Secciones
Servicios
Destacamos
Ainhoa está «de los nervios». Estos dos últimos días ha tenido pesadillas con su vuelta a Santander desde Reino Unido. El anuncio de una nueva variante del virus en el país llegó como un «jarro de agua fría» para ella y su ... marido Damian James, de nacionalidad inglesa. Ambos tienen planeado viajar este martes, si nada cambia en estas últimas horas, desde Portsmouth a la capital cántabra para reunirse con su familia por Navidad.
La pareja vive en Mánchester, a unas cuatro horas en coche del lugar del que sale su ferri a las nueve de la mañana. Su intención era traslardarse un día antes de su viaje hasta la ciudad portuaria para pasar la noche en un hotel y acudir a realizar el registro a primera hora «con tranquilidad». Con el endurecimiento de las restricciones, el hotel ha cancelado su reserva: «Esto es un sinvivir. Cada día dicen una cosa nueva», explica Ainhoa Gómez, estilista de pestañas y residente en el país desde hace 9 años.
Tras el cambio de última hora, han tenido que viajar de madrugada para garantizar su llegada: «Yo hasta que no esté montada en el barco, es más, hasta que no llegué a Santander, no me quedo tranquila», explica la santanderina. Este ñlunes, a pocas horas de su viaje, no había recibido el resultado de la PCR, un añadido que se suma a su nerviosismo. Se muestra sorprendida por la «despreocupación» de los ingleses por el virus y explica que «nadie parece tener miedo a esta nueva versión porque la gente va sin mascarilla y no tiene ningún tipo de cuidado en las calles».
Adriana de las Cuevas | Diseñadora gráfica
Su primera opción era viajar en avión hasta Bilbao, pero dos meses y medio antes de la fecha, su vuelo fue cancelado. Ahora confían en que no haya ningún imprevisto: «He recibido un correo de que el barco salía en pocas horas, así que espero que no lo anulen», explicaba a menos de un día para realizar su viaje. Regresan a Cantabria precavidos y conscientes de los posibles problemas que puedan surgir con su vuelta al país anglosajón. Tal es la incertidumbre que su marido, informático de profesión, se lleva el ordenador de la empresa a Santander para trabajar en casa si surgiese algún problema con la vuelta.
El mismo día que Países Bajos, Italia y Bélgica anulaban los vuelos con Reino Unido, dos aviones aterrizaban en Santander. Sandra viajó en uno de los aviones que llegaron, desde el país anglosajón a Santander, el pasado domingo a las diez de la noche. Esa misma tarde decidió ir hasta el aeropuerto de Sansted en un Uber que le costó un «ojo de la cara» para asegurarse de que llegaba a la hora para embarcar: «Los trenes y autobuses estaban saturados y en los grupos de españoles en Londres de 'Facebook' lo pintaban fatal, parecía que nos iban a cancelar los vuelos», explica Sandra Barranquero, camarera durante cuatro años en la capital inglesa que ahora vuelve a Cantabria de forma definitiva tras dejar su trabajo.
Noticia Relacionada
María Martínez | Cuidadora de ancianos
Mientras embarcaba, vio cómo las aerolíneas cancelaban los vuelos italianos con destino a ciudades como Milán o Venecia, tan sólo unos minutos antes de la salida. En su caso, no tuvo ningún problema, pero sí que mostró sus justificantes para volar en los dos aeropuertos. Llevaba el resultado negativo del test, que le costó 100 libras, y el formulario sanitario que exige Sanidad para poder entrar a España.
En los mostradores de facturación le pidieron la PCR negativa y el código QR del formulario sanitario con todos los datos. Después de pasar el habitual control de seguridad, la aerolínea también le solicitó ambos documentos. «Pensé que sería mas liviano todo, sobre todo al llegar a Santander, pero en el control de salida me volvieron a pedir la información, en este caso solo el código», explica. En la capital cántabra, tres sanitarios y un profesional de la seguridad solicitaban la información «de manera aleatoria». «Al chico que iba delante de mí también le pidieron la PCR, a mí no», detalla Sandra.
Sandra Barranquero | Camarera
En el mismo vuelo viajó María Martínez, residente en Londres desde hace 14 años. «El estrés ha sido insufrible», indica. Su mayor preocupación fue explicar el motivo por el que tenía que ir desde su domicilio, en nivel dos de riesgo, hasta el aeropuerto, en riesgo máximo. Las autoridades no obligaban el domingo a permanecer en las zonas, pero sí que lo recomendaban. Una situación que estresó a María «una barbaridad». «Asumí que mi vuelo seguía en pie porque nadie me notificó lo contrario, pero el estrés era constante y llamé varias veces a mi familia para decirles que quizás no podía volver», asegura. En su caso, también le pidieron la documentación y el test negativo necesario en los aeropuertos de salida y de llegada.
La seguridad parece haber sido reforzada tras el anuncio de la nueva cepa. «Faltaban controles, hasta embarcar nadie me pidió ningún documento, solo la aerolínea al salir y al llegar, y no paraban a todo el mundo, lo hacían de forma aleatoria», asegura Adriana de las Cuevas, que aterrizó en Santander el pasado viernes. En su caso, solo la aerolínea le solicitó el código QR, pero a su prima Eva, con la que viajaba, nadie le preguntó por los documento durante el trayecto. Como anécdota, explica que justo en frente de su puerta de embarque, los vuelos con destino Italia rechazaban a los pasajeros que no llevaban mascarilla quirúrjica: «Me pareció mucho más serio, les echaban para atrás hasta que tuvieran la adecuada, en España cada uno lleva la que quiere y de aquella manera», concluye.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.