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La obesidad nos come. Sirva el juego de palabras para reflejar el alcance de «la auténtica pandemia del siglo XXI»: uno de cada tres cántabros tiene sobrepeso (el 37,2% de la población), según del Ministerio de Sanidad promovido por el Instituto de Salud Carlos ... III, pero son más de 90.000 los que han pasado al siguiente escalón, los catalogados como obesos (18,6%), de los cuales casi 25.000 ya son casos severos (si no tienen obesidad mórbida, la rozan).
Los médicos alertan de que «las cifras son abrumadoras», tanto en adultos como en niños. Entre los menores de 2 a 17 años, el dato del informe sitúa en 15.000 los que presentan sobrepeso, en más de 6.000 los que han entrado en situación de obesidad, y entre estos hay alrededor de 2.000 con un exceso de grasa corporal desmesurado. Y cada kilo de más son papeletas de un sinfín de complicaciones: hipertensión, diabetes, cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, enfermedad hepática metabólica, patología renal crónica, apnea del sueño, infertilidad, ansiedad y depresión, artrosis, cáncer y un larguísimo etcétera... Una enumeración que recuerdan los médicos Tomás de Vega (internista de Sierrallana) y Luis Vázquez Salvi (endocrinólogo de Valdecilla) aprovechando el Día Mundial de la Obesidad, que se celebra cada 4 de marzo. Sin olvidar, «el deterioro en la calidad y, por supuesto, en la esperanza de vida que sufre la persona que vive con obesidad, sobre todo si lo hace desde joven -le puede restar entre 10 y 15 años-».
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Pero el problema de base, algo que también se repite cada año por estas fechas, es que es una «pandemia silenciosa, que afecta en mayor o menor medida a todos los países y que aumenta inexorablemente y de forma inadvertida». La previsión que avanzan los expertos es que para 2030 la mitad de la población mundial tendrá obesidad. «Si no tomamos medidas personales, sanitarias, educativas o políticas, nuestra expectativa y calidad de vida se verán afectadas ya en esta generación», subraya De Vega. Una «cruda realidad» que no siempre es percibida como un peligro, aunque «los médicos siempre hemos procurado informar y asesorar a nuestros enfermos».
«Nunca nos cansaremos de defender la dieta mediterránea», mientras se asiste al «bombardeo subliminal de una parte de la industria alimentaria con las supuestas bondades y placeres de la bollería industrial, las bebidas azucaradas, los alimentos ultraprocesados con alto contenido en azúcares, sal y grasas saturadas, lamentablemente en muchas ocasiones más baratos y accesibles que la dieta saludable». La otra lucha es la del ejercicio regular, que tanto en labores profesionales como lúdicas se ha ido supliendo por actividades sedentarias, pegadas a una pantalla.
Tomás de Vega
Médico internista de Sierrallana
«La sociedad en su conjunto cada vez se mueve menos, dejando el rato para el paseo o el gimnasio al final de nuestras agendas, lo que significa que muchos días no nos da tiempo. Un ejemplo sencillo, muy cántabro: nuestros abuelos segaban el 'prao' con el dalle, eso cambió a las segadoras tipo tractor, en el que vas sentado tranquilamente, y de ahí hemos 'evolucionado' al robot que hace su trabajo en el jardín mientras estamos sentados tranquilamente en el salón viendo Netflix y comiendo palomitas con una Coca-Cola», exponen los médicos.
Por eso, consideran que es buen momento para recordar que «disponemos de ayudas farmacológicas cada vez más prometedoras -próximamente tendremos disponibles en España una segunda generación de medicamentos más efectivos en pérdida de peso- y de la posibilidad de tratamientos más intervencionistas, como son las nuevas técnicas endoscópicas y la cirugía bariátrica-metabólica, que sin duda ha sido hasta ahora la mejor forma de atajar drásticamente la obesidad, ganar en calidad de vida y reducir morbi-mortalidad». Pero todo eso, insisten, son «magníficas herramientas» que pueden no funcionar si uno no pone de su parte. Y es ahí donde creen que aún hay que hacer mucha labor de concienciación: «No serán útiles si no se acompañan de un cambio de estilo de vida hacia una dieta saludable y actividad física».
María Jesús Cabero
Jefa de Pediatría de Valdecilla
En este sentido, la jefa de Pediatría de Valdecilla, María Jesús Cabero, alarmada también por el aumento de «la primera epidemia de origen no infeccioso en la historia de la Humanidad», pone el acento en el impacto en los más pequeños: «Ya estamos viendo grandes obesidades a edades tempranas». «A pesar de las iniciativas que se ponen en marcha para combatir el problema, la prevalencia crece», lamenta. «El exceso de grasa corporal en España -y en Cantabria- afecta entre el 15% y el 40% de los menores, un porcentaje que depende del rango de edad que se analice».
