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La creciente demanda de las exploraciones de resonancia magnética ha llevado al Servicio Cántabro de Salud (SCS) a contratar a un aliado para descargar la actividad del servicio de Radioadiagnóstico de Valdecilla y paliar las listas de espera, toda vez que el hospital de ... Laredo, que se contaba que iba a aliviar esa presión, va a tener que esperar para incorporar su primer equipo de resonancia magnética debido al retraso acumulado en las obras de acondicionamiento (antes ha de resolverse la reforma de sus laboratorios, que también arrastra demora por los trámites de las correspondientes licencias).
Con esa solución bloqueada, la Gerencia se ha inclinado por trasladar parte de las pruebas diagnósticas en cola (las de menor complejidad) a una unidad móvil, que se ha instalado en el aparcamiento exterior próximo a la entrada de Urgencias, donde permanecerá «al menos hasta el 30 de junio», según confirma el gerente de Valdecilla, Julio Pascual. «Su continuidad dependerá de la evolución de las listas de espera», añade.
El año pasado ya se recurrió a este camión, de la empresa Alliance, mientras se procedía a actualizar una de las resonancias antiguas, una mejora que supuso cerca de medio millón de euros y que era requisito indispensable para prolongar con garantías la vida útil del aparato.
«Entonces la unidad móvil estuvo funcionando desde abril hasta octubre y se realizaron una media de 700 estudios al mes. En total, 5.200», detalla la subgerente, Beatriz López. Aquella estancia se vio prolongada debido al impacto que tuvo la decisión de la Consejería de Sanidad de extender la capacidad de petición de pruebas diagnósticas a los médicos de Atención Primaria.
También en 2016 otra resonancia magnética portátil (aquella a cargo de Philips) se instaló en el mismo emplazamiento para hacer frente al atasco generado por la grave avería de una de las tres unidades de resonancia de Valdecilla (la de 3 Teslas, la más potente, con la que se hacen las exploraciones más complejas). Durante dos meses, el servicio de Radiodiagnóstico se quedó cojo. Para evitar que la demora se disparara, se decidió invertir en esta medida provisional hasta que llegó la pieza de repuesto para arreglar la máquina parada.
«Ahora, el retraso en las obras del hospital de Laredo ha llevado a tomar la decisión de externalizar parte de las exploraciones -el coste por prueba sale entre 70 y 77 euros, más una cuantía fija por el desplazamiento del vehículo (3.000 euros)-», admite López, quien aclara que, al tiempo, también se están prolongando las jornadas del personal propio. Pero los radiólogos, que trabajan a turnos de mañana y tarde todos los días, en cada uno de los equipos, e incluso los sábados por la mañana, no dan abasto para contener las listas de espera. «Lo que vamos a remitir a la unidad móvil son las resonancias básicas, sobre todo de musculoesquelético (meniscos, artrosis, ligamentos, tendones...)», con el objetivo de aliviar la presión del servicio.
En la actualidad, «la demora media para una resonancia magnética en Valdecilla se sitúa en 64,60 días», destaca el gerente. Resultado de un abanico que se mueve desde la respuesta casi inmediata de los volantes urgentes, a la espera de hasta seis meses que pueden llegar a tener por delante los pacientes que no revisten gravedad.
El paquete de alta tecnología comprometido desde la Consejería de Sanidad incluye no solo la primera resonancia magnética destinada al hospital de Laredo, sino también una nueva unidad para Valdecilla, que se suma a las tres existentes, una necesidad que «responde a la demanda cada vez mayor de este tipo de pruebas», subraya Pascual, que calcula que el equipo «pueda estar instalado para la primavera de 2018».
La idea es que la unidad de Laredo llegue antes, pero eso dependerá del curso de las obras. Mientras tanto, Valdecilla seguirá recibiendo todas las peticiones de exploración del área de Santander, más las derivadas desde el hospital pejino y desde las consultas de Atención Primaria. Y lo hará salvando imprevistos como la última avería que afectó a uno de los aparatos, a finales de febrero, cuando el bloqueo del sistema de refrigeración de la unidad obligó a parar la actividad del todo durante dos semanas y a reanudarla de forma interrumpida en los días siguientes hasta la solución definitiva del fallo.
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