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A falta de poco más de un año para las elecciones, Miguel Ángel Revilla construyó ayer un discurso en Fitur basado en el 'Cantabria va bien' y 'va a ir mejor'. Se felicitó por los datos del año 2017 y aseguró crecimientos para el ... 2018. Se mantuvo, de hecho, en su promesa de dejar el Gobierno -«por unos días, por un rato, que no se anime la oposición»- con 20.000 parados menos que cuando tomó posesión, y sacó pecho por tener una región «amable». Pero en sus treinta minutos de intervención enérgica y apasionada al hablar de ríos, montañas y pueblos no hubo ningún anuncio. Ningún proyecto nuevo. Ya había avanzado durante la semana que su 'sorpresa' para el día de la comunidad autónoma en la Feria Internacional de Turismo era la nueva línea marítima entre Santander y Cork, que adelantó El Diario Montañés el lunes pasado. Y no había otro as en la manga. Acompañado -esta vez sí- por la vicepresidenta, dejó en manos del consejero Francisco Martín las cifras y la novedad del inicio de las obras del futuro museo de la minería en El Soplao.
El anuncio del consejero, sin embargo, era bastante más importante de lo que él dio a entender. Aunque SIEC, concesionaria de la infraestructura por 25 años, había previsto construir allí un museo de la minería, finalmente esta opción se ha descartado después de estudiar las instalaciones que ya existen en España, el material del que disponen y el interés de los visitantes. En lo que sí se está trabajando, que dio lugar al error de Martín, es en reabrir la bocamina y las antiguas galerías mineras que hay en la Plaza del Monte, en Valdáliga, según explicó a este periódico el empresario Juan de Miguel, «para convertirlo en un nuevo atractivo turístico y que la gente pueda hacer visitas guiadas a través de la mina».
Los empleados de SIEC iniciaron estos trabajos el martes. Justo en la mañana de ayer, minutos antes del acto central en Fitur, destaparon la bocamina y comenzaron a sacar el agua que actualmente hay en las galerías. El proyecto cuenta con un presupuesto cercano a los 900.000 euros y la concesionaria confía que los primeros visitantes puedan recorrer la instalación este año. La actuación contempla la posibilidad de reabrir unos 400 metros de galería horizontal con una pendiente del 1,5%. Todavía se tienen que hacer prospecciones en las galerías para decidir qué actividades se pueden plantear.
«Todo depende de lo que nos encontremos», detalló De Miguel, quien desveló que incluso están pensando en poner un pequeño tren minero que llegue hasta una zona desde la que ya se pueda iniciar una exploración guiada. «Queremos hacer cosas relevantes y que complemente la oferta actual», insistió antes de explicar que ya se está restaurando un pequeño edificio que puede servir en un futuro de almacén en un futuro.
Al margen del nuevo proyecto, el responsable de Turismo dijo que «Cantabria está de moda» y que hay unos «datos tozudos» ante los que «poca crítica política se puede hacer». Defendió los tiempos necesarios en la gestión política -«que no es un arte de magia»- para dejar claro que en este tercer año se empiezan a ver los efectos de «redirección».
«Vamos un poco mejor que los demás. Porque si está de crecer en todos los lados, hay que hacerlo un poco más que los demás». Entró más en detalle al hablar de «éxito absoluto» del Año Jubilar «diga lo que diga la oposición, que está para eso». Y tiró de un dato: Liébana, según explicó, ha pasado de ser la séptima comarca en ocupación a ser la segunda, «y el turismo internacional ha crecido por encima del 20%». En ese sentido, anunció que, junto al Puerto de Santander (estaba el presidente de la Autoridad Portuaria), se va a acudir por primera vez a los foros de promoción del turismo de cruceros.
Porque Eva Díaz Tezanos -que justificó su ausencia en la recepción de la Casa de Cantabria por «un problema familiar»- tampoco adelantó nada nuevo. Se felicitó por «un año fantástico» con el Año Jubilar y el Centro Botín como «instrumentos poderosos» para atraer visitantes y sí que quiso destacar una vertiente más allá de «la economía del ocio». «Cantabria tiene también atractivos para inversores y emprendedores para poner en marcha proyectos de futuro. La economía del ocio y la del conocimiento son un binomio perfecto para que Cantabria sea más pujante». Tras decir que esperaban a los visitantes «con los brazos abiertos para las vacaciones y para invertir», la vicepresidenta dio paso a Revilla.
El líder regionalista tiró de un recurso que ya ha estado presente en sus anteriores pasos por Fitur. Preguntar «a qué hemos venido aquí» y pedir que levantaran la mano los que nunca hubieran venido a Cantabria. Para lo primero aseguró que se viene «a vender» y que él, con Cantabria, lo tiene «más fácil que nadie». Y para la única persona que puso la mano en alto pidió «que le atiendan, que llamen a un psicólogo o algo». La broma salió a la luz un par de veces más.