A falta de un informe específico sobre obesidad, el estudio ENE-Covid elaborado desde el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), con la colaboración de todos los Servicios de Salud de las Comunidades Autónomas -publicado en octubre de 2023-, cifra en el 16,6% el sobrepeso en los niños y adolescentes cántabros, y en un 7,4% la obesidad, aunque la realidad de las consultas apunta a una prevalencia mayor y acentuada en segmentos de población más desfavorecidos social, cultural y económicamente. Y Cabero hace un apunte llamativo: «Solo el 1% de esos menores con exceso de grasa corporal tiene que ver con síndromes genéticos. Lo cual quiere decir que la mayoría responde a factores ambientales». De ahí que defienda el cuidado de toda la familia como parte de la solución a un problema que parece imparable. Empezando por «el control de la gestante. Lo ideal sería que las madres no lleguen con sobrepeso al momento del embarazo, porque hay una correlación entre la obesidad de los padres y la de los niños (epigenética-)».
Eduardo Álvarez también ha conseguido que la obesidad sea ya un capítulo de su pasado. A sus 57 años, este cántabro reconoce que «aunque había tenido sobrepeso toda la vida», la situación se complicó hace una década, cuando le diagnosticaron diabetes. «Llegué a pesar 113 kilos, con 1,75 de estatura». Al principio, los intentos por controlar la glucosa y bajar peso, con los tratamientos tradicionales, no daban resultados hasta que llegó el fármaco que lo hizo posible (Semaglutide, primero inyectable y ahora oral). «Fue la palanca de cambio, lo que me ayudó a cambiar la dinámica, empiezas a perder peso, te sientes mejor, haces ejercicio... Ahora voy a natación y ando a diario diez kilómetros». Así es como ha logrado estar en su «mejor momento de los últimos 30 años». Informático de profesión, le hubiera gustado afrontar la obesidad antes, «pero lo intenté muchas veces sin éxito, porque no es fácil. Con los años, te vas dando más cuenta de los riesgos que conlleva. Tengo tres hijas y me gustaría conocer a mis nietos, así que hay que cuidarse».
De lo contrario, explica la doctora, «esas mujeres se enfrentan a ecografias prenatales menos diagnósticas (porque cuesta verlas), pero también a mayor riesgo de cardiopatía, de prematuridad, de cesáreas, de diabetes gestacional...». Complicaciones que repercuten después en sus hijos. «Tanto si nacen por debajo del peso como con peso excesivo van a tener una mayor predisposición a la obesidad. Igual que si ganan peso rápidamente en los primeros doce meses de vida o comen mucha proteína».
Esa es una de las razones de que los pediatras recomienden la lactancia materna (un factor de protección) e introducir poco a poco la alimentación complementaria. «Los padres deberían tener adquiridos hábitos saludables antes de tener hijos. Siempre digo que la obesidad es una enfermedad contagiosa, en el seno de la familia, a través del frigorífico y del mando a distancia», afirma Cabero. Al margen de los hábitos dentro de casa (condicionados también por los horarios laborales y el tiempo que se dedica a cocinar), no hay que perder de vista los cambios sociales que alimentan el sedentarismo. «Los niños hoy en día disfrutan pocas horas de parque y muchas de pantallas. Nos preocupa el riesgo de obesidad asociado a lo sociocultural, a esa inactividad. Los niños necesitan 60 minutos de ejercicio moderado al día», defiende la pediatra, que coincide en que «hay que ver la obesidad como un problema sociológico -algo estamos haciendo mal como sociedad-, no como un problema individual».
«Poner muro de contención a la obesidad» es el objetivo de la doble cita profesional que se celebrará en Santander. Dos foros organizados para «sensibilizar, informar y formar a todo el colectivo sanitario de Cantabria sobre este enorme problema». La primera será la reunión prevista los días 4, 5 y 6 de marzo en la sede del Colegio de Médicos, donde se darán cita especialistas de Medicina Interna, Endocrinología, Cardiología, Digestivo, Cirugía General, Traumatología, Rehabilitación, Neumología, Nefrología, Salud Mental y Pediatría, además de médicos de Atención Primaria y profesionales de enfermería para «poner en común nuestros conocimientos, experiencias y habilidades en el manejo de estos pacientes, a veces casos complejos y con escasos resultados mantenidos en el tiempo», señala el médico Tomás de Vega, encargado de la organización, junto a Luis Vázquez Salvi. «Nuestro objetivo es colaborar a que la población cántabra viva más sana y más feliz; es nuestro empeño y será nuestra satisfacción», añade. Este curso se completará con una jornada que tendrá lugar el 23 de marzo en el Paraninfo de La Magdalena ('Obesidad, una visión multidisciplinar' es el título), que contará con expertos regionales y de referencia nacional como el endocrino Javier Salvador y la presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna, Juana Carretero.
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