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«Aprender era un placer intenso. Aprender equivalía a nacer. Se tenga la edad que se tenga, el cuerpo experimenta entonces una especie de expansión». Esta reflexión de Pascal Quignard cobra todo el sentido del mundo en Unate. La edad de sus alumnos empieza a ... contar a partir de cincuenta. Su curiosidad no se agota. Alberto Gutiérrez, inscrito por segundo año consecutivo en la Universidad Permanente, parece replicar las palabras del escritor francés esta mañana de octubre, en una de las aulas de las que Unate dispone en Santander: «Aprender es un disfrute en general, y un disfrute para el intelecto. Aquí mi capacidad de aprendizaje se expande».
Gutiérrez, 67 años, es uno dos de los alumnos matriculados hasta la fecha en actividades educativas, culturales o de ocio que ha programado la Unate este curso, un curso covid. La Universidad ha adaptado rutinas y espacios a esta realidad: ha marcado distancias en las clases e itinerarios en el suelo. Las ratios de las aulas son menores, se toma la temperatura en el acceso a los edificios, y la oferta de actividades se ha transformado para ganar en seguridad. El equipo Unate, que preside Modesto Chato y coordina Francisco Gómez, ha trabajado durante los últimos meses para acometer esta transformación y para elaborar un 'protocolo covid-19', desarrollado por una empresa especializada. En la reciente presentación del curso, Chato apuntó a un año académico «crucial y crítico», además de agradecer a UGT la cesión del espacio de la calle Magallanes, en la capital.
Matrículas. Unas 900 personas se han inscrito en las propuestas de Unate Santander. Más de la mitad son socias.
Sedes. Se han programado actividades en las tres sedes de Santander, Bezana y, hasta ahora, en trece municipios más.
Adaptación. Unate ha elaborado un protocolo covid desarrollado además por una empresa especializada.
«Soy consciente del esfuerzo que ha hecho Unate para cumplir rigurosamente los protocolos. Esto se ha tomado muy en serio. La educación, la cultura son seguras», interviene Regino Mateo, profesor de Literatura en esta universidad desde hace 18 años. A su lado, Pilar Montes, 73 años, alumna igual de veterana que Mateo, asiente: «No hay que dejar que el miedo nos domine. Venimos con responsabilidad, ganas de aprender y reencontrarnos».
Montes probará este curso con nuevas materias. Le ha resultado atractiva 'Retos del siglo XXI'. «Hay que seguir aprendiendo y no perder la curiosidad». Sus intereses son diversos, no se cierra puertas. Ella ha descubierto el teatro y participa en el grupo y en las representaciones anuales.
Alberto y Pilar encarnan perfiles comunes entre el alumnado de Unate: profesionales formados que optar por una educación reglada pero flexible, académica pero dinámica; adaptada y participativa. La profesora María Barcina, que imparte Historia Moderna desde hace un par de años, lo corrobora: «Adaptamos docencia a las extensiones –las sedes– y a los alumnos que tenemos». Un ejemplo:no se imparten igual las clases en las aulas de las tres sedes de Santander, o en la de Bezana, más grandes, con más inscripciones, que en Villacarriedo, donde el público es más reducido, el espacio es otro. Por ejemplo, hasta el momento, en Unate Santander se han inscrito cerca de 900 personas, aunque, en términos de inscripciones totales Unate contabiliza 1.547 (la razón es que algunas personas están matriculadas en más de una actividad). Del conjunto, el 84.34% son mujeres.
Y luego está el debate. «Las clases se desarrollan de forma distendida», revela Barcina. En las de Mateo, además de seguir lecturas, se comenta la actualidad literaria: el fallo del Premio Nadal, la reciente reedición de un clásico, por ejemplo. La diversidad del alumnado, añade, enriquece estas conversaciones. «Además, hay un factor importante en Unate: aquí se pierde la vergüenza». Sus alumnos sonríen: «Yo tengo un 'problema' con la curiosidad. Me encanta aprender, preguntar... La riqueza están en los debates», admite Gutiérrez. De hecho, esta pequeña reunión derivará en uno sobre la presencia mayoritaria de mujeres en aulas y actividades.
«No hay que enseñar a quien no siente alegría al aprender. Apasionarse por lo que es otro, amar, aprender, es lo mismo», cierra su reflexión Quignard, en 'Vida secreta'. En Unate estas palabras cobran de nuevo todo el sentido.
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