
Toñi, «la leyenda de la UC» que se jubila medio siglo después
Despedida a lo grande. ·
Toñi Barranquero se despide de su «querida Universidad», donde entró de telefonista en 1972 y termina como secretaria de GerenciaSecciones
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Despedida a lo grande. ·
Toñi Barranquero se despide de su «querida Universidad», donde entró de telefonista en 1972 y termina como secretaria de GerenciaToñi Barranquero conserva una foto de bien pequeñita en la que posa con un teléfono. Es una imagen premonitoria porque si algo hace feliz a ... esta mujer risueña, coqueta y aparentemente incombustible es descolgar el auricular. Esta mañana de diciembre, en una cafetería próxima al campus de la Universidad de Cantabria, la que ha sido su «casa» durante 50 años, se demora unos minutos con el móvil, esta vez para buscar fotos y vídeos de su despedida de la UC. Tiene decenas, quizá cientos, y todas evocan la alegría y la añoranza anticipada que provoca la partida de una compañera de esas que dejan huella. Una huella muy profunda.
Porque Toñi se acaba de despedir de la UC después de medio siglo atendiendo llamadas, armando cuadrantes y ayudando a organizar los actos con más pompa de la Universidad. Como si de una carambola del destino se tratase, se jubila justo cuando la Universidad celebra también sus 50 años de historia. Empezaron de la mano. De ahí que sus compañeros la describan como «la leyenda de la UC» –así figuraba en los carteles de su homenaje de despedida–. La vida de Toñi está tan entrelazada con la de la Universidad que hasta su marcha ha sido así de redonda.
Nacida en una familia de ocho hermanos de Porrúa, «muy grande y muy unida», una jovencísima Toñi ingresó en la por entonces Universidad de Santander en 1972. «Ante mis ojos se abrió un mundo nuevo», cuenta abriéndolos mucho y dibujando con desparpajo un gran círculo en el aire.
Comenzó trabajando como telefonista en la Facultad de Ciencias, cuando a las puertas de este edificio moría la única carretera que conectaba el campus con la ciudad. Allí se puso a los mandos de una centralita –de teclas, precisa, nada de clavijas– ubicada en un cuartito acristalado con vistas a la Conserjería. «Todas las llamadas entrantes y salientes pasaban por mí», explica. Ella también recogía el correo, facilitaba impresos, pasaba avisos e, incluso, una tarde de 1981, fue la encargada de advertir del intento de golpe de Estado a los miembros del consejo de gobierno de la UC, reunidos aquel 23-F en Ciencias. «Estaba escuchando la radio y pensé: 'De esto tengo que avisar ya'».
Aunque ha ocupado después otros puestos en la Universidad –en la Unidad Técnica, donde se encargó de tareas de facturación, o al frente de la librería que la UC abrió en el centro de Santander, «donde aprendí mucho»–, Toñi guarda un recuerdo formidable de sus 25 años de telefonista en la Facultad de Ciencias, primero en solitario y luego con un grupo de compañeras –entre ellas, su amiga del alma Gema Garriga– con las que puso en marcha una centralita Ibercom, «la más moderna» que había entonces en el mercado y cuyo prototipo Toñi conserva en casa, al lado de una orquídea hermosísima, la planta que más puede gustarle en el mundo. «Esa Facultad era el alma mater de la Universidad, una pequeña gran familia. Nos conocíamos todos y el ambiente era muy bueno», evoca. Allí instauró varias tradiciones festivas, entre ellas, la celebración conjunta de cada estación del año, 'otoñi' incluido.
También trabajó un tiempo en la tienda que la UC tiene en el Paraninfo. Aquello era «más peñazo», admite. Ella añoraba el teléfono y las tareas de gestión, y a fuerza de echar una mano aquí y allá, aterrizó en la Gerencia de la UC. Aquí ejerció como personal de apoyo en protocolo, otra de las actividades a las que se ha dedicado en cuerpo y alma.
«Entré como telefonista y me voy como secretaria de Gerencia», resume agradecida y emocionada con el trato que ha recibido en la UC en todos estos años. «Mis jefes me han tratado todos muy bien. Y quizá yo también he sido una persona afectiva, y he respondido siempre». De ese afecto compartido queda constancia a lo largo de esta entrevista: al menos una docena de personas se acercan a saludarla y a desearle lo mejor en la jubilación.¿Y qué hará Toñi a partir de ahora? Madrugar un poco menos y disponer de todo su tiempo para bailar, disfrutar de su nieta y de los suyos, ir al gimnasio o aprender historia.
La celebración de sus despedidas de la UC –en plural– ha estado a la altura: multitudinarias, emotivas y festivas a más no poder. No faltaron ni el 'New York, New York', ni la salsa, ni las palabras de afecto. Los dos folios que Toñi escribió para decir adiós a sus compañeros terminan con una frase que para ella es la base de todo: «Gracias por estar conmigo y tratarme como lo habéis hecho. Hasta siempre, queridos todos; hasta siempre mi querida universidad».
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