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La madrugada en que naufragó el pesquero Vilaboa Uno, hace ya quince días, a la familia de Walter Jhon Ferreyros le comunicaron que era el único tripulante que permanecía desaparecido. También que activarían un operativo de búsqueda por tierra, mar y aire; ... pero transcurridas más de dos semanas, todavía no hay rastro del maquinista peruano. Y es que, si según se sospecha el cuerpo se encuentra atrapado en el interior del pecio, de nada sirven los tres helicópteros que han estado buscando desde el aire; ni el barco Don Inda, de Salvamento Marítimo, que ha trabajado desde la superficie; ni tampoco el robot submarino ROV Comanche, que se ha sumergido hasta localizar el pecio pero sin poder acceder a su interior.
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¿Cómo continuará la búsqueda? ¿Hasta cuándo se prolongará? No hay respuesta, de momento, por parte de Salvamento Marítimo, que coordina el operativo. Desde su sede madrileña nadie aclara ninguna de las dos cuestiones que se le plantean desde este periódico. Tampoco cuál fue la causa exacta del naufragio, pues todavía hoy se barajan al menos dos teorías. Una, que hubo una vía de agua que obligó a los tripulantes a parar motores durante dos horas para achicar hasta que el desastre fue irreversible; o que el agua entró por la tolba de desperdicios, llevando a pique el pesquero en tiempo récord.
Las claves
Sin resultados Después de quince días de búsqueda, todavía no hay rastro del marinero desaparecido
Testimonios Según los supervivientes, el cuerpo podría estar todavía atrapado en el interior del barco
Buzos La única posibilidad de entrar en el pecio sería el trabajo con buzos, pero por ahora no se contempla
Inquietud Entre los familiares y amigos crece el descontento porque nadie da explicaciones
Lo que sí se sabe es que los investigadores de la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim) -dependiente del Ministerio de Transportes- han llegado ya a Cantabria para comenzar la investigación sobre lo que ocurrió para que el barco se hundiera en tan sólo siete minutos, como declararon los supervivientes cuando la Guardia Civil les tomó declaración al llegar a puerto. Unos testimonios que también apoyaron que, tal vez, el cuerpo de Ferreyros no apareció porque no le dio tiempo a escapar del barco cuando se vio sorprendido por la inundación.
Llegados a este punto la pregunta es: ¿Por qué no se accede al interior del pesquero? Ya lo intentó el primer robot que trató de descender hasta el Vilaboa Uno, en la primera semana de búsqueda. Era un aparato de la Guardia Civil, de pequeño tamaño, y apto para introducirse en los camarotes y la sala de máquinas; pero ni siquiera pudo encontrar el barco porque, con un peso tan reducido, era un pequeño cascarón a merced de la corriente que nadie en superficie podía controlar.
Luego llegó el ROV Comanche que se sumerge desde el Don Inda, y que es mucho más sofisticado. Dispone de siete propulsores y de tres cámaras, dos manipuladores, un cortacables, un sónar de búsqueda con un alcance de 300 metros y hasta de una baliza de localización. Pero nada de eso sirve si no puede acceder a las tripas del pesquero, donde es posible que se encuentre el cadáver del marinero.
La única vía para acceder, dicen los expertos, son los buzos; pero por alguna razón es una maniobra descartada desde el principio sin que nadie en Madrid, ni en el Gobierno de Cantabria, ni tampoco en la Delegación del Gobierno, pueda o quiera aclarar.
Precisamente el pasado viernes el Sindicato Estatal de Buceadores mostró su disconformidad con lo que se está haciendo en la búsqueda. En resumen, alegaron que Salvamento Marítimo cuenta -y paga por ello- «con un sistema de buceo mediante campana cerrada, que permite inmersiones en saturación y con capacidad para operar hasta doscientos metros». ¿Por qué no se usa este sistema? Nadie da respuesta.
El sindicato aclara que hay cerca de ochenta buzos profesionales en toda España que están especializados en estas tareas de salvamento; pero que para llevarlas a cabo hace falta material especial, que debería alquilarse porque Salvamento Marítimo siempre lo subcontrata, lo que supone un coste de dinero público. De hecho, este sistema sólo se utilizó una vez, en 2012. Tampoco se usó para localizar a otro desaparecido en un hundimiento, el del Maremi, naufragado también frente a las costas de Santander en julio de 2021. En aquel caso también se sospechaba que el pescador desaparecido podría encontrarse encerrado en el interior del pecio hundido.
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