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Hablan de 'efecto champán'. Después de dos años durísimos sin vender ni un billete de autobús y un invierno en el que nadie se aventuraba ... a reservar, las llamadas de teléfono y las visitas a las agencias de viaje explotaron desde abril hasta mediados de junio. Como la espuma al descorchar. «Hay muchas ganas de viajar, es como una liberación», decían entonces. Sin embargo, ya en los últimos días del mes pasado notaron que la copa iba perdiendo fuerza. El ritmo se ha ralentizado y la causa está, sobre todo, en los precios y en el temor a lo que está por venir. «Hay gente que viene, pregunta por un destino y, al ver el precio, o no se materializa o te dicen que mejor miramos otra cosa. Trabajo hay mucho, pero no siempre se materializa», comentan en Viajes Altamira. Un dato: una reserva cerrada y pagada hace tres meses, si se mira estos días, puede llegar a costar hasta el doble.
Las agencias cántabras no han registrado «por ahora» cancelaciones en lo ya contratado. De eso no hay nada. «Ni cancelado ni pospuesto», apunta Laura Santamaría, de Nautalia Viajes, que sí reconoce la sorpresa de los clientes que hacen nuevas reservas por lo «desorbitado» de los precios. «Está todo carísimo para ellos y para nosotros. Se ve». Ella es la que cuenta que lo cerrado ahora puede llegar al doble que lo contratado hace tres meses, aunque habla, en general, de subidas de entre un 20 y un 30% en los viajes organizados para los clientes de un año para otro (una cifra que dan por buena en otras empresas). «Está siendo un mes un poco más flojo. Se ha ralentizado desde finales de junio y en estos días de julio. También pasa otros años en coincidencia con el inicio de las rebajas, por ejemplo. Que la gente dirige más su hábito de consumo hacia otro lado. Pero es verdad que está todo muy caro».
Entre los motivos de las subidas de precios, la alta demanda (ya hace unos meses señalaban que hay «muchísimas ganas de viajar», una especie de euforia, tras dos años de restricciones) y, por supuesto, todo lo que tiene que ver con las elevadas tarifas de los carburantes o la electricidad. «Nos damos cuenta, sobre todo, en la gente que repite el mismo viaje y en las mismas fechas año tras año». Mucho más caro. Y pone un caso concreto. Reciente. «Mismas fechas, mismas personas, mismos hoteles... De 1.000 euros a 1.600».
Santamaría apunta otro detalle. Las huelgas y la situación de los aeropuertos. «La de Ryanair (tras los paros de hace unos días ya se han anunciado otras doce jornadas de protesta en este mes), por ejemplo, más allá de la repercusión que tenga al final, afecta mucho. La gente está a la expectativa, a ver qué pasa». Y eso hace que se retrase la decisión de viajar. De la compra.
El discurso de Meli Botas, de Altamira, es prácticamente calcado al de su compañera de sector. Ella es la que explica que cuesta «materializar» el trabajo que se hace. «Estamos notando que la reserva se hace muy encima de la fecha del viaje o que piden precios para fechas alejadas, como diciembre». Estos días escuchan a menudo lo de 'eso es muy caro', 'vamos a mirar otro sitio' o 'vamos a mirarlo en otra fecha'.
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Ni cancelaciones ni viajes pospuestos en lo reservado hasta la fecha. Ellos tampoco. Pero, igualmente, «se ha ralentizado el ritmo en las reservas en las últimas semanas» y hay mucho temor «a la supercrisis» que se anuncia para el mes de octubre. «No sé si todas estas previsiones serán para que nos atemos un poco el cinturón desde ahora».
Botas recuerda que a las agencias les «afecta todo». La pandemia y sus restricciones, la guerra en Ucrania, los conflictos internacionales, las subidas de precios... Una detrás de otra en los últimos dos años largos. «Y también las huelgas. Una barbaridad. Si hay huelga en una compañía no se puede reservar vuelos de esa aerolínea. Eso implica problemas para organizarse en las agencias y también al cliente para decidirse». Y no es sólo el efecto de los paros en el Seve Ballesteros (que se limitó al vuelo de Málaga en la última tanda). Son enlaces, viajes de vuelta... O sea, que la difícil situación que se está dando este verano en los aeropuertos en general no ayuda.
«Ha bajado el ritmo», confirma el presidente de la Asociación de Agencias de Viajes y Operadores de Turismo de Cantabria, que es además el responsable de la agencia Sanander Viajes. Tras ese 'efecto champán' que también fue algo inaudito para los profesionales tras el parón por la pandemia, ahora toca una ralentización. «En cierto modo es lógico y se está normalizando el flujo», dice García, que atribuye buena parte de lo sucedido también a las «previsiones y a las noticias horribles» de lo que puede venir tras el verano. La sensación de temor.
«Y la situación la ha rematado lo ocurrido con el dólar (su encarecimiento -ya hay casi paridad con el euro- afecta a los cálculos de precios internacionales y reduce los márgenes de las agencias), porque el cambio de hace tres meses ahora ya no sirve y es complicado repercutirlo». Con ese panorama en el que se mezclan el valor de la moneda de Estados Unidos, las noticias pesimistas, los combustibles y la electricidad «todo el mundo intenta ser prudente y baja el ritmo de las peticiones».
Laura Santamaría | Nautalia Viajes «No ha habido cancelaciones, pero está todo carísimo y lo notamos todos. Especialmente, en los viajes de la gente que repite destino cada año»
Meli Botas | Viajes Altamira «Las huelgas de las aerolíneas afectan una barbaridad. A nosotros, para organizarnos y al cliente, para decidirse»
Eduardo García | Presidente de la Asociación de Agencias / Santander «Me da miedo que se confirmen las previsiones de otoño y afecte al turismo corporativo y de negocios, que se estaba recuperando»
Con todo, y más allá del verano, el experto hace una advertencia. «Lo que me da miedo es que este otoño, si se confirman las malas previsiones, la situación afecte al turismo corporativo y MICE (el de negocios, que incluye reuniones, congresos o ferias), porque eso se había recuperado con fortaleza. Me da miedo que nos encontremos a empresas que te digan que mejor esperar seis meses por si acaso».
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Ana del Castillo
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