«Trabajar en Médicos Sin Fronteras es un reto»
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Su trabajo en la ONG le tiene totalmente enganchado, a pesar de las largas jornadas y del peligro que corre, dependiendo de la misiónHace 17 años, José Luis Vázquez (Torrelavega, 1967) trabajaba como ingeniero industrial en la fábrica de Renault de Valladolid. Hoy es uno de los más importantes logistas de Médicos Sin Fronteras (MSF). Su misión es conseguir que los médicos se dediquen únicamente a salvar vidas, ... sin tener que preocuparse de nada más, en países donde la miseria y la muerte les rodea sin escapatoria. No hay tiempo para el ocio, «nuestro tiempo libre lo invertimos en dormir y cuando estoy en casa, lo que más me gusta es estar con mis amigos y mi padre, además de hacer surf o algún paseo por el monte». Cada tres o seis meses, vuelve a casa durante tres o cuatro semanas. En Torrelavega están contando los días para que llegue septiembre y José Luis aparezca con su macuto, lleno de ropa para meter en la lavadora, horas de sueño que recuperar y cientos de historias que nos harán reflexionar sobre el privilegio que supone vivir en un lugar como Cantabria.
-¿Qué supone ser el responsable de equipo logístico de terreno en MSF?
-La logística en las misiones comprende toda la parte técnica del proyecto; todas las actividades que se necesitan para que el equipo médico se ocupe únicamente de las actividades médicas. Somos responsables de las comunicaciones, seguridad, transporte, aprovisionamiento, construcción, agua y saneamiento... El coordinador Logista es el responsable de que todo esto funcione en todos los proyectos que tenemos en un país, respetando los estándares y protocolos de MSF. En mi caso, que soy coordinador de Emergencias, tengo además la suerte de poder estar casi siempre en el terreno (los equipos de coordinación en proyectos no de emergencia están habitualmente en la capital del país).
-¿Qué le llevó a dejarlo todo por MSF?
-Los primeros 14 años estuve alternando MSF y mi trabajo en Renault con excedencias y misiones cortas. Desde 2019 estoy con MSF a tiempo completo, con una excedencia de larga duración. El trabajo en MSF me resulta bastante más gratificante que en Renault, en el fondo y en la forma. En el fondo, por el impacto directo de nuestra actividad en poblaciones que realmente lo necesitan; y en la forma, porque tanto a nivel técnico como humano, el trabajo, y más a nivel coordinación, es un constante reto y un permanente aprendizaje.
-¿En qué misión está ahora?
-Estoy de coordinador en la Emergencia de Mozambique, en la provincia de Cabo Delgado, donde hay un conflicto desde hace varios años que ha originado (y aún sigue) cientos de miles de desplazados, muchos de los cuales han tenido que trasladarse hasta tres o cuatro veces, y que llevan meses, sino años, viviendo sin lo más básico y en unas condiciones realmente horribles.
-A mucha gente le puede parecer una experiencia romántica unirse a MSF. Sin embargo es un trabajo muy duro. ¿A qué perfiles recomendaría que se unieran a ustedes?
-Para ser honesto, en mi caso, a veces me era más duro trabajar en Renault. Aquí hago lo que me gusta, disfruto de cada misión y tengo la oportunidad de aportar algo a gente que lo necesita, y de trabajar con personas que están a lo mismo que yo. Recomendaría este trabajo a todo el mundo, pero teniendo claro que no vienes a una película de Angelina Jolie ni vas a poder salvar al mundo. Las condiciones de vida son difíciles, a veces te toca lidiar con situaciones complicadas y las capacidades de la organización son limitadas. Pero el resultado final siempre compensa con creces todo esto.
-De sus misiones, ¿cuáles recuerda como las duras?
-La hambruna de 2011, en Somalia-Sur de Etiopía y el conflicto de República Centroafricana, durante el golpe de estado de inicio de 2014. Etiopía fue un horror. Gente que venía de días caminando, comiendo tierra por meter algo al estómago, niños muriendo todos los días de hambre... MSF hizo un trabajo brutal, montamos un programa nutricional en tres semanas para varios campos de más de 100.000 personas y, literalmente, salvamos la vida a cientos de niños. Y República Centroafricana lo recuerdo por la violencia descarnada que ejercían los grupos en conflicto y que acababa pagando, como siempre, la población civil.
-¿Qué supone ayudar a MSF en una campaña? Elija como ejemplo.
-En mi caso, en la misión que estoy actualmente, supone seguir de cerca los movimientos de población a través de un permanente contacto con las autoridades locales, Naciones Unidas y otras ONG; coordinar la ayuda con otras organizaciones; hacer lobby para asegurar que las necesidades se cubren; anticipar las necesidades rápido o asegurar que los equipos tienen todo lo necesario para responder a grandes movimientos de población. En el plano personal, supone estar unos meses fuera de casa, lejos de mi padre y mis amigos, adaptarte a las condiciones de vida que te encuentres y estar mentalizado para hacerlo lo mejor posible, sabiendo que nunca vas a cubrir todas las necesidades que vas a encontrar.
-Cuando regresa, después de un descanso, ¿qué se lleva en la maleta?
-Ropa sucia, kilos de menos, gente nueva que he conocido de todas partes del mundo (algunos de ellos personas brillantes), aprendizaje, la satisfacción del trabajo realizado, y siempre un punto de frustración por no haber podido hacer más.
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