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Todas las sospechas se han volcado desde el primer momento en un hombre. Una persona concreta que 29 años después tiene bien localizada la testigo cuya declaración ha servido para reabrir el caso de las niñas Virginia Guerrero y Manuela Torres, vecinas de Aguilar ... de Campoo, de 13 y 14 años, que desaparecieron en Reinosa la noche del 23 de abril de 1992. «Esta testigo ha apuntado a un hombre que se ha demostrado que efectivamente estuvo en el lugar de los hechos en el tiempo al que se refieren», apunta el abogado de la familia, Ramón Chippirrás, del despacho Balfagón & Chipirrás, bufete criminológico jurídico. Lo que ha llevado a esta mujer a denunciar este hecho pasadas casi tres décadas es una incógnita.
Lo cierto es que la emisión el pasado febrero en el programa 'Viva la vida' de un reportaje especial del caso de las dos menores desaparecidas desencadenó la reacción de esta testigo. Asegura el abogado que al escuchar el relato de lo sucedido, ella identificó los hechos con un episodio idéntico que sufrió un año antes, en 1991.
«Ella relata cómo estaba junto a una amiga en unas fiestas de una localidad que, digamos, se encuentra en el mismo radio de acción de lo sucedido a Virginia y Manuela. Se habían escapado de casa y también estaban haciendo autoestop. Paró un coche, un seat 127 blanco, el mismo que se identifica en el sumario del caso de 1992. El señor que las llevaba tomó dos veces la dirección contraria y al percatarse ellas, la que iba delante tomó el volante para lanzar el coche contra la cuneta. Así lo pararon y pudieron escapar», narra Chippirrás.
Lo determinante en este testimonio es que unos días después, en un contexto que el letrado no puede relatar por encontrarse bajo secreto de sumario, esta testigo volvió a encontrarse con el hombre. «Ella le reconoció a él, pero él a ella no. Este encontronazo, que se produce en unas circunstancias muy concretas, es clave para armar el testimonio;pero los detalles se encuentran bajo secreto».
Ninguna de las dos chicas denunció en aquel entonces porque se encontraban fuera de casa sin el consentimiento de sus padres, tal y como les sucedió a Virginia y Manuela. Ahora, 29 años después, este relato puede servir para que la Guardia Civil identifique al supuesto responsable de lo sucedido con las niñas desaparecidas.
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«Tenemos suficiente información para que todo coincida en un 99,9% con este hombre al que nos referimos, pero aún no hay nada cerrado», advierte Chippirrás. El juzgado número 2 de Cervera de Pisuerga (Palencia) dictó la reapertura del caso el pasado 21 de junio, «Eso ya fue una batalla ganada por la familia», remarca el abogado. A partir de este punto se solicitaron diligencias ampliatorias a la Benemérita para comprobar que efectivamente esta persona se encontraba en este lugar y en este tiempo concreto –donde se produjo el encontronazo con la testigo–, y que conducía un seat 127 blanco. Y el 29 de julio hay una providencia de la juez que ha recabado toda esta documentación en la que se le insta a la Guardia Civil a que continúe con la investigación con todo lo nuevo conocido.
«Todo apunta a una persona concreta con unos hechos concretos», apunta Chippirrás, pero aún «no podemos garantizar que sea al 100% la línea de investigación acertada».
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