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Héctor tiene 29 años y le apasiona la música. Siempre que puede, recorre el país de festival en festival acompañado de sus amigos. También le gusta viajar. Y escribir. Cultiva un blog personal y pronto publicará su primer cuento. Pueden parecer las aficiones de cualquier ... joven de su edad, pero este chico de Guriezo cuenta con dos tipos de apellidos: Flórez Herboso son los que heredó de sus padres, y Parálisis Cerebral Infantil los que llegaron con él cuando nació. Lo cuenta así en sus redes sociales, un espacio en el que escribe anécdotas y vivencias con las que trata de ayudar a padres y madres de hijos con discapacidad.
Entrar en su habitación es sumergirse en el rock. Las paredes están forradas con entradas de conciertos y tiene decenas de acreditaciones de festivales. Su grupo favorito lo lleva marcado en la piel. Un gato negro de ojos rojos adorna su brazo, es el logo de Los Suaves. «Empecé a compartir mis vivencias gracias a algo que me pasó en un concierto». No podía ser de otra manera. Entre canciones, una mujer se acercó a él y le dijo, sorprendida, que admiraba que estuviera allí. Su hijo, que era muy pequeño, también tenía parálisis cerebral, y le aliviaba saber que podría desarrollar aficiones algún día. «Me vio disfrutar con mis amigos y eso le animó». Estuvieron en contacto a través de las redes sociales y, varios meses después, se decidió a crear la página 'Yo también tuve una niñez' en Facebook, en la que comparte anécdotas, dificultades y consejos. En ese espacio virtual cuenta con más de 1.700 seguidores.
Su adolescencia juega un papel importante en el blog. Es una etapa «complicada» en la vida de cualquiera, pero tener diversidad funcional puede hacerlo más difícil. «Allí cuento cómo superé barreras, cómo me ayudó la rehabilitación, cómo mejoré mis habilidades sociales...». Además, comparte muchas imágenes de aquella época en la que se puede ver cómo ha crecido a lo largo de su vida. Tiene su ordenador en el escritorio de su habitación y lo utiliza con un ratón adaptado. Lo maneja con la barbilla porque, debido a la parálisis cerebral, le falta movilidad en las manos. Pero escribe rápido y con un lenguaje fluido.
Con texto puede expresar todo aquello que le cuesta con su voz. El periférico está sujeto a la mesa con un apoyo de madera que fabricó su padre, Antonio. «Lo utilizo desde quinto de Primaria. No es que no existan soportes específicos en las tiendas de ortopedia, pero no resisten espasmos tan fuertes como los míos. Además, si tienes algo hecho por tu padre con amor, ¿qué más se puede pedir?». Esta es una de las reflexiones que comparte en su página y que acompaña con un vídeo en el que se puede ver cómo lo usa.
Héctor comenzó a ir a rehabilitación durante los primeros años de su vida. Eso le ayudó a ganar habilidades sociales y a poder moverse por su propio pie. En concreto, de rodillas. «Pero es muy alto para andar por sí mismo», explica su madre, Maribel. Héctor mide 1,92 metros y suele moverse en silla de ruedas. Su perra 'Laika' es una de sus mejores amigas. Le acompaña mientras escribe y pasean juntos por el pueblo. También juegan en el césped que rodea su casa. A nivel emocional, es uno de sus mayores apoyos. «Compartí un vídeo en Facebook en el que se ve cómo me tira de los pies, cómo abre la puerta... Me anima a salir». El resto son sus amigos, aunque la mayoría viven en Murcia. Comenzó a ir allí en la adolescencia, a un campamento para jóvenes con diversidad funcional. «El primer año me obligaron», dice, refiriéndose a sus padres. Pero allí hizo amistad con algunos voluntarios apasionados de la música rock. Y empezó a viajar hasta allí cada vez más a menudo.
«Lo difícil es empezar a hacer amigos con los que planear viajes y actividades», señala Héctor. A él le ayudaron las redes sociales. A través del ordenador -y del móvil, que también maneja con su ratón adaptado- está en contacto con ellos de manera permanente. «Viaja más que sus hermanos», asegura Maribel. Pero no todo es positivo y comenta que ha sufrido discriminación en algún transporte público. «Una vez no me dejaban subirme a un tren y todos mis amigos se colocaron delante para que no se marchase sin él».