«No tenemos tren todavía, pero sí autovía, que es gratis, y un montón de aviones», dijo para evitar pretextos de los que no han visitado la región. Y empezó a contar anécdotas. La primera, en relación al aeropuerto. «En 1995 yo era vicepresidente y le planteé a Álvarez Cascos potenciarlo». Revilla dijo que el asturiano le respondió que ya tenían «un aeropuerto internacional a 45 minutos de Santander».
«Vosotros -relató poniendo la frase en boca del popular-, un viaje a Madrid por la mañana y otro por la tarde. Y el resto, a Bilbao. Una de las mayores alegrías de mi vida es cuando le vi en la cola del Ryanair para ir creo que a Londres. Bueno, pues este año tendremos otro incremento importante». Una previsión que basó en el aumento de asientos disponibles que pondrán a la venta Iberia y Air Nostrum en el Seve Ballesteros. Y ahí Revilla entró en su terreno más local. Para justificar las razones por las que creen que «Cantabria es atractiva». Tiró de un imaginario viaje por la costa, de punta a punta. Volvió a repetir la cantinela del buen tiempo («300 días buenos, 30 regulares y 35 malos»). Y, sobre todo, subió a las montañas -anunció un programa con Jesús Calleja desde el Mirador de la Cruz de Cabezuela-. Entre La Braguía y Peñalabra, describiendo vistas, transcurrieron muchos minutos de discurso.
«La naturaleza determinó un paisaje único. No es mérito de nadie, pero otra cosa sí. Nos hemos encargado de hacer de Cantabria un nombre que no suponga una discriminación para nadie». Insistió mucho en esa idea. En la de la «región amable», «abierta, acogedora, no xenófoba y considerada profundamente española». Destacó en esto la encuesta en la que preguntaban a españoles de otras autonomías que de dónde les gustaría ser si hubieran nacido en otro sitio -«salió Cantabria por amplia mayoría»- y el premio «a la región de moda» de Cambio 16.
«Ir allí es un oasis de paz, tranquilidad y cariño», dijo subiendo el tono de voz. Porque en ese punto presumió de «no llevar escolta ni coche oficial». Y tiró un dardo. «Nunca pasa nada, salvo el otro día. Madre mía si yo tuviera cuentas en paraísos fiscales... Entro doce metros en dirección contraria para ir a mi despacho porque estaba la calle cortada por la gente de champanada y me dice la Policía Nacional que pase despacio... Cómo será la cosa para que tengan que recurrir a un montaje así para desprestigiarme».
Revilla retomó con la gastronomía y luego aseguró que «vamos a ver todos los días un barco en el Puerto» en relación a la nueva ruta de Cork y a las que ya funcionan con Inglaterra. «Los vecinos de Euskadi, cabreados. Su consejero estuvo simpático diciendo que los que vengan en el barco irán a Bilbao. Y también los que van al Guggenheim vendrán a visitar el Centro Botín. Estemos en buena armonía...». Y eso fue todo antes de reafirmarse en su promesa de los 20.000 parados menos.
A partir de ahí, dejarse ver. Estaba el ministro De la Serna y la secretaría general de los populares cántabros, María José Sáenz de Buruaga (que no estuvieron en la Casa de Cantabria). También la alcaldesa de Santander. Desde el ayuntamiento aseguraron que a Gema Igual no le llegó ninguna invitación para ir a la recepción del jueves, aunque el Gobierno insiste en que la invitaron como a los otros 101 alcaldes. Con ellos, el delegado del Gobierno, Samuel Ruiz; la diputada Ana Madrazo o los diputados Santiago Recio y José Manuel Igual. El PP sí vino al Día de Cantabria.
Siguiendo con la política, estuvieron los consejeros Fernández Mañanes, Sota y De la Sierra. Y también representantes de Ciudadanos (Rubén Gómez) o Podemos (Verónica Ordóñez y Alberto Bolado). Como curiosidad, junto a la vicepresidenta llegaron el exconsejero de Educación, Ramón Ruiz, y la exdirectora general de Deportes, Zara Ursuguía, que son 'ex', precisamente, desde que Pablo Zuloaga -que llegó por otro lado- controla el PSOE cántabro.
El cocinero con estrella Ignacio Solana, el economista José Carlos Díez o el popular coreógrafo Poti estaban entre los asistentes. Mezclados, por ejemplo, con invitados del mundo de las finanzas (Carlos Hazas, del Banco Santander), de la hostelería (Ángel Cuevas y una buena lista de propietarios de restaurantes de la región) o de diferentes áreas de la administración.
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