante lo incierto del escenario económico y el temor laboral, la falta de movilidad y la amenaza del virus, los psicólogos apuestan por varias estrategias. «Tenemos que intentar asumir la máxima de Ortega y Gasset de 'Yo soy yo y mis circunstancias', y por tanto tenemos que ser conscientes de que la situación es la que es. Así que en vez de estar al 100%, quizá el reto sea estar al 80%», explica Baltasar Rodero. «Tenemos que intentar permitirnos no estar cien por cien, porque no es el momento, la gente se frustra porque quiere conseguir estar bien, pero tenemos que normalizar el hecho de que no se puede estar al máximo, tenemos algo entre nosotros que no nos deja hacer una vida normal, y como no la puedo hacer, no puedo estar al 100%».
Lastra Freige, por su parte, propone volver la mirada a lo esencial: «Los países del primer mundo comprábamos lo que queríamos, disfrutábamos de lo que teníamos con una sensación de que nada nos afectaba. Y ese castillo de naipes se ha caído. Así que tenemos que recurrir a lo básico, lo elemental, lo vital», dice, y cita la familia, cosas sencillas como ver el mar, asomarse a ver la luz del sol: «Agarrémonos a eso para salir adelante», insiste. «El género humano ha salido de situaciones mucho peores y más dramáticas en las que no existían ni médicos, ni ciencia. Creo que tenemos que pensar en positivo».
El Colegio de Psicología de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander quieren poner en marcha una campaña para ayudar en este momento de la pandemia. El Colegio, que durante la perimera ola habilitó un teléfono de asistencia gratuita, pretende volver a prestar este servicio con ayuda del Consistorio, al que esta semana han presentado el proyecto. Su máxima: «Generar entusiasmo». Cómo, con cartelería en marquesinas y conferencias con medidas psicólogos y especialistas emitidas por streaming. «Es una idea que ojalá sirva de ejemplo para otros municipios con el Gobierno de Cantabria», dice el decano, Javier Lastra: «No podemos esperar a que la gente llegue a términos dramáticos, hagamos algo antes de que las cifras siguen aumentando porque hay mucha gente que está sola, sufriendo, que ha perdido la estabilidad, por eso hay que sacar adelante proyectos así».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.