En uno de sus numerosos vuelos a Alicante (es el aeropuerto que más cerca le deja de Murcia) también sufrió un percance. Sus amigos le dejaron en el control de seguridad de la ciudad levantina. Pero nunca llegó a embarcar. El vuelo comenzó a atrasarse y, se hizo tan tarde, que se tuvo que cancelar hasta el día siguiente. Sus padres le esperaban en Santander. Héctor se puso nervioso y comenzó a acercarse a la gente que pasaba a su alrededor, pero nadie se paraba para ayudarlo. Al final, un chico joven se detuvo, se molestó en entenderle, cogió el móvil que Héctor siempre lleva en la riñonera y llamó al amigo que le había dejado allí para que volviera a recogerlo. «Le cuesta expresarse cuando se pone nervioso, la gente no le entendía y pasaba de largo», explican sus padres.
Héctor explica que alcanzar su nivel de vida actual no ha sido un camino fácil. «Pasas por muchas etapas. Debes tener muchas inquietudes y ganas de aprender para hacer realidad tus sueños». Ahora no sufre problema para pasarse varias noches de acampada en un festival. Gracias, sobre todo, a sus amigos. Es tan asiduo que muchos artistas lo conocen y le invitan a la zona vip. Hace unos años se viralizó una fotografía en la que el público levantaba su silla de ruedas en el Viñarock.
Otro de sus ídolos, los miembros del grupo Desastre, ya le conocen y hablan con él cada vez que coinciden en un evento. «Aunque me encanta el Viñarock, estoy decepcionado porque no está adaptado a personas que no podemos andar. Hay otros festivales que cuentan con monitores y medios para atender a todo tipo de personas». Su popularidad en el mundo del rock le ha llevado a ser conocido entre algunas discográficas. «Me mandan discos -acumula cientos en una estantería- y me ponen en contacto con artistas para que los entreviste».
Héctor escribe críticas sobre las canciones, redacta preguntas para las entrevistas y un amigo suyo se las lee a los cantantes, graban juntos la conversación y el de Guriezo las transcribe en su ordenador. Hace pocos años le costaba creer que llegaría a donde está. Su próximo sueño lo tiene claro: publicar su cuento 'El amor que necesitan los perros para llevar una silla de ruedas'.
Ha dedicado los tres últimos años a escribir 'El amor que necesitan los perros para llevar una silla de ruedas', un cuento «infantil y motivacional pensado para los niños con movilidad reducida». Cuando lo escribió le pidió ayuda a un amigo suyo que estudió Periodismo para que le ayudase a contactar con una editorial. «Pero me dijo que era muy complicado conseguirlo».
Aún así, Héctor no se dio por vencido y contactó a través de internet con varias empresas, hasta que una puso interés en su proyecto. «La editorial Babidi-Bú me ha dado la oportunidad de publicarlo, pero necesito ayuda». Una condición que debe cumplir para que el proyecto salga adelante es «comprar los 200 primeros ejemplares de la obra y gestionarlos». Y ahí entra el papel del 'crowdfunding', una forma de mecenazgo en que cualquier persona puede colaborar económicamente para sacar el libro adelante.
Héctor necesita 2.800 euros y se puede colaborar con cantidades entre los diez y los 200 euros. «Si al final no lo conseguimos, el dinero se devuelve a todos los que hayan participado», señala.
La plataforma elegida para recaudar el dinero es Verkami y, según la cantidad que se invierta, una vez alcanzado el objetivo económico se recibirá el libro en formato digital o físico y algunos extras como tazas, dedicatorias, sudaderas... Incluso una cena con el autor. Una vez costeada esta primera tirada, Babidi-Bú se encargará de poner el cuento en los puntos principales de venta de libros: El Corte Inglés, La Casa Del Libro, Fnac y Amazon.
La editorial también organizará presentaciones en librerías y en centros educativos. Pero para que todo esto se pueda cumplir, Héctor necesita reunir los 2.800 euros en las próximas dos semanas. Por el momento, ha conseguido el 70% y sólo le falta el último empujón.
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