La sombra de Revilla quiere caminar sola

Nacido en Ongayo (Suances) hace 60 años, graduado social por la Universidad de Cantabria y con pasado profesional como agente de seguridad privada, Blanco se afilió al PP en la década de los 90 y, como interino, trabajó como agente de la Policía Local de Movilidad en Santander, pero sus notas en los exámenes no fueron suficientes para quedarse con la plaza en propiedad. Era la época en la que Gonzalo Piñeiro, ya por entonces diputado del PP en el Parlamento, estaba a punto de arrancar su carrera como alcalde de la capital y como presidente del partido en Cantabria. Precisamente, ya como jefe de gabinete de Revilla años después, Blanco mantuvo algunos encontronazos en actos públicos con el regidor.

Sus primeros pasos en el Ayuntamiento de Suances los dio como coordinador deportivo, pero enseguida ascendió a concejal de Cultura y Deportes tras las elecciones de 1995, en las que se estrenó como número cuatro de la candidatura del PP, justo detrás de José Ignacio Coterillo, Francisco Javier Gómez Blanco y María José Sáenz de Buruaga. Pero el idilio no duró mucho. Los fuertes desencuentros entre ellos provocaron una escisión que acabó con Blanco, Coterillo y Gómez Blanco -que luego llegó a alcalde y a director general de Vivienda- expulsados del PP y acusados de transfuguismo al mantener sus actas de concejales para seguir gobernando el Ayuntamiento con los populares en la oposición.

Revilla aprovechó aquel terremoto para fichar a los tres y, en las elecciones de 1999, entrar en el Gobierno de Suances por primera vez en la historia del PRC, ya con Guillermo Blanco entregado a la causa regionalista como secretario general del partido en el municipio. A partir de ahí, su ascenso en el PRC fue muy rápido y, solo unos meses después, debutó como jefe de gabinete de Revilla, entonces consejero de Obras Públicas en el Gobierno de coalición presidido por José Joaquín Martínez Sieso (PP). Pero muchos en el PRC se siguen preguntando, a día de hoy, cómo terminó un concejal de Suances recién llegado como mano derecha de Revilla en el Gobierno. Algunos apuntan a un acuerdo entre el dirigente regionalista y Coterillo tras entregarle el Ayuntamiento de Suances. Otros, simplemente, dicen que estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno. Y otros, más cercanos a ambos, dicen no acordarse o, simplemente, guardan silencio. Lo único cierto es que, a partir de aquel momento, Guillermo Blanco nunca más volvió a separarse del líder del PRC.

Blanco todavía cumpliría tres legislaturas más como concejal en Suances, donde mantuvo duros enfrentamientos con el actual alcalde, Andrés Ruiz Moya (PSOE), a quien denunció sin éxito en los tribunales por prevaricación, malversación y amenazas, pero toda su atención estaba puesta en el despacho de la sexta planta de Peña Herbosa.

Amante de la pesca submarina y de la caza, siempre ha compartido con Revilla su dedicación exclusiva a la política. De hecho, en los 21 años al servicio del expresidente cántabro, Blanco se ha cogido tantos días de vacaciones como él, es decir, ninguno. Lo que sí ha hecho es patearse los 102 municipios cántabros una y otra vez junto al líder del PRC. Ha sido un fijo de todas las ferias de ganado, las fiestas, las inauguraciones de carreteras y actos del partido en los pueblos de la región. Y siempre pegado a Miguel Ángel Revilla para todo lo que necesitara.

Quizás por eso su peso en el partido ha cogido fuerza con el paso de los años. Con sus sucesivos cargos en la Ejecutiva ha coordinado la planificación política de concejales y alcaldes como secretario y vicesecretario, hasta llegar a convertirse en uno de los tres pesos pesados del partido, junto a Paula Fernández y Javier Marcano.

Sus resultados electorales, sin embargo, no le han acompañado siempre. En Suances encadenó varios comicios perdiendo concejales y votos, y en 2011 cuando se presentó como candidato al Congreso como número dos de Revilla en las elecciones generales, el PRC se quedó sin premio y tuvo que afrontar una renovación interna motivada también por la mayoría absoluta del PP en Cantabria. Aunque por aquella época le dio tiempo a recibir la Cruz del Mérito Militar de manos de la ministra Carme Chacón por la organización del Día de las Fuerzas Armadas en Santander.

Después de veinte años como inseparable hombre de confianza de Revilla y de manejar su agenda pública y privada, se convirtió en consejero de Desarrollo Rural, Pesca y Medio Ambiente en 2019. Un premio pero también una prueba de fuego en unas competencias y un espacio político vitales para el PRC, el de su gran clientela electoral y sus alcaldes, no exento de riesgos y conflictos como Blanco sabía por experiencia propia. «No me gustan las mayorías absolutas porque eliminan el cruce ideológico y de voluntades», llegó a decir en su momento. Ahora deberá hacer buenas esas palabras cuando otros candidatos aspiren, como él, a suceder a Revilla